Por qué fue Lincoln a la guerra

19 / 02 / 2013 11:32 Tiempo
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Montgomery, Alabama, del 4 al 9 de febrero de 1861 · Siete estados esclavistas del Sur se separan de Estados Unidos y forman la Confederación. La guerra es inevitable.

Comandante en jefe. Abraham Lincoln no rehuía los campos de batalla. Aquí aparece rodeado de oficiales del Estado Mayor.

Abraham Lincoln es la figura más universal que ha dado Estados Unidos, ha pasado a la Historia como el libertador de los negros, el presidente que dirigió una cruzada guerrera contra la esclavitud. Sin embargo, la terrible guerra civil que ensangrentó Norteamérica durante cinco años, una guerra moderna en el ominoso sentido de la inmensidad de las pérdidas –un millón de bajas, medio país arrasado– no tuvo como causa la abolición de la esclavitud, sino frenar el soberanismo de los estados del Sur. Por eso no se llama Guerra de Abolición, sino Guerra de Secesión.

Ciertamente el problema de fondo era la esclavitud, una forma de economía que, tras la Revolución Industrial, resultaba obsoleta. El pensador político francés Alexis de Tocqueville, que visitó Estados Unidos en 1830, observaba que “las provincias que no poseían prácticamente esclavos crecían en población, en riqueza y en bienestar más rápidamente que aquellas que los tenían”. Los estados del Norte, más dinámicos, nunca habían basado su economía en la esclavitud, con lo que su condena moral –encabezada por grupos religiosos como los cuáqueros– encontraba un consenso social. La economía del Sur, en cambio, estaba tan encadenada al sistema esclavista como los propios negros. Cualquier iniciativa abolicionista se veía, sencillamente, como una amenaza de ruina.

Hacia la separación.

En la década de los 50 los roces entre los dos sistemas de vida eran cada vez más frecuentes y peligrosos, la coexistencia de los dos países en uno (ver recuadro) apuntaba a su fin. Muchos freestaters (gente de los estados libres) no se conformaban con la condena moral y organizaron el Underground Railroad (el “Ferrocarril clandestino”), una red de apoyo a los esclavos que huían de sus plantaciones. En represalia, los Border ruffians (los “Rufianes fronterizos”) hacían incursiones armadas en los estados libres. En 1859 el fanático religioso John Brown intentó iniciar una guerra de guerrillas contra los esclavistas en el Sur y terminó ahorcado, convirtiéndose en el mártir del abolicionismo.

Finalmente, en noviembre de 1860, resultó elegido presidente de los Estados Unidos el candidato del Partido Republicano, Abraham Lincoln, antiesclavista declarado. Según la ley electoral no tomaría posesión hasta el 4 de marzo, pero los estados del Sur no esperaron a ver qué tipo de Gobierno ponía en marcha. El 20 de diciembre de 1860 el Parlamento estatal de Carolina del Sur declaró su independencia y la salida de la Unión. Los Estados Unidos se habían roto.

El presidente en funciones, Buchanan, del Partido Demócrata, antiabolicionista, no reaccionó ante la primera secesión. Tres meses más tarde otros seis estados siguieron el mismo camino. Representantes de Carolina del Sur, Misisipi, Florida, Alabama, Georgia y Luisiana, a los que se uniría Texas, se reunieron en Montgomery y proclamaron su separación de la Unión y la formación de la Confederación de Estados de América, eligiendo un presidente, Jefferson Davies.

Cuando Lincoln tomó posesión de su cargo la secesión era un hecho consumado. El nuevo presidente no iba a tolerarlo, pero obró con mucha contención. En su discurso inaugural dijo que él no haría el primer disparo de una guerra civil. Sin embargo, advirtió también que defendería las posiciones federales y envió una expedición de socorro a Fort Sumter, la fortaleza que dominaba Charleston, el único puerto de Carolina del Sur.

Serían los rebeldes, como Lincoln llamó siempre al adversario, quienes disparasen el primer cañonazo el 12 de abril de 1861. Había empezado la Guerra de Secesión. Tan pronto el Ejército de la Unión aceptó el desafío, otros cuatro estados esclavistas que no se habían separado en un primer momento se unieron a la Confederación: Arkansas, Tennessee, Carolina del Norte y Virginia. Pero la situación era cualquier cosa menos clara: la parte occidental de Virginia decidió la secesión de la secesión, es decir, se separó y formó el nuevo Estado de Virginia Occidental, leal a la Unión. Y otros cuatro estados esclavistas optaron también por permanecer dentro de Estados Unidos: Delaware, Maryland, Misuri y Kentucky, que se proclamó ¡neutral!

La guerra estaba en marcha, pero su causa profunda era tabú, Lincoln no se atrevía a tocar lo que llamaba con el eufemismo de “institución peculiar”, porque pensaba que estos cuatro estados esclavistas se pasarían a la Confederación si abolía la esclavitud. Eso, en la primera fase de la guerra, cuando el Norte aún no se había organizado para ella, podía llevar a la derrota. Pasaron dos años de contienda antes de que Lincoln diese el primer paso contra la esclavitud, la emancipación de los negros en territorio rebelde. Era una medida de guerra, porque suponía que un gran número de negros huiría del Sur, quebrantando su economía. También era una maniobra diplomática, para obtener apoyo de las potencias europeas. Y además permitiría reclutar como soldados a 180.000 negros huidos del Sur, para reponer las carnicerías que las armas modernas causaban en las batallas.

Sin embargo, la proclamación preliminar de emancipación fijaba un término de tres meses para entrar en vigor, y no entraría si los estados del Sur cesaban en su rebeldía y volvían a la Unión. En resumen, Abraham Lincoln fue absolutamente intransigente con la secesión del Sur, y se mostró dispuesto a destrozarlo con la fuerza de las armas, como hizo, para que volviera a la obediencia del Gobierno central. Pero en cuanto a la esclavitud, durante los primeros años de guerra se mostró muy contemporizador con los sudistas, diciéndoles claramente: si permanecéis leales a la Unión, no tocaré a vuestros esclavos.

Fue solamente al final de la guerra y tras su relección cuando Lincoln dio el paso definitivo, sin vuelta atrás: la abolición de la esclavitud, aprobada entre enorme polémica por el Congreso el 31 de enero de 1865.

Sorprendentemente, en marzo, una misión diplomática de la Confederación recorrió Europa, ofreciendo la liberación de los esclavos a cambio del reconocimiento diplomático de las potencias europeas. La postura del presidente rebelde, Jefferson Davies, era la misma que la de Lincoln, pero invirtiendo los términos: estaba dispuesto a renunciar a la esclavitud para poder mantener la independencia de la Unión. Pero era demasiado tarde, el Sur ya no tenía salvación. El 9 de abril el ejército confederado se rindió en Appomatox. El Norte había vencido en toda regla.

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