Veinticinco años sin Camarón

03 / 07 / 2017 José Manuel Gómez
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La memoria del cantaor sigue viva. La familia encabeza los homenajes entre una afición que se renueva de generación en generación.

Los conciertos de Camarón por las fiestas de San isidro se convertían en romerías. Foto: Paco Manzano

Murió el 2 de julio de 1992. Un cuarto de siglo después los hijos del cantaor protagonizan un concierto en el centro cultural Conde Duque de Madrid. “Es lo más bonito que he hecho en mi vida, además de mi hija” dice Ángel Vicente, manager de Jorge Pardo, el director musical de un homenaje en el que se encuentra el grupo Familia Camarón (con el guitarrista Luis Monje y sus hermanas Gema y Rocío) con músicos que acompañaron a Camarón en sus discos, como Carles Benavent, Tino di Geraldo o el propio Jorge, que en 1979 estaba junto al cantaor en la plaza de toros monumental de Barcelona cuando se escuchó un estruendo musical. “¿Quiénes son esos?”, preguntó Camarón sorprendido por la potencia sonora de la propuesta de Weather Report, la banda señera del jazz-rock, en la que militaban músicos de la categoría de Wayne Shorter, Joseph Zawinull o el bajista Jaco Pastorius. Aquel de Barcelona fue el único concierto de La leyenda del tiempo el revolucionario disco de Camarón que dividió el flamenco en un antes y un después. El disco que los viejos aficionados devolvían en las tiendas de discos al grito de: “Este no es mi Camarón, que me lo han cambiado”. José Monje fue entrevistado en la televisión por el escritor Fernando Quiñones, que le preguntó por la polémica grabación. Camarón se había dejado barba y lucía un mono “colorao”, una indumentaria inédita en el cante. Nunca nadie fue tan tajante en el flamenco: “El que no lo haya escuchao... que lo escuche” sentenció el cantaor. En 1989 el autor de este reportaje y Camarón coinciden en Londres en los estudios de grabación Abbey Road, donde grabaron los Beatles y Pink Floyd, entre otras luminarias del rock universal. Fue una jugada promocional aprovechando que la Royal Philarmonic Orchestra tenía que grabar en Soy gitano (1989) el primer disco de Camarón que obtuvo ventas aceptables. Hasta ese momento, Camarón era el rey del casete de mercadillo. De hecho, en la presentación en Casa Patas la compañía de discos le obsequió con un casete de platino por ventas superiores a 200.000 casetes, cuando lo tradicional en la industria era el socorrido disco de oro. 

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Con Paco de Lucía vivió intensamente la renovación del flamenco. Luego se iban a jugar al billar. Foto: Interviú

La novia de rintintín (1969)

“Camarón, Camarón, ¿nos cantas La novia de Rintintín”. Remedios Amaya recuerda con nitidez la visita de Camarón al polígono San Pablo: “Mi compadre José le dijo que había unos niños que cantábamos y bailábamos pa reventar. Estaba Raimundo Amador, mi prima Angelilla Montoya. Yo tenía 8 años y Camarón se partió la camisa”.

A pesar de la evidencia, Camarón tardó mucho tiempo y muchos discos en tener influencia en el flamenco, un mundo que en esos años se movía lentamente.

“Tú ibas con Camarón por la Gran Vía y no lo reconocía nadie”, explica Jorge Pardo. “Después del concierto de Barcelona de La leyenda del tiempo hicimos varios conciertos más”. 

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En 1976 se casó con Dolores, la Chispa. Ese año publicó Castillo de arena. Foto: Interviú

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La familia Camarón, la saga continúa con Luis, Gema y Rocío, que mantienen un grupo

Peregrinación al Palacio

A comienzos de los años ochenta llega la democracia a los ayuntamientos. En Madrid las fiestas de San Isidro comienzan a incluir en su programa un festival flamenco en el que se reúnen varias figuras del cante, al estilo de los festivales andaluces. Camarón participa en estos festivales hasta que se convierte en cabeza de cartel, compartido con Paco de Lucía o Pata Negra. Esos conciertos de Camarón reúnen a 10.000 personas en una peregrinación en la que abundan los gitanos, pero donde se hace perceptible una generación de jóvenes provenientes del rock.

El día que Paco de Lucía fue el telonero de Camarón casi nadie pudo escuchar al guitarrista y a su grupo por el ambiente festivo. El guitarrista y el cantaor se cruzan en los camerinos: “¿Qué tal el sonido?” pregunta Camarón nervioso. “Una mierda”, contesta Paco, que ha tenido que enfrentarse a la enrevesada acústica del local y a una total falta de silencio y atención por parte del público.

Cuentan que pasó un tiempo antes de que Camarón y Paco volvieran a hablarse. “¿Cómo le puede decir que el sonido es malo? ¡Con lo sensible que es para esas cosas!”, decían en su entorno.

Pero Paco y Camarón fueron uña y carne desde el año 1969. “A Camarón solo había que oírlo una vez para saber que era un genio... Nunca hicimos un disco como si fuese una venganza, porque éramos jóvenes y no teníamos miedo”, escribía Paco de Lucía en la revista La Caña. En los años setenta Camarón cantaba en el tablao Torres Bermejas y entre pase y pase se iba a jugar al billar con Paco. Los billares de Callao eran su refugio habitual. Incluso después de una grabación o de una sesión de fotos con Pepe Lamarca. El fotógrafo acompañaba a los artistas a los billares. “No, nunca saqué la cámara para hacerles un foto jugando al billar, cuando acababa la sesión de fotos se terminaba el trabajo, el billar ya formaba parte de la vida privada”. Lamarca ha vuelto a retratar a flamencos “porque Antonio Reyes y Diego del Morao me recuerdan mucho a Camarón y a Paco”.

La carrera internacional de Camarón

Tanto su discográfica como los diversos representantes de Camarón intentaron hacer del cantaor una estrella mundial. En París Camarón aparecía en la portada de Libération como si fuera una estrella del rock.

En 1988 David Byrne visitaba Barcelona para promocionar el último disco de Talking Heads, ahí se mostró interesado en el flamenco. “¿Has escuchado a Camarón?”, preguntamos. Cuando Camarón tocó en Nueva York dos años más tarde, una de las personalidades presentes era Byrne.

A Juan Luis Guerra no hubo que hacerle sugerencias de ningún tipo, en su segundo elepé había hecho una versión de Yo vivo enamorao en merengue, luego fue Camarón el que le correspondió cuando hizo una versión de la composición de Juan Luis Amor de conunco con Ana Belén.

Era el tipo de sugerencias de su compañía discográfica para ganar público. Pero Camarón se había convertido en una especie de salvoconducto para los artistas de jazz de medio mundo cuando pasaban por el Colegio Mayor San Juan Evangelista, el Johnny, y se encontraban con un cursillo acelerado de flamenco impartido por Juan José González, que después de las pruebas de sonido ofrecía una informal introducción a las bulerías que recibieron personalidades como Bobby McFerrin, George Adams o Wynton Marsalis y que luego eran agasajados con una cinta de casete. En el San Juan Evangelista Camarón realiza el último concierto de su vida, en 1992. 

En Londres

En julio de 1989 un grupo de periodistas estábamos a punto de embarcar hacia Londres y no aparecía por allí ni la sombra del cantaor. La cita consistía en encontrarse con Camarón en los míticos estudios Abbey Road de la capital británica, donde grabaron los Beatles, Camarón ya había acabado su parte y no entendía que la jugada promocional era esa. Que para vender había que invertir, moverse, hacerse unas fotos lejos. ¿Abbey Road? ¿Los Beatles? ¿Quiénes son esos? Eso carecía de importancia en su mundo.

La Royal Philarmonic Orchestra estaba dispuesta al otro lado del cristal y, de pronto, llegó Camarón directamente desde el aeropuerto, le acompaña José Candado, su habitual de la época. Oficiaba de productor Ricardo Pachón. Ver a una orquesta sinfónica, repleta de ingleses, intentar ponerse flamenca no es algo que le ocurra a uno todos los días. Me acerco a Camarón, que estaba como ausente.

“¿Qué te parece?”, le digo. “Yo no entiendo na”, me susurra. Es un hombre parco en palabras.

La sesión de grabación de la orquesta se alargaba más de lo previsible y aquello multiplicaba la factura, así que lo mejor era sacar a los periodistas del estudio y reunirnos en un ambiente más propicio. Ricardo Pachón nos lleva a la casa del cineasta gay Celestino Coronado, colaborador de Lindsay Kemp, el descubridor de David Bowie.

Coronado fue eclipsado en la reunión por un gitano tímido como Camarón rodeado de media docena de periodistas y... un fotógrafo sudamericano que le pregunta a Camarón sobre los Gipsy Kings, que entonces estaban triunfando en Londres y en todo el planeta: “Ya me gustaría a mí tener la marcha que tienen los Gipsy Kings”, dijo Camarón.

Aquella operación promocional se saldó con varias portadas en medios españoles, un buen disco, Soy gitano (1989), y las mejores ventas hasta ese momento. Luego llegó la leyenda.

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En la venta Vargas con María Picardo y su amigo y admirado Curro Romero, el matador al que una vez le cantó en la plaza de toros

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En un festival en el Palacio de los deportes de Madrid, en el año 1983, con Tomatito. Foto: Antonio Tiedra

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La admiración entre Camarón y Paco de Lucía fue mutua. Volvieron a trabajar juntos en Potro de rabia y miel

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