La mujer que acorraló a los Pujol

01 / 06 / 2017 Antonio Fernández [Fotos: Jorge Botellas]
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Victoria Álvarez, exnovia de Jordi Pujol Ferrusola, es la mujer que tiró de la manta y contó al juez todo lo que sabía sobre el clan Pujol. Esta es su historia.

Victoria Álvarez cree que el verdadero jefe del clan Pujol es el expresidente de la Generalitat, y no su esposa Marta, aunque firme como “madre superiora”

El pasado 26 de abril, mientras la Policía registraba las casas y despachos de la familia Pujol en Barcelona, Victoria Álvarez recibía un inquietante mensaje en el buzón del contestador de su casa: “Ahora sí que estás en peligro”. El día antes, el juez José de la Mata, de la Audiencia Nacional, había dictado orden de prisión sin fianza para el primogénito de esta familia catalana, Jordi Pujol Ferrusola. No era el único mensaje amenazante que Victoria había recibido, pero el momento en que este se depositaba no dejaba de tener su importancia.

¿Quién es esta persona para estar en el punto de mira de alguien? Simplemente, ha sido la novia de Jordi Pujol Ferrusola y, en un momento determinado, decidió contar lo que sabía de la familia Pujol. Nadie hubiese apostado por ella, pero todo lo que dijo hace casi cinco años se ha ido corroborando con pruebas. Contó historias que parecían de ciencia ficción. Historias que ya han sido asumidas por el imaginario popular y que se han quedado muy cortas, porque la realidad supera a la imaginación.

“Yo no soy persona de miedo. Soy consciente de que he desmontado el negocio de mucha gente, de mucho estómago agradecido. Muchas veces me habían dicho cosas horribles, como que ya he cavado mi tumba. El mensaje en el buzón me llegó mientras registraban las casas tras la detención de Jordi Pujol Ferrusola y mientras yo participaba en el programa Espejo público”, dice a Tiempo Victoria Álvarez. Durante casi tres años, fue la novia oficial de Jordi Pujol Ferrusola. Su relación duró desde 2007 hasta 2009. Se conocieron en un avión y a partir de ahí, el primogénito de la saga Pujol dirigió todos sus esfuerzos a conquistarla.

Hubo días de vino y rosas y, al final, la relación decayó. “El último año de relación fue horroroso, por el acoso y las amenazas de Jordi. Y cuando le digo que quiero dejar esta relación, un día que él se iba al aeropuerto, a volar a Argentina o a México... le digo que quiero cortar y me envía un mensaje en el que me dice: ‘Tens un problema’ (‘Tienes un problema’). Yo le pregunto qué problema. ‘Que jo no et deixarè’ (‘Que yo no te dejaré’), me contesta. Hubo un año de persecuciones, de acoso, de aparecer por mi casa a todas las horas de la noche. Incluso iba a Madrid por trabajo y él sabía todo lo que había hablado y lo que había hecho. Luego, me daba millones de regalos, que yo devolvía sistemáticamente”.

Durante los años que estuvieron juntos, Victoria vio y oyó muchas cosas. Recorrió muchos países con Jordi Pujol Ferrusola. Fue testigo de cómo la matriarca, Marta Ferrusola, llamaba a su hijo para darle órdenes de cómo mover el dinero en el extranjero. Y se enteró de casi todo. “En Puerto de Rosario, Argentina, perdió mucho dinero. Allí dio con socios que eran más listos que él”. En México, tuvo muchos negocios, “desde el hotel El Encanto hasta temas de compraventa de apartamentos. También pretendió comprar un operador de telecomunicaciones y montar una cadena de bingos y casinos por todo el país con Carlos Riva Palacio, el Rey del juego. Allí montó un negocio de tarjetas prepago telefónicas que se llamaban Billetel. En realidad, era un acuerdo con Visa para pasar dinero de México a Estados Unidos y viceversa. Al final, el negocio se lo quedó Carlos Riva Palacio”. En su punto de mira incluso estuvo la construcción del metro de Ciudad de México, que no tiene suburbano.

En 2009, tras un viaje a Andorra, Victoria descubrió una bolsa con billetes de 500 euros en el maletero del coche. Eran más de 400.000 euros correspondientes... ¡a los intereses de un negocio! “Yo trabajaba bastante en comercio internacional y sé cómo funcionan un poco las cosas. Por eso, cuando encontré el dinero bajando de Andorra en una ocasión, tuve muy claro que me había utilizado para subir y bajar con dinero”, dice a Tiempo. 

Un negocio ruinoso

En Londres, Pujol Ferrusola le presentó a su testaferro, Herbert Towning. En una de las ocasiones, en el despacho de este último, le presentaron al extravagante aristócrata Rupert Galliers-Pratt y le propusieron un negocio. “Me ofrecieron montar un operador de telecomunicaciones en Liechtenstein o en Luxemburgo”.

Fue en ese viaje cuando, en el camino hacia un concesionario de coches (donde Jordi quería probar un Lotus), el primogénito recibe una llamada telefónica de su madre, Marta Ferrusola, en la que hablan de que 400.000 euros “ya están donde tienen que estar”. Poco después, su novio le explicaba que el testaferro de Londres, Towning, se dedicaba al blanqueo de dinero en las Islas del Canal.

Esta fue una de las veces en las que la larga mano de la matriarca se dejaba notar en las actividades del clan. Pero Victoria no cree que la jefa sea la madre, a pesar de que las últimas noticias la ubican como la “madre superiora” que daba órdenes a los bancos andorranos de distribuir el dinero como mande el “capellán de la parroquia”, o sea, su hijo mayor. “Quien daba las órdenes era el padre. Era el capo siempre, siempre, siempre. Sin el padre, esto no se hubiera podido hacer. Sin sus contactos y su control de la obra pública no se habría podido llegar a hacer nada [una de las acusaciones a los Pujol es que cobraban comisiones por la adjudicación de obra pública de la Generalitat]. El padre era el conseguidor. Los primeros pasos eran por cuenta del padre, que era quien tenía los contactos. Luego, tenían que pasar por Ganduxer [la calle donde Jordi Pujol Ferrusola tiene el despacho] si querían montar algo a lo grande”, relata. 

Una decisión difícil

En el año 2012 a Victoria comienzan a llamarla periodistas y policías. “Me llaman de El Mundo y me preguntan muchas cosas sobre Jordi Pujol Ferrusola. Yo me hago la loca... hasta que me dicen que hay una grabación de una conversación con Alicia Sánchez-Camacho”. Esa era la famosa grabación de la comida en el restaurante La Camarga, efectuada el día 7 de julio de 2010. “Yo no me lo podía creer. Estuve dos meses consultando qué hacía con todo lo que sabía. Mi abogado me decía que declarase, porque de lo contrario podía ser cómplice de cosas, aunque yo no hubiese participado en nada”.

Su hijo estaba a punto de cumplir los 18 años y la animó a denunciar lo que sabía. “¿Tú no eres la que me dice siempre que hay que ser sincera y leal? ¿No me estás educando en unos valores? Ahora tienes un problema y has de hacerle frente”, le espetó su hijo. Y zanjó: “O vas tú a la Policía o voy yo”. Victoria admite que “no podía dejarle a él la responsabilidad de sacar todo a la luz, porque lo que estaba diciendo era la pura verdad, lo que yo le había inculcado. Hablé con él y con mi familia, hablé incluso con mi exmarido. Tuve el apoyo total de todos. Y decidí que las corrupciones se han de saber de una vez”.

Por eso, el 13 de diciembre de 2012 accede a hablar ante el juez Pablo Ruz, de la Audiencia Nacional. Desgranó situaciones delicadas de la familia Pujol. Narró los pormenores de cuando encontró los billetes de 500 euros en el maletero del coche, de sus viajes al extranjero, de la red de testaferros y de la implicación del clan en el movimiento de dinero por medio mundo. “Victoria está informando de la compra de varios edificios en Panamá a través de sociedades interpuestas e incluso de cientos de oficinas al Banco Santander y al grupo Prisa, usando un fondo de Luxemburgo”, narraba un informe de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) de la Policía fechado en 2012.

La declaración es ratificada el 17 de enero de 2013. Ruz ya estaba sobre la pista de inversiones en Houston, Miami, Argentina, México, Liechtenstein, Islas del Canal y Andorra. A partir de ahí, atesoró una información vital que sirvió, a la postre, para poner en el punto de mira a una de las familias más poderosas no ya de Cataluña, sino de España.

Hace pocos meses, cuando comentó en público que Marta Ferrusola y sus hijas habían sido vistas en Andorra y que incluso la familia podía haber utilizado para desplazarse los helicópteros de una compañía adjudicataria del Gobierno catalán, se recrudecieron los ataques. “En ese momento, Josep Pujol Ferrusola le manda un mensaje a mi abogado diciéndole que me haga callar de una vez y, si no, esto lo vamos a tener que arreglar. Eso indica que cada vez se van cabreando más. En este mismo mes de mayo, quedé para tomar un café y al día siguiente había fotos mías corriendo por la Red. ¡Que me dejen en paz, por favor!”.

En la actualidad, Victoria Álvarez trata de sortear el aislamiento. “Todo este tema me ha afectado laboralmente. Yo trato siempre con empresarios y se me han cerrado todas las puertas. He sido directiva, de alta dirección, en start ups y en compañías de telecomunicaciones. Antes de que pasara todo, había montado tres operadoras de telecomunicaciones y las había vendido. Y había montado también una consultoría y otro negocio de servicios de telecomunicaciones”. Pero “estos tres últimos años significan la muerte social absoluta, la imposibilidad de trabajar en ningún lado, he cerrado mis empresas... la gente con la que más me he visto son periodistas, policías y fiscales. He hecho mucha investigación y he colaborado al 100% con la Justicia y me he enterado de demasiadas cosas que no hubiera querido saber”. 

Cómo le cambió la vida

La filtración de la conversación de La Camarga le cambió la vida y supuso una inflexión. “Al principio, pensaba que esto se lo habían hecho a Alicia, no a mí, y estuve muchísimo tiempo consolándola. Yo no era nadie y pensaba que era a ella a quien habían grabado, porque era la importante. Y ella, que sabía todo, callada. Además, que se divulgue una conversación privada tuya es el mayor fastidio que te puedas echar en cara, porque nadie habla igual en privado que en público. El lenguaje es mucho más coloquial”, afirma Victoria. Tras eso, solo se vieron una vez con sus abogados para diseñar una estrategia común. Alicia se negó a verla más. “Cuando comenzaban a aparecer filtraciones en la prensa, la llamé para decirle que qué era esto y me dijo que me metiera en mis cosas y que no pensaba darme ninguna explicación. Y ahí se acabó”, añade.

Victoria se duele ahora de que tuvo una fuerte discusión con su padre, enfermo del corazón, por ello. “Tuvimos una bronca monumental, porque me decía que la culpa era de Alicia y yo defendiéndola. A los pocos días murió y no pude despedirme de él”. Pero hubo más intrahistoria: “Firmamos un pacto con Método 3 [la agencia que había grabado la conversación en La Camarga], por el que ella debía cobrar 80.000 euros y yo 50.000 como indemnización. El abogado de Alicia me dijo que no me preocupara, que lo reclamaban ellos. Lo tenían que pagar dos compañías de seguros. De allí a un tiempo, decidimos que ya que no nos decían nada, nos dirigiríamos nosotros a las compañías. Una de ellas, Generali, de repente, me dice que tengo que pagar miles de euros de costas. Y me voy a hablar con el abogado y lo primero que me dice es que es íntimo amigo de Artur Mas. Le expliqué que me había llegado una orden de embargo de mi casa para pagar las costas. Me dijo que era lo que había y que si no pagaba, se ejecutaría. Llegué llorando a casa y poco después conocía a una persona de Generali, que me dijo que la compañía jamás ordenaría algo así. Le di el nombre del abogado y lo único que sé es que se arregló el asunto y tuve que pagar solo unos gastos mínimos. La compañía se portó fenomenal”. 

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Los mensajes filtrados

Victoria Álvarez es amiga desde la infancia de Jorge Moragas, jefe de gabinete de Mariano Rajoy. Es Moragas quien pone a la exnovia de Jordi Pujol Ferrusola en contacto con Alicia Sánchez-Camacho. Años después, el político le recrimina que hiciese públicos algunos mensajes intercambiados en la fecha en que ella declaraba ante el juez Ruz, a finales de 2012. “Si dieses una entrevista y lo contases todo, salvarías a España y yo te haría un monumento”, le decía Moragas el 20 de noviembre de 2012. “Mi hijo me dice que hable, que es un delincuente y es mi obligación, que nos ha robado a todos los catalanes”, le responde Victoria. El 13 de diciembre, tras declarar ante el juez, Moragas le preguntaba: “¿Pero qué has hecho?”. Y ella le respondía: “Lo que me pediste. ¿No me pediste que hiciera una declaración? Estoy en AVE volviendo a Barcelona... he comido cerca de Génova y por eso te llamaba, para contarte”. “Uauuu! Yo te haré un monumento a tu cuerpo”, respondía el político.

En enero hubo otro cruce de mensajes: “Si tienes miedo y no tienes pruebas suficientes, retírate, porque esto no va a ser fácil. Tu relación con ese señor es compleja. Eres adulta y buena persona. Haz lo que te diga tu abogado. Cuida tu credibilidad y no impliques a nadie que no haya hecho nada, ese es mi consejo”, escribía Moragas. Y ella le respondía después. “No te preocupes. Yo, ante todo, soy noble. Ni una implicación a nadie. Estaba el abogado de Jordi y me ha hecho llorar, pero Ruz le ha parado tres veces”.

Cuando estos mensajes se hicieron públicos, Moragas se enfadó. “Eso sale de la Oficina Antifraude de Cataluña (OAC), porque son los únicos que tuvieron acceso a esas comunicaciones. Nadie más. Yo no filtré ningún mensaje”, afirma Victoria a este semanario. Evidentemente, hubo un interés político en la filtración. Desde determinados ámbitos políticos se acusó a Moragas de “presionarla” para que denunciase. Todo una cortina de humo, porque jamás se vislumbraron presiones de Moragas. “Simplemente, hice lo que tenía que hacer: vi unos supuestos delitos y los puse en conocimiento de las autoridades”, enfatiza Victoria. Algunos no se lo perdonan.

El desalojo de la tieta

Cuando murió la madre de Jordi Pujol i Soley, el expresidente de la Generalitat, la familia se reunió para determinar qué hacer con el piso que habitaba en la zona alta de Barcelona. Allí vivía también su hija (y hermana de Jordi Pujol) María, a quien llamaban la “tieta” y que la había cuidado hasta su muerte. “Jordi [Jordi Pujol Ferrusola] me dijo que se habían reunido todos y que decidieron que o bien su tía pagaba la mitad del piso o que lo vendían y que se buscase otra vivienda. Y la vendieron”. María, casada con el historiador Francesc Cabanas, fue la que, tras hacer público que tenían dinero en Andorra gracias a la herencia del abuelo Florenci, espetó públicamente a su hermano: “Pero, ¿de qué herencia hablas, Jordi?”.

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100.000 euros tirados en la carretera

Todos los miembros de la familia Pujol Ferrusola son fanáticos del deporte. Pero no deportes normales. Les gustan los deportes de riesgo. Jordi, el mayor, era aficionado al senderismo, a la escalada, al paracaidismo, al parapente, al esquí fuera de pista. “Le encantaba también el ciclismo. Tanto, que podía recorrer en un día 200 kilómetros”, afirma Victoria Álvarez. Y, cómo no, al automovilismo. El primogénito de los Pujol llegó a participar en el rally París-Dakar y a correr profesionalmente en carreras de Fórmula 1. Quizá lo más llamativo de él era la colección de coches de lujo que atesoraba y que lucía por Barcelona. Ante la comisión de investigación del fraude fiscal, su madre, Marta Ferrusola, dijo que los supuestos coches de lujo “eran chatarra” y que “no funcionaban” (también dijo que la familia no tenía “ni un céntimo” y poco después reconocían cuentas millonarias en Andorra). Pero Victoria la desmiente. “Todos funcionaban extraordinariamente bien excepto el Miura, que había que arreglar cada poco. Es más: había dos Ferrari preparados para competir en carreras. Bajando de la Cerdanya tuvo un accidente tremendo con el Porsche y nunca lo fue a recoger. Se quedó tirado en la carretera. A mí me llegó la noticia de que había sido con un Ferrari y me dijo él que no, que había sido con un Porsche. “¿Y por qué lo dejaste?, le pregunté. ‘Ah, mira...’, me contestó. ¡Pero son 100.000 euros tirados!”.

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