Fernando Tejero

Su enorme popularidad por la televisión encubre en parte su trayectoria de actor teatral. Con ‘La cantante calva’, de Ionesco, obtiene un éxito de crítica y público, como decían los viejos gacetilleros.

Estamos hiperconectados, pero me parece que la incomunicación que Ionesco reprochaba hace setenta años sigue vigente.

Creo que ahora hay más incomunicación todavía. Yo mismo, que no soy un usuario frecuente de los aparatos electrónicos, me comunico con un amigo por WhatsApp y luego, cuando estamos juntos ya no tengo que decirle nada. Hay miedo de mirarse a los ojos, de pararse, de reconocerse, de autoanalizarse y de hacerse las preguntas de siempre, por qué, para qué, con quién… Comunicarse es sentirse y eso es lo que plantea Ionesco en La cantante calva. 

Un teatro como el Español, un director de los buenos, la obra más representada en el mundo, un elenco con figuras. ¿Es lo que esperaba de este oficio?

Hombre espero muchas más cosas, pero creo que estoy en el buen camino. Yo quería ser actor por el teatro. La televisión y el cine me vienen de rebote, aunque yo creo que el actor, si lo es, puede hacer las tres cosas. Pero el teatro es lo que yo quería y devoraba desde adolescente en Córdoba. 

Y ese camino le lleva también a la producción teatral.

Esta es la cuarta función en la que estoy comprometido en la producción. Es un medio muy bueno para acabar haciendo lo que me gusta y con la gente que quiero. No voy a dejar de hacer cine o televisión, porque me gusta, me divierte y me produce ingresos para poder invertirlos en el teatro. 

Del cine parece apartado.

Hace dos años que no hago cine porque lo que me proponen considero que ya lo he hecho. Había un proyecto con Agustín Díaz Yanes que me gustaba, pero no lo pude hacer por el teatro. Si tengo que decidir entre tres proyectos buenos de cine, televisión y teatro, me quedo con este último. No sé lo que haré en cine o televisión dentro de un par de años, pero sí sé lo que voy a hacer en el teatro.

¿Su progresión teatral le aparta de la idea que tiene de usted el público?

Cada nueva obra me exijo más y sufro un montón por la búsqueda de la creatividad, de la perfección. El día que deje de sentir nervios, que baje la guardia, que no tenga ganas de ahondar, será porque he dejado de ser actor. Ahora que no tengo pareja, uno de los momentos más felices del día es llegar al teatro y subirme al escenario. 

¿Es esperable que nos sorprenda con un papel dramático?

Tengo un proyecto con Ernesto Alterio y Natalie Poza para hacer Las criadas. Antes de La cantante calva le había propuesto al productor Jesús Cimarro hacer un Strindberg. Ya había hecho un Chejov y este Ionesco es dramático, aunque tenga una clave de comedia. El drama llegará en el momento justo.

¿La cantante calva se da un revolcón con Montoro para agradecerle la rebaja del IVA?

Encima tenemos que agradecérselo. De cada dos funciones que hago, una es para Hacienda; de cada dos capítulos de la serie, uno se va para Hacienda. Creo que está más que bien. No sé qué tiene este Gobierno contra nosotros. 

Los miércoles, día del espectador, hay sesión de control en el Congreso, que es gratis. ¿Habría que demandarlos por competencia desleal?

Denunciaría a esta gente por tantas cosas! Odio cualquier violencia, pero habría que acorralarlos y que oigan el clamor de la gente, porque ahí también hay una incomunicación total.