Así operan las agencias privadas de espionaje

11 / 04 / 2012 17:53 Fernando Rueda
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Son poco conocidas y muy herméticas. Buscan datos que pueden ser decisivos para un negocio y para ello utilizan a prestigiosos espías y generales influyentes.

La última filtración de Wikileaks no ha sido correspondida con el mismo despliegue de información que en casos anteriores, como cuando se publicaron los cables de la Secretaría de Estado de EEUU y de sus embajadas por todo el mundo. Los documentos, cerca de cinco millones, sacaban a la luz las actividades de una agencia de inteligencia global, Stratfor, que actuaba como “la CIA en la sombra”. Muchos pensaron que eso de una agencia privada de espionaje no era tan importante. Sin embargo, la realidad es bien distinta.

Las grandes empresas españolas que tienen presencia en el extranjero han recurrido siempre a la propia Stratfor o a otras empresas similares cuando pretendían asentarse en un nuevo país y carecían de información estratégica. “Lo que buscan es el camino por el que tienen que orientar su empresa para cerrar negocios en determinados países complicados, como ha podido ser el caso de Argelia”, explica Vicente Fernández, uno de los principales especialistas españoles, de la empresa SAI (Security Analysis Intelligence).

Las necesidades de las multinacionales están dirigidas a identificar la competencia de otras empresas en su nuevo destino, los riesgos que pueden correr con el gobierno de turno, los problemas laborales a los que se podrían enfrentar o los peligros de seguridad que pueden correr sus trabajadores e instalaciones. Las respuestas, necesariamente, se las tiene que dar una agencia que tenga especialistas en la zona, que conozca perfectamente la situación. Para ello, nadie mejor que antiguos espías que hayan trabajado en el país, que conozcan el funcionamiento del sistema y que una vez retirados de la central de espionaje sigan manteniendo a sus informantes en la zona. Esto es una parte de lo que ofrece la agencia Stratfor y que en España es un bien escaso.

Durante años, una de las personas que mejor asesoró desde su empresa fue José Antonio Sainz de la Peña, que había estado destinado en el norte de África como delegado del Cesid (ahora CNI) y conocía la zona como la palma de su mano. Ahora, la empresa española más parecida a Stratfor es el Grupo Atenea, ubicada en Madrid, que se dedica a consultoría estratégica en defensa, inteligencia económica y seguridad.

El Grupo Atenea, continuador en alguna manera de la empresa consultora I2V, está formada por un prestigioso equipo de personas del que solo desvela que son “expertos que han trabajado en puestos de responsabilidad en los distintos estamentos de la Administración, de los ejércitos, de la seguridad interior y de empresas privadas”.

La característica principal de una parte importante de su personal es haber pertenecido al servicio de inteligencia, empezando por su presidente, José Luis Cortina, que a finales de la década de los 70 y principios de los 80 mandaba la unidad operativa del servicio secreto. También destaca que la inmensa mayoría de los directivos son antiguos altos mandos de las Fuerzas Armadas: José Antonio García González, jefe del Estado Mayor del Ejército; Juan Ortuño, teniente general; Rafael Lorenzo, almirante; o Fernando Mosquera, teniente general del Aire.

Su importancia es tal que en una de las ferias militares celebradas el año pasado, el director del CNI, Félix Sanz, se paró a charlar con ellos y el 13 de marzo fueron recibidos por el ministro de Defensa, Pedro Morenés.

Una extensa red de trabajo.

El Grupo Atenea ha trabajado para numerosas empresas en sectores como energías renovables, farmacéutico, instituciones privadas y fundaciones, construcción, industria del juego, servicios financieros, industria textil, moda, comunicaciones, publicidad, tecnología, defensa o maquinaria pesada. La stratfor española, según fuentes de la empresa, trabaja para organismos y empresas de EEUU, México, Mercosur, Europa (Francia, Italia, Benelux, Reino Unido, Suiza, Alemania), países del Este (Bulgaria, Polonia, Rusia y Ucrania), Asia (China, Hong Kong y Japón), Oriente Próximo (Israel, Emiratos Árabes Unidos) y paraísos fiscales.

Antiguos agentes del servicio de inteligencia español, el CNI, trabajan desde hace años a título individual para grandes empresas en labores de inteligencia y seguridad. Algunos de ellos fueron contactados cuando todavía estaban en activo y se les ofreció abandonar la Casa a cambio de un sueldo más alto para ocuparse de esas tareas en determinados países conflictivos. El trabajo que realizan es similar al de Stratfor: conseguir información sobre el país utilizando sus propias fuentes locales y pidiendo ayuda a los delegados del CNI.

En España, al margen del Grupo Atenea, la mayor parte de las empresas especializadas tienen problemas para trabajar para la Administración porque carecen de la acreditación necesaria que entrega el servicio de inteligencia. Sin ella, nadie puede contratar esos trabajos con el Gobierno. Esta acreditación, sin embargo, sí la otorgan otros servicios de inteligencia occidentales, como el de Estados Unidos, a sus empresas privadas, lo que facilita que instituciones como Stratfor puedan contratar no solo con su Gobierno sino con otros.

El motivo principal de la escasez de empresas españolas en el sector es que no existe una cultura de inteligencia. Una superpotencia como Estados Unidos descubrió hace ya muchos años que determinados trabajos eran mejor realizados por empresas privadas al margen de las instituciones oficiales. En los conflictos internacionales, la Secretaría de Defensa contrata con toda normalidad a poderosas empresas de mercenarios como Blackwater, que luego cambió el nombre por el de XeServices (en Gibraltar está registrada como SGSI Group, una empresa con capital español, con un responsable español, que tiene presencia en las principales guerras mundiales desde 1997).

Junto al personal especializado en inteligencia que las empresas españolas contratan para solucionar sus problemas particulares, en los últimos tiempos, y muy especialmente tras la llegada de Mariano Rajoy al Gobierno, el CNI ha asumido la misión de conseguirles información para facilitarles el asentamiento en el exterior. Se trata básicamente de compartir con ellos la inmensa base de datos de que disponen, actualizada por los agentes destacados en cada uno de esos países. Es lo que pretende hacer Stratfor, pero de una forma más oficial.

En los últimos años, lo que sí están haciendo empresas especializadas españolas es ofrecer sus servicios para el momento en que las multinacionales están asentadas en el país objeto de sus nuevos negocios. Vicente Fernández explica: “Nosotros les decimos cómo seguir el camino sin equivocarse, cómo evitar que el empleado local del país sea un hombre puesto por el gobierno para informarles, es decir, cómo evitar que les espíen una vez instalados. También hacemos otros muchos trabajos como conseguir que sus comunicaciones internas sean herméticas”.

Si la empresa que se instala en un país extranjero conflictivo no dispone de grandes medios, empresas españolas como SAI realizan tareas de inteligencia privada, montándoles un microservicio de inteligencia. Fernández especifica: “Las empresas como Stratfor te dicen cómo ganar más dinero y SAI, una vez que te has instalado en África, te blinda la empresa y evita sabotajes o salidas ilegales de información”.

Los empresarios están cada día más concienciados, pero todavía muchos no son conscientes de la parte preventiva de la inteligencia. El exceso de confianza les hace cometer errores y que haya una salida de información que perjudique su negocio. Sin necesidad de que se haya producido un problema, se aconseja un estudio previo de seguridad con la infiltración de un agente que compruebe la lealtad de todos los empleados. Esta es la inteligencia que más demandan las empresas españolas.

Stratfor es una empresa estadounidense que tiene muchos agentes especializados en diversas áreas para proporcionar información privilegiada a sus clientes, que pagan miles de dólares mensualmente para disponer de ella. Tras ser difundidos sus papeles secretos por Wikileaks, han procedido a blanquear su imagen tratando de vender al mundo que lo que hacen son meros análisis cuasi universitarios. Estos informes eran recibidos de una forma gratuita por muchas empresas y especialistas españoles, que sabían que eran un mero ejercicio de propaganda, pues si querían la información auténticamente buena, tenían que pagar.

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