Félix de Azúa

01 / 04 / 2016 Luis Calvo
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Escritor y académico de la lengua.

“Ada Colau debería estar sirviendo en un puesto de pescado”

De Azúa pasa del cabreo a la decepción por momentos. Aconseja a los jóvenes que huyan de los partidos políticos, “o te corrompen o te destruyen”, especialmente de Podemos, a quien emplaza a pedir perdón por aceptar dinero de Irán y Venezuela. 

De Azúa remueve lentamente el café mientras piensa las respuestas. No se acelera. Hace solo unos días que ocupa el sillón H de la Real Academia Española, la misma que en los 70, cuando estaba llena de obispos y arciprestes, criticó sin piedad. La RAE ha mejorado, pero De Azúa no se suaviza. Con tranquilidad y desde la reflexión, sigue cargando contra una sociedad y una política que considera, cuando menos, decepcionante.

 

Decía en su discurso que la RAE es popular. ¿Lo cree de verdad?

Es absolutamente cierto. Cuando me nombraron, todo el mundo me felicitaba. A mí, que no me conocen de nada. Eso es real. Incluso dejé varios discursos sobrantes al quiosquero y se acabaron en cinco minutos. Aún hay gente que los pide. La RAE es popular.

Quizá por una cuestión de estatus, pero su labor es muy desconocida.

Son las palabras. La gente tiene fascinación por el lenguaje. Si tienen un poco de preparación, desde un punto de vista crítico, serio, pero, si no, les gusta por sí mismo. Hay una enorme cantidad de concursos, que siguen millones de personas, dedicados al lenguaje. Son las élites las que son analfabetas y hacen lo posible para destruirlo.

Sin embargo, dice que la educación y la cultura están bajo mínimos. ¿Qué se puede hacer para cambiarlo?

Si pudiera contestar la pregunta podría ser ministro de Cultura. Bueno, o no. Los Gobiernos de las sociedades democráticas no tienen por qué intervenir en la cultura. En países con una enorme tradición cultural, como el Reino Unido, intervienen muy poco. Es precisamente en los demás, los que carecen de ella y, como el nuestro, llevan cuatro siglos de tiranía oligárquico-clerical donde creen que es cosa suya. Bueno, creen que todo es cosa suya, porque la cultura no les puede interesar menos. Se dan cuenta de que es mejor que la gente no sepa nada. La prefieren analfabeta. Lo que les interesa es el fútbol. No se imagina la cantidad de dinero que le dan al fútbol. Es monstruoso.

Y se suprimen las asignaturas de humanidades. ¿Qué le parece?

Lo que se suprimen son las asignaturas que enseñan a pensar.

¿Está la universidad española peor que cuando usted la conoció?

La universidad tiene dos partes. Una son las escuelas técnicas. Eso está estupendo. Lo que es grotesco son precisamente las de humanidades. Son catastróficas. Muchos actuales profesores no pasarían un examen de Bachillerato de mi época. Fíjese lo que ha salido de la Facultad de Políticas de la Complutense... Es lo más ignorante del país, pero consiguen llevar a la gente gregaria, como corderitos. Y eso que Pablo Iglesias cada vez que cita un libro lo hace mal.

Critica a izquierda y derecha. ¿No se salva nadie en la política?

Ya no. Desde mi edad yo siempre aconsejo que no se haga caso a ningún partido político o institución, nada que sea colectivo ni nada que sea gregario. Cultívate tú mismo, pero sin hacer caso de nadie. En la política no hay nadie que merezca la pena. Veo algo de decencia en Ciudadanos. Pero ni siquiera ellos ayudan a los padres que piden educación en castellano en Cataluña. Tiran balones fuera. Incluso el más decente, se está volviendo indecente.

Su discurso es desolador: pide que los más preparados huyan de la política.

Es que no creo que haya solución. Sería inútil. En los partidos o te corrompen o te destruyen. Al menos en este país. Ni aquí ni en Italia queda nada de dignidad en la política. Es la podredumbre absoluta. Hay que apartar las manos para no mancharse.

Siempre es muy duro con Podemos. ¿Por qué?

Es algo muy sencillo. Han aceptado dinero de los gorilas venezolanos y los verdugos iraníes. Yo no entiendo cómo alguien les sigue haciendo caso.

Han logrado cinco millones de votos.

Sí, lo sé. Pero imagina que hubieran recibido dinero de los partidos nazis alemanes o daneses. ¿Tendrían cinco millones de votos? Seguramente no. Quiero creer que no. La gente no sabe lo que es Irán, que cuelgan a los homosexuales de grúas y lapidan a las adúlteras, o lo que hace el castrismo venezolano. A esta gente de Podemos nadie se lo dice cuando reprochan al resto ser casta. Oiga, ¿y ha pedido usted perdón a los homosexuales iraníes?

Pero, insisto, tiene cinco millones de votos. El PP, pese a la corrupción, siete. El PSOE gana en Andalucía...

La gente debe de votar borracha. Yo me siento ajeno. Hasta ahora votaba a Ciudadanos. Las próximas, veremos.

Alguien tendrá que gobernar, ¿no?

No lo creo. Yo creía en los Gobiernos. Me creí el socialismo y a Felipe González, pero ya no. Este país ha vuelto a su verdadera personalidad. Su verdadera personalidad es el franquismo.

¿No ha cambiado nada desde el franquismo?

Dígame qué. Hay una diferencia: ahora va a parar menos gente a la cárcel por chorradas y la represión es menor o menos selectiva. No hay comandos... Bueno, depende del lugar, en Cataluña sí. Pero la corrupción era mucho menor. Robaban, pero menos. El franquismo: horrible, lo peor. Pero es que esto es un franquismo simpático, disimulado de democracia. No soporta la comparación con las democracias europeas. Fuera, por ejemplo no existen apenas aforados. Aquí lo son todos.

¿Cree que los partidos conseguirán pactar un Gobierno?

Estoy seguro de que vamos a las elecciones. ¿Cómo va a haber un Gobierno? O es algo disparatado con independentistas y aberzales, que habría que marcharse de España, o Rajoy y Sánchez se suicidan y pactan. Se repetirán las elecciones. Podemos estar cinco años sin Gobierno. No vamos a ser mejores que los belgas. Un político cobra alrededor de un millón de pesetas [6.000 euros]. Se le paga para que negocie y no lo hacen. La ideología no debería tener peso ahora mismo sino la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos. Y eso, lo cierto es que les importa un bledo. Lo único que quieren es un sillón para ellos y otro para los amigos y familia. No quieren negociar más que sus privilegios.

Hace cinco años que se fue de Cataluña. ¿Ha cambiado algo?

Sí, a peor. La situación es grotesca. Cuando una colectividad entra en la vía de la irracionalidad absoluta se puede llegar a lugares extraordinarios. En Cataluña ya solo importan los sentimientos, no la razón. Es maravilloso que a Cataluña le represente en España alguien como Gabriel Rufián [el portavoz de ERC]. No engaña. Eso es Cataluña. Eso es lo que quiere exportar. Una ciudad civilizada y europea como Barcelona tiene como alcaldesa a Colau, una cosa de risa. Una mujer que debería estar sirviendo en un puesto de pescado. No tiene ni idea de cómo se lleva una ciudad ni le importa. Lo único que le importa es cambiar los nombres de las calles.

Recuerdo que decía que no quería que a su hija le impusieran el idioma. ¿Se fue por ese motivo?

El idioma me da igual. No quería que le impusieran el odio a España y los españoles. Los políticos en Madrid no quieren que nadie se lo diga, pero en Cataluña, en las escuelas, se enseña el odio a los españoles.

¿Hay presión social contra los no independentistas?

Es como en Checoslovaquia en la época de los tanques rusos. Es una presión constante, todos los días y a todas horas. Pero sonriente. Es fascismo sonriente, fascismo simpático, de feria, del poble. Un poco como la época de ETA en el País Vasco, que tomaba las fiestas del pueblo. No podías ir a ninguna si no eras, al menos, simpatizante aberzale. Esta gente es parecida, sigue una estrategia similar. Controla todo el dinero y no se gasta un duro sin que lo aprueben. Da mucho frío quedarse fuera de eso.

¿Conoce a más gente que se haya ido de Cataluña por la misma razón?

Lo hacen los jóvenes. Es muy difícil a partir de cierta edad irte de un sitio y acomodarte en otra ciudad. Yo entiendo que la gente se lo piense. Si no provocara tantos problemas, de mi círculo se iba la totalidad. Es una situación insostenible.

¿No se cansa de pelear todas las batallas?

Sí, me canso. Es más, a la vuelta del verano, me retiro. Tengo cosas que hacer. Me voy a dedicar a regar mi jardín. Se acabó.

Si el siglo XX fue el “siglo idiota”, ¿qué será el siglo XXI?

Yo creo que tal y como ha comenzado, a no ser que haya una transformación técnica de gran importancia, vamos directos a una catástrofe. De orden natural, por supuesto, pero también económica. Puede ser una tercera guerra mundial, pero mucho más brutal que la anterior. Y solo nos puede salvar la técnica. Cuando nosotros estábamos haciendo la revolución en el 68 pensábamos que el mundo lo iba a transformar el comunismo. Nos equivocábamos El mundo lo cambian las innovaciones. La ideología es para los tontos.  

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