Hasta siempre Mr. Costos

18 / 01 / 2017 Antonio Rodríguez
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El embajador de EEUU apura sus últimas semanas de trabajo en Madrid. La victoria de Trump le obliga a presentar su dimisión el 20 de enero, aunque aún no tiene decidido qué día regresará a su país. Su paso por España será recordado por la visita de Obama, la serie Juego de tronos y la pasión por el arte junto a su pareja.

James Costos en la casa-museo del pintor Sorolla

James Costos (Lowell, Massachusetts, 1963) dejará de ser embajador de Estados Unidos en España cuando Donald Trump jure su cargo en el Capitolio. Hará las maletas a finales de enero y en estos días de despedidas encuentra un rato libre para repasar con TIEMPO las vivencias que se lleva. Su aterrizaje, en septiembre de 2013, se produjo con turbulencias ya que Exteriores le convocó a los pocos días por el presunto espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA, por sus siglas en inglés) a ciudadanos españoles, pero aquel sinsabor quedó en anécdota. Desde entonces se ha afanado por estrechar los vínculos bilaterales. En el terreno político, logró que Barack Obama visitase España el pasado mes de julio. Fue la primera visita de un mandatario de EEUU en 15 años, lo que da una idea de lo difícil que es materializar un viaje de estas características. En el militar, los dos países firmaron en 2015 un nuevo acuerdo de defensa que ha permitido una mayor presencia norteamericana en las bases de Morón y Rota. Y en el área económica, el intercambio comercial ha llegado a su umbral más alto.

Viniendo él de una multinacional de la televisión como es HBO, de la que era uno de sus vicepresidentes, la serie Juego de tronos ha elegido puntos de la geografía española para grabar secuencias de sus últimas temporadas. La gran variedad de escenarios y los incentivos fiscales del 15% pactados con Hacienda permitieron a la productora norteamericana incluir el Alcázar de Sevilla y la localidad de Osuna en su quinta temporada. La sexta, que se emitirá pronto, incluirá planos de Gerona, el Cabo de Gata (Almería), Peñíscola (Castellón), el castillo de Zafra (Guadalajara) y Las Bárdenas (Navarra). Para la séptima, que se está grabando ahora, se han elegido escenarios de Cáceres, Trujillo y Los Barruecos en la provincia cacereña, además de Almodóvar del Río (Córdoba), las ruinas de Santiponce (Sevilla) y las playas de Zumaia (Guipúzcoa) y Bermeo (Vizcaya).

A Costos se le recordará también por su pareja, el interiorista Michael Smith. Los dos se trajeron de EEUU algunos de los cuadros de su colección privada, llamaron a amigos galeristas para que les prestaran obras durante su estancia en Madrid y convirtieron su residencia en un museo de arte contemporáneo con la ayuda del Departamento de Estado, a través del programa Art in Embassies. De las paredes de la residencia han colgado estos últimos años 80 obras de artistas como Roy Lichtenstein, Andy Warhol, Eduardo Chillida, Antonio Saura, Josef Albers o Antoni Tàpies, entre otros. Una muestra con escasos precedentes en España que ha podido ser vista por unas 10.000 personas.

La pasión por el arte de esta pareja ha alcanzado a los dos perros que han adoptado en España y que viajarán con ellos de regreso a Los Ángeles. El primero que acogieron fue Greco, en homenaje al pintor griego que tanto les ha cautivado en el Prado o Toledo, y también por las raíces helenas de Costos. Al segundo lo llamaron Whistler, por el famoso pintor norteamericano del siglo XIX James McNeill Whistler, autor del cuadro Retrato de la madre del artista y oriundo de la misma ciudad de Massachusetts que el embajador.

Si por algo ha destacado Costos en Madrid ha sido por su empeño en atraer inversiones directas a España y su apoyo a los jóvenes empresarios. Tras el desembarco de Juego de tronos llegó el turno de Netflix. Este servicio de televisión por Internet se creó en 2007, cuenta con más de 60 millones de suscriptores en todo el mundo y permite ver los estrenos de películas y series al mismo tiempo que en Estados Unidos a cambio de una tarifa mensual. Y no solo en inglés, sino que ofrece doblaje y subtítulos en castellano y otros muchos idiomas.

La llegada de Netflix ha ayudado a que haya menos descargas ilegales en España, una de las obsesiones del embajador. Washington sacó en 2012 a España de su lista negra de países donde la piratería campaba a sus anchas. Lo hizo tras la entrada en vigor de la ley Sinde, pero Costos ha echado en falta desde entonces que las administraciones públicas hagan campañas de sensibilización contra esta práctica. El embajador también ha estado detrás de la decisión de Google de abrir en Madrid su cuarto campus mundial para emprendedores, solo por detrás de Londres, Seúl y Tel Aviv. A la inauguración en 2015 de este espacio que reunió a 1.800 jóvenes asistió Felipe VI, quien le agradeció su papel para que el gigante informático se haya fijado en nuestro país.

Las últimas semanas de Costos en España estarán centradas en el acuerdo técnico que los dos países negocian desde hace meses para fijar los términos de la limpieza de Palomares, la localidad almeriense en la que, en 1966, cayeron cuatro bombas nucleares que, afortunadamente, no llegaron a explotar. El desalojo de 50.000 metros cúbicos de tierra contaminada que quedan aún en Palomares, el equivalente a cuatro piscinas olímpicas, sigue siendo la principal reclamación española en Washington desde hace dos décadas. Y el objetivo es que el acuerdo se anuncie bajo la Administración Obama. Es decir, antes del 20 de enero, aunque ninguna de las partes se atreve a hacer pronósticos.

El secretario de Estado norteamericano (cargo equivalente al de ministro de Asuntos Exteriores), John Kerry, firmó en octubre de 2015 un protocolo bilateral con su homólogo español, José Manuel García-Margallo, en el que Estados Unidos aceptaba negociar los términos técnicos de la descontaminación de estos terrenos en los que hay fuertes indicios de radiactividad, fruto del peor accidente de la Guerra Fría con armas nucleares. Fue un hecho histórico ya que Washington se había resistido hasta entonces a dar este paso para no crear un precedente en el que otros países, caso de Vietnam, reclamasen lo mismo por las intervenciones militares ocurridas el siglo pasado. El destino que se baraja para depositar la tierra contaminada de Palomares es un silo para residuos radiactivos que hay en el desierto de Nevada, a unos cien kilómetros de la ciudad de Las Vegas.

El proceso de empaquetamiento de la tierra y posterior traslado por barco a territorio estadounidense es delicado y costoso, al tratarse de residuos radiactivos, y los trabajos se prolongarían a lo largo de dos años como mínimo. La estimación económica de la limpieza de esta zona afectada ronda los 600 millones de euros, una cifra que Washington asumiría a cambio de que Madrid renunciase a futuras reclamaciones judiciales. Y a nadie se le escapa que un acuerdo de este tipo no sería fácil de lograr con Donald Trump en la Casa Blanca.

Para esta entrevista en Madrid, una de las últimas que dará en calidad de embajador, Costos ha querido estar en el Palacio Real, el mercado de San Miguel, el Retiro, donde suele correr los fines de semana entre 5 y 10 kilómetros y, finalmente, la casa museo del pintor Joaquín Sorolla. ¿Por qué este sitio? La respuesta está en la decisión de este año de la Hispanic Society of America de conceder a su pareja, Michael Smith, una de sus medallas Sorolla por su trabajo de promoción del arte español en EEUU. El embajador llega a la plaza de Oriente con el recuerdo de sus recientes vacaciones navideñas en Andorra, donde ha podido disfrutar de la nieve que no ha visto caer en Madrid. A los pies del monumento de Felipe IV, no duda en culpar de la falta de nevadas en la capital al “cambio climático”, ahora que prolifera tanto negacionista en su país.

Tras dejar atrás el Palacio Real, “símbolo de la historia de España” y donde Obama se sintió más a gusto en su visita de julio, Costos pone rumbo al mercado de San Miguel, uno de los centros gastronómicos y culturales de la capital de la mano de Montserrat Valle, quien el año pasado inauguró la primera franquicia en Miami y está a punto de hacer lo mismo en Washington, junto al Kennedy Center. Costos se compromete a llevar al matrimonio Obama a este lugar en cuanto concluya la presidencia demócrata y él se instale de nuevo en su país con Smith. Después de pedir un helado en el mismo puesto que eligieron los príncipes de Gales en su visita a este singular mercado, el embajador hace repaso a sus tres años en España, de los cuales uno los pasó con el Ejecutivo español en funciones. 

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