El hombre de hierro se yergue

16 / 01 / 2018 Abhishek Kumar (Vadodara, India)
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India levanta la efigie más alta del mundo.

Vallabhbhai Patel, el auténtico Hombre de hierro. Foto: Hulton Deutsch

Ruidos de perforadoras y martillos retumban en las colinas a 90 km de la somnolienta ciudad de Vadodara, en el Estado occidental de Gujarat. Unas grúas sobresalen por el pintoresco horizonte. Los trabajadores pican piedras alineados bajo un calor abrasador, algunos se resguardan bajo un árbol de cuyas ramas cuelgan sus almuerzos para evitar las hormigas. Otro aguarda atrapar algún pargo por el lugar de la construcción; su trabajo es cargar las bestias y llevarlas aguas arriba por el río Narmada. La tarea de los trabajadores no es menos desalentadora. Miles de hombres trabajan día y noche para construir la “Estatua de la Unidad” que, con 182 metros, será casi dos veces más alta que la Estatua de la Libertad cuando se presente en el otoño de 2018. Será la efigie más alta del mundo (el Buda del Templo de la Primavera en China es más alto, pero también tiene un pedestal más grande).

La escultura es de Vallabhbhai Patel, uno de los padres fundadores de la India moderna. También llamado el Hombre de hierro (siendo un joven abogado, continuó defendiendo un caso con todo su ahínco a pesar de que acababa de ser informado de la muerte de su esposa), convenció a 562 principados independientes para integrarse en India poco después de la independencia. Se ha dispuesto un fondo de 458 millones de dólares (455 millones de euros) para el proyecto favorito del primer ministro, Narendra Modi.

La estatua plantea grandes desafíos. Dada su postura erguida, el centro de gravedad está alto, dice Ashishdeep Alampat, el arquitecto principal de Larsen & Toubro (L&T), la compañía de ingeniería encargada de construir el monumento. Para compensar la falta de una amplia base, dos pilares de hormigón irán por dentro de las piernas de Patel para soportar la enorme carga de la estructura.

La zona montañosa convierte el transporte de equipos pesados en una pesadilla. Una brisa fuerte puede paralizar la obra durante horas. En la oficina de L&T del lugar, las líneas de telefonía móvil generalmente están fuera de cobertura e Internet no funciona. Los ingenieros, a veces, deben conducir unos kilómetros y aparcar debajo de un árbol para hacer los pedidos.

Pero para finales de 2018 las calles parecerán diferentes, asegura A. Thiyagarajan, de L&T, un veterano de esas excursiones por Internet. Se están ensanchando las carreteras asfaltadas, rodeadas de extensos campos de algodón, que conducen al monumento. Un hotel de cuatro estrellas y un estadio de deportes acuáticos están en construcción y hay planes futuros para una universidad. La propia estatua ofrecerá a los turistas una vista panorámica. 

Un caro coloso

¿A qué precio? Los ecologistas alertan de posibles daños al entorno. Los críticos cuestionan el gasto de millones de dólares en un proyecto de relumbrón en un país con un tercio de los pobres del mundo. La estatua “es solo ostentación”, se queja Mahendra Rajput, un conductor local. “Es desperdiciar el dinero del contribuyente, mi dinero”. Modi no piensa así: “Quiero ver al mundo inclinándose a sus pies”, declaró en 2013, cuando era el jefe de Gobierno de Gujarat.

Abhishek Kumar: corresponsal freelance

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