Los fondos hacen el agosto

05 / 11 / 2015 José María Vals
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Las comisiones que cobran los bancos por comercializar fondos de inversión a través de sus clientes suponen una excepcional fuente de ingresos para compensar la caída de los márgenes tradicionales del sector

Los depósitos han dejado de ser el lugar preferido de ahorro de los clientes bancarios debido a sus bajos tipos de interés.

Si alguien se acerca a su banco a invertir todo o parte de sus ahorros en depósitos a plazo se llevará un chasco. Le darán una rentabilidad prácticamente nula, aunque las entidades financieras dicen que la real es algo mayor porque la inflación española es negativa. Pero con todo y eso, lo que percibe el pequeño inversor es muy poco. Por ejemplo, si deja en un depósito 10.000 euros a un año, dentro de doce meses el banco le abonará, de media, 65 euros brutos, que se quedan en 56 una vez descontada la retención de Hacienda.

Eso es, al menos, lo que se deduce de aplicar el tipo medio del 0,65% de interés por las imposiciones a plazo que tiene calculado el Banco de España después de haber supervisado las cuentas de todos los bancos y cajas españoles hasta el 31 de agosto pasado. Con estas perspectivas, no es extraño que los ahorradores huyan de los depósitos y busquen otros sitios más rentables donde dejar su dinero. Y ahí es donde aparecen los fondos de inversión, que también ofrecen muchos bancos como alternativa a sus propios productos.

Esto tiene su misterio que empieza a desvelarse cuando se ven los números del sector con un poco de detenimiento. En España, el 90% de los fondos de inversión son comercializados por los bancos. Y además, dos tercios del total llegan a los clientes finales a través de los grandes bancos. Esto se traduce, lógicamente, en un negocio para el sistema financiero, que cobra jugosas comisiones por comercializar dichos fondos. Si a eso se suma que los bajos tipos de interés están tirando por los suelos la rentabilidad de la renta fija (fundamentalmente la deuda de Estados miembros del euro o de Estados Unidos), la migración hacia los fondos de renta variable incrementa el riesgo de los inversores de forma paralela a cómo suben las comisiones que cobran los bancos.

Esto es así porque los gestores de fondos de renta fija cobran comisiones menores que los de renta variable, ya que también necesitan de un menor trabajo para su gestión que los que invierten en acciones de empresas.

Según datos de la patronal de los fondos de inversión (Inverco), la cantidad de dinero dedicada por los españoles a los fondos de renta variable está en cifras de auténtico récord. A 30 de junio pasado, los fondos de inversión acumulaban 181.281 millones de euros de patrimonio. Es la mayor cifra desde junio de 2007, el año anterior al estallido de la crisis financiera e inmobiliaria. Desde Inverco se recuerda que “según los datos del Banco de España, ocho de cada diez euros invertidos por las familias en 2015 se dedican a la suscripción de fondos de inversión”.

Y todo ello, a pesar de que la rentabilidad media ponderada de todos los fondos de inversión hasta el 30 de septiembre registra una cifra negativa (-0,62%) y de que la rentabilidad de los últimos doce meses se sitúa también en negativo (-0,49%). Desde el sector de los fondos se insiste en que la inversión financiera debe ser medida en el largo plazo, puesto que para plazos cortos hay otras opciones de ahorro como los depósitos a seis meses, por ejemplo, cuya rentabilidad también está bajo mínimos, aunque sigue siendo positiva.

Por clases de fondos, los más rentables, según Inverco, son los que invierten su patrimonio en renta variable (bolsa) de Japón y de las bolsas europeas, que registran ganancias acumuladas en 2015 del 3,16% y 3,83%, respectivamente. En el extremo opuesto, los fondos que más pierden son los que tienen su dinero en las bolsas de países emergentes, que acumulan una pérdida del 9,6% en lo que va de año. Y de cualquier manera, las rentabilidades medias acumuladas en los últimos cinco años, por ejemplo, apenas alcanzan el 2,8% en total, aunque hay excepciones como los que invierten en la bolsa estadounidense, que se han llevado una ganancia del 12,14%.

Comisiones. Para los bancos que comercializan los fondos, el beneficio o la pérdida final no suele suponer un problema, ya que tienen el patrimonio repartido entre clientes que pagan religiosamente sus comisiones de comercialización y gestión, independientemente de cómo evolucionen las pérdidas o ganancias de las inversiones realizadas.

De hecho, las cifras logradas por la banca española en la recaudación de comisiones de comercialización de productos, que es como las denomina el Banco de España, han sumado en los dos primeros trimestres del año 2.101 millones de euros en cobros. Extrapolando esta cifra al conjunto del ejercicio, puede suponerse sin mucho error que estas comisiones dejarán en la banca en 2015 más de 4.000 millones de euros, cifra muy superior a los 3.689 millones obtenidos en 2014, que ya fueron un récord.

Precisamente en este tipo de comisiones por comercialización, que incluyen, por ejemplo, las que cobran los bancos por la suscripción de fondos de inversión o pensiones, seguros y otras inversiones en productos externos a la propia entidad, compensan los ingresos que han dejado de percibir por el margen que les dejan los créditos o las comisiones por servicios prestados, que llevan cinco años seguidos bajando.

El Mifid II. Pero todo esto puede cambiar en un futuro a medio plazo si las autoridades europeas imponen un nuevo protocolo de comisiones del que los banqueros no quieren ni oír hablar. Se trata del proyecto de directiva Mifid II, actualmente en fase de estudio y que en ningún caso entraría en vigor antes de 2018. La actual normativa en vigor, que responde en sus siglas a su título en inglés Markets in Financial Instruments Directive (Mifid), obliga a los bancos que vendan productos complejos a sus clientes a rellenar un formulario con respuestas del cliente, que además debe firmar el conforme. Este argumento es uno de los esgrimidos por los preferentistas de las cajas.

La Mifid II podría incluir además entre sus cláusulas la obligación para los bancos de cobrar comisiones únicamente por los servicios que realmente prestan en la comercialización de instrumentos financieros. De este modo, no podrían cobrar por colocarlos entre los clientes si no pueden demostrar un asesoramiento financiero real. La gestión del fondo es otra cosa y ahí sí se puede cobrar, puesto que también lo hacen los gestores individuales que están fuera del circuito bancario.

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