Un presupuesto que vale una legislatura

06 / 04 / 2017 Gabriel Elorriaga
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Con el respaldo parlamentario a los Presupuestos generales de este año, Mariano Rajoy se garantiza un horizonte de estabilidad que conviene a todo el país.

Mariano Rajoy

La Constitución española de 1837 introdujo en nuestro ordenamiento la obligación del Gobierno de presentar a las Cortes Generales un presupuesto anual. Culminaba así un proceso de recepción de los ideales revolucionarios franceses que, en lo referido a las finanzas públicas, propugnaron la necesaria aprobación por los órganos de representación democrática de los gastos comunes, así como de los ingresos necesarios para atenderlos. Desde entonces los presupuestos, antes que un instrumento necesario para la buena planificación de los recursos, son un elemento imprescindible para la legitimación de la actividad financiera del poder político. Sin lugar a dudas, se puede afirmar que el presupuesto es la representación económica del proyecto político del Gobierno concretado anualmente y que su aprobación parlamentaria implica una periódica renovación de la confianza de las Cámaras en el Ejecutivo.

Estas reflexiones sirven para explicar la importancia de la aprobación de los Presupuestos Generales para 2017. La prórroga es una previsión necesaria para evitar la parálisis de la actividad económica de un país, pero introduce un estado de excepcionalidad política absolutamente indeseable. Desde un punto de vista práctico, en este año al Gobierno le basta para desarrollar su actividad ordinaria con unos Presupuestos prorrogados y levemente ajustados por unas instrucciones internas que impiden disponer de todo aquello que excede de los límites pactados con las instituciones europeas y del techo de gasto ya establecido. Pero la prórroga jamás puede servir para mantener la ficción de que el Gobierno mantiene la confianza política de la mayoría si esta no se refrenda en una votación presupuestaria. Los Presupuestos son la plasmación de un proyecto político y su aprobación es la única manera de ratificar la existencia de una mayoría de Gobierno.

Con una mayoría semanalmente cuestionada en votaciones diversas de mayor o menor enjundia, vivir sin Presupuestos es agonizar. Y en sentido contrario, construir la mayoría necesaria para aprobarlos es la prueba de la capacidad política de articular una mayoría suficiente para seguir avanzando. Con el respaldo parlamentario a los Presupuestos de este año, Mariano Rajoy se garantiza un horizonte de estabilidad que conviene a todo el país. Antes de que transcurran seis meses tendrá que volver a presentar sus cuentas ante las Cámaras, pero la prórroga –en el caso poco probable de que encontrase dificultades para su aprobación– le permitiría alcanzar en el ecuador de la legislatura un panorama alentador de recuperación económica, de superación de los desequilibrios presupuestarios que llevamos años soportando y, en definitiva, de acumulación de un capital político que le permitiría afrontar con ciertas garantías futuros procesos electorales.

En las próximas semanas se hablará mucho de gastos concretos, de impuestos e inversiones, de recortes y de nuevos programas de gasto. Pero lo que no debe perderse de vista es que la aprobación de este primer presupuesto tras las elecciones de diciembre de 2015 implica el fin de una larga interinidad, el regreso a la normalidad política tras una etapa excepcional que, de no haberse superado, nos habría colocado al borde de una grave crisis institucional.

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