La cuarta reina de España

05 / 06 / 2017 Luis Reyes
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Leonor seguirá, cuando acceda al trono, la estela de Isabel la Católica, Juana la Loca e Isabel II.

Isabel la Católica, paradigma del gran monarca, forjadora de la unidad nacional

Las tres reinas titulares de la corona española han sido determinantes en la Historia de España. Isabel la Católica fue precisamente la arquitecta de la unidad nacional, tanto por su matrimonio con Fernando de Aragón como por la culminación de la Reconquista en Granada. Además impulsó el descubrimiento de América, que duplicó los horizontes del planeta y nos convirtió en primera potencia mundial. 

Su hija Juana es conocida como la Loca por su desvarío tras la muerte de Felipe el Hermoso, de quien estaba morbosamente enamorada. Pero precisamente ese matrimonio determinó nuestro destino en Europa, al unir la dinastía de Trastámara con la germánica de Habsburgo y sumar los ricos –y conflictivos– Países Bajos a la Corona española. 

La tercera reina, Isabel II, supuso la restauración del derecho dinástico español, suplantado a la llegada de los Borbones por la francesa Ley Sálica, que impedía reinar a las mujeres. La pretensión de reinar del hermano de Fernando VII, don Carlos, notorio absolutista, desencadenó un siglo de Guerras Carlistas, y convirtió a la reina-niña Isabel II en el icono de las libertades. Con Isabel II vino el liberalismo, aunque luego tuviese la reina derivas reaccionarias que provocaron la Revolución de 1868.

Es paradójico que los carlistas o tradicionalistas luchasen contra una tradición dinástica tan española como la de las “reinas propietarias”, que tiene sus raíces en todos los reinos de la Reconquista, León, Castilla, Aragón y Navarra. La idea de una mujer en el trono encontraría no obstante resistencias, y haría falta un personaje de carácter como doña Urraca la Temeraria para imponerla. A su abuela, Sancha de León, le correspondió ser titular de la Corona leonesa en 1037, al morir sin descendencia su hermano. Pero eso era insólito en una época en que los reyes encabezaban los ejércitos que combatían a los moros, de modo que sería su esposo, el conde Fernando de Castilla, quien fue ungido rey de León.

Un siglo después las cosas cambiaron. En 1109 murió el único hijo varón del rey Alfonso VI de León. El monarca reunió entonces a la nobleza en Toledo y proclamó heredera a su hija mayor, Urraca. La infanta tenía 29 años –la madurez de la vida en aquella época–, estaba viuda, y ya había sido reina de Galicia cuando tenía 14 años, aunque conjuntamente con su marido. Los nobles aceptaron a Urraca como soberana, pero exigieron que se casara de nuevo, esperando ser alguno de ellos el elegido. Para evitar un conflicto entre nobles leoneses y castellanos, Alfonso VI eligió como yerno al rey de Aragón, también llamado Alfonso y apodado el Batallador, lo que da idea de su carácter.

Urraca se casó, pero manteniendo su carácter de “reina propietaria”. Incluso pactó capitulaciones con su esposo por el que se otorgaban recíprocamente la soberana potestas en el reino del otro (un precedente del “Tanto monta” de los Reyes Católicos), y si no tenían un heredero común, al fallecimiento de uno le sucedería como titular del reino su cónyuge. El pacto no se cumpliría porque los esposos se pelearon y hubo incluso un repudio. Urraca tuvo que enfrentarse en guerra civil no solo con su marido, sino también con su hijo, el futuro Alfonso VII. Batalló incansablemente durante sus 17 años de reinado, ganándose el mote de la Temeraria y demostrando que una mujer sí que podía ser un monarca guerrero.

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Juana, cuyo matrimonio de Estado convirtió a España en potencia europea

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Urraca de León, primera mujer que reinó y gobernó en España, como indica su cetro

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