El chollo de ser pueblo nuclear

12 / 03 / 2010 0:00 CLARA PINAR Y JAVIER OTERO [email protected]
  • Valoración
  • Actualmente 4 de 5 Estrellas.
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
  • Tu valoración
  • Actualmente 4 de 5 Estrellas.
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
¡Gracias!

Las compensaciones económicas que reciben los pueblos donde hay una central nuclear los han aupado a los primeros puestos de los municipios más ricos. Se las gastan en asistencia social, ayudas, subvenciones, equipamientos deportivos de lujo y fiestas patronales.

Qué hace que un pueblo de 1.500 habitantes pueda pagar la luz a sus vecinos, arreglar gratuitamente sus fachadas y llevar a David Bisbal a actuar en sus fiestas? La lámpara mágica que pueden frotar siete poblaciones españolas se llama central nuclear y las compensaciones económicas que reciben por ellas y que disparan sus presupuestos municipales. Millones de euros para pueblos a menudo de pocos residentes que hacen que sus ayuntamientos tengan hasta cinco veces más recursos por habitante que la media del país para gastar en asfaltar las calles, hacer polideportivos o financiar sus fiestas.

En 2009 la Empresa Nacional de Residuos Nucleares (Enresa) asignó unos 20 millones de euros a los ayuntamientos afectados por centrales nucleares y por el almacén de residuos de media y baja actividad de El Cabril, en Córdoba. La central de Ascó fue la que provocó las mayores asignaciones, hasta 3,2 millones de euros a repartir en su comarca, que hicieron engordar los presupuestos municipales de forma significativa. Ascó encabeza en presupuesto per cápita a los ayuntamientos que tienen en su término centrales. Cuenta con 6.450 euros por cada lugareño, frente a los 1.721 de la media española o los 1.587 por madrileño con que cuenta el alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón. Los municipios nucleares están en los primeros puestos entre los que tienen más recursos por vecino, un efecto algo menos acentuado en el caso de Vandellós, el que tiene más habitantes del club de pueblos con central nuclear.

Esto provoca contrastes muy fuertes, como el que se produce entre el Ayuntamiento de Trillo, que cuenta con 6.336 euros por cabeza, frente a los 886 de su capital, Guadalajara. Romangordo, un pueblo cercano a la central de Almaraz, pero que ni siquiera está situada en su término, supera a todos con 8.773 euros por cada uno de sus 224 habitantes.

Si se observan los datos de los presupuestos municipales de España, un pueblo como Ascó, de 1.600 habitantes, se sitúa con su presupuesto total de 10,3 millones a la altura de poblaciones diez veces más grandes.

Las compensaciones por alojar una central o por tenerla cerca datan de 1988, cuando una orden ministerial estableció un sistema de ayudas para procurar el desarrollo económico de municipios en principio aislados y poco poblados. La cantidad total que se otorga hoy por cada central asciende a 1,8 millones de euros anuales, de los que un 20% se destina al municipio que alberga la central. El resto se reparte entre los pueblos situados en un radio de 10 kilómetros y entre los núcleos urbanos si caen en un perímetro de 20 kilómetros en función de dos criterios: población y cercanía a la central.

Con este reparto, pueblos con pocos habitantes y alejados reciben poco dinero. Pero la situación está a punto de cambiar y casos como el de Escopete (Guadalajara), que hoy percibe 1.500 euros al año, pasará a percibir 100.000 euros al año con la modificación de las compensaciones que ultima el Ministerio de Industria en la que se establecerá que los pueblos en el área de influencia de una central reciban un mínimo de 100.000 euros. Uno de ellos será este pueblo de Guadalajara, de 64 habitantes y que recibió 14.867 euros del Plan E.

A estos ingresos los pueblos nucleares suman el Impuesto sobre Bienes Inmuebles que le cobran a la central y que en ocasiones es superior a las compensaciones mismas, como es el caso de Almaraz (Cáceres), que en 2009 percibió 1.842.430 euros en concepto de IBI más 572.180 euros de parte de Enresa. Más de 2,4 millones de euros para las arcas de un municipio de 1.557 habitantes. Las compensaciones por el futuro Almacén Temporal Centralizado (ATC) serán mayores. Ascienden a seis millones de euros anuales, la mitad para el municipio de cabecera y el resto repartido en función de la población y la cercanía, entre las poblaciones a 1o kilómetros a la redonda, con un mínimo de 100.000 euros anuales.

Recibo de la luz

El recibo de la luz es el que financia estas compensaciones en su mayor parte. Y aquí es donde se juega parte del interés en tener el nuevo almacén de residuos de alta actividad. Hasta ahora, las compañías dueñas de las centrales nucleares guardan los residuos de alta actividad en sus centrales (salvo una parte que salió a Francia) y pagan los costes de su gestión. Con el nuevo almacén, Enresa se hace con la gestión de los residuos y “los costes pasan de las compañías a los ciudadanos a través del recibo de la luz”, explica Carlos Bravo, de Greenpeace.

Según el responsable de la campaña antinucleares de la organización ecologista, “Enresa ha tentado a los alcaldes con dinero” y les recomendó que aprobaran en pleno su candidatura al ATC e informaran a los ciudadanos sólo después, como ha ocurrido en algunos casos, para evitar que la oposición vecinal las echara atrás. Bravo aboga por un proceso “más transparente” y llama la atención sobre otros intereses que hay detrás, como que el alcalde de Yebra, uno de los municipios que opta al ATC, trabaje en Enresa, cuestión que citó el presidente castellano-manchego, José María Barreda, para anunciar un recurso contra la decisión de este ayuntamiento. Greenpeace sospecha que puede haber otros casos de relaciones familiares con el negocio nuclear entre los candidatos. Bravo recuerda que los primeros que intentaron presentarse como candidatos fueron municipios segovianos, la provincia de la que fue senador Arturo González, hoy alto directivo de Enresa, aunque se echaron atrás por la oposición vecinal.

Asistencia y lujo

Prosperidad para el pueblo y trabajo para sus habitantes son las razones de los alcaldes que han presentado candidatura para el ATC. Su ejemplo son los municipios con centrales nucleares.

¿Y en qué se gastan tanto dinero? Principalmente en equipamientos sociales y de asistencia, infraestructuras y medidas de diversa índole para evitar la despoblación. Así, los habitantes de Trillo (Guadalajara), Ascó y Vandellós (Tarragona) o Almaraz (Cáceres) no pagan electricidad y disfrutan de dotaciones como residencias de ancianos o instalaciones deportivas al más alto nivel y únicas en sus comarcas. Ascó tiene una televisión local, una pista de atletismo de tartán y césped natural y una escuela de fútbol para niños y jóvenes dotada por el Ayuntamiento con 400.000 euros anuales. Trillo se ha dado más a las obras públicas y no hay año en el que no asfalte las calles, edificios y la escuela. “Hay más obras que en Madrid”, dice un vecino que cuenta que hace unos años los habitantes que quisieron arreglar y pintar sus fachadas no tuvieron más que ir al Ayuntamiento para dar su dirección exacta. Almaraz corre con los costes de la podología de sus mayores, paga 1.000 euros por el nacimiento de cada niño y costea el transporte escolar a los alumnos que tiene que desplazarse a 14 kilómetros para estudiar secundaria. Esta localidad se dedica también a la causa solidaria. Destina 2.000 euros al año a mantener un almacén solidario para repartir comida entre quien la necesite y el Ayuntamiento ha donado 5.000 euros a Haití y ha iniciado el proceso para acoger a niños haitianos todo el tiempo que sea necesario. El Ayuntamiento también correrá con estos gastos, de la misma manera que donó 100.000 euros después del tsunami en el sudeste asiático.

Hay dos capítulos de gasto en los que coinciden estos ayuntamientos: recompensar el estudio de los niños y los jóvenes y celebrar unas memorables fiestas patronales. Trillo da premios en metálico por cada asignatura aprobada, Almaraz tiene subvenciones para todos los niveles educativos hasta los universitarios, que perciben 300 euros al año, y Ascó trata de estimular el esfuerzo de sus universitarios premiándoles con 3.000 euros si terminan la carrera en los cuatro años preceptivos, que se reducen al 80% si se tardan cinco años y al 70% si se tardan seis.

Fiestas patronales

Estos pueblos pueden presumir también de tener las mejores fiestas de su comarca. Trillo, de unos 1.300 habitantes, dispone de un presupuesto de alrededor de 36.000 euros para unos festejos que se prolongaron de tres a cinco días después de la construcción de la central nuclear y que le permite llevar a artistas del caché de David Bisbal y celebrar dos corridas de toros y un encierro de otros seis astados. La alcaldesa de Almaraz, Sabina Hernández, recuerda que antes de la central una comisión de festejos iba casa por casa recaudando dinero. Ahora actúan artistas como Café Quijano, La quinta estación o David Civera a un precio “simbólico”.

Sin embargo, la comodidad económica que da una central sólo ha servido, a duras penas, para que estos pueblos, y sobre todo los de los alrededores, no se queden sin habitantes y tampoco les ha garantizado la prosperidad. Fuentes de la Asociación de Municipios en Áreas de Centrales Nucleares (AMAC) señalan que este dinero “ha servido para arraigar la población” y que no disminuya. Pero tampoco ha tenido el efecto contrario. Los censos de estos pueblos apenas han sufrido modificaciones al alza, es decir, la opulencia nuclear no ha atraído a más habitantes. “En realidad, la gente tiene miedo de vivir al lado de una central nuclear”, admite un habitante, que diferencia entre quienes han sido de estos pueblos de toda la vida, y que en parte están comprados por las facilidades que les da el dinero de las centrales, y los de fuera. Por lo general, ni siquiera quienes han construido las centrales ni quienes trabajan en ellas residen en la localidad. Una excepción es Vandellós, donde la central hizo aparecer todo un barrio de nuevas familias. La alcaldesa de Almaraz destaca que al menos los jóvenes no se van y para ellos el Ayuntamiento ha creado una promoción de viviendas protegidas.

El otro aspecto negativo es que la riqueza que genera la central les ha hecho muy dependientes de la energía nuclear. Y la población se ha acomodado. “Si se cobra un sueldazo por trabajar en la central, para qué se va a trabajar la tierra o se va a estudiar”, dicen en uno de ellos. En otros casos ha generado un número de empleados del Ayuntamiento muy superior al necesario o se ha impuesto un monocultivo industrial que, en el caso de Ascó, truncó su importante industria aceitera -en los años 60 del siglo pasado era el mayor productor de Cataluña-. Precisamente, Ascó es la única localidad con central nuclear que ha pedido el ATC, puesto que prevé que a su central le quedan 15 años y que después no tendrá más medios de vida. Trillo ha intentado, sin éxito, desarrollar empresas turísticas o de ocio. La otra cara de la moneda es, por ejemplo, Almaraz, donde los terrenos industriales que habilitó el Ayuntamiento están ocupados con varias empresas, o Vandellós, que ha sabido explotar el sector turístico en la localidad aledaña y costera de Hospitalet de los Infantes.

Grupo Zeta Nexica