Ya pueden hackear su coche

17 / 04 / 2017 Rafael Cerro
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Existe la posibilidad de que alguien pueda interferir en la trayectoria o en la velocidad de nuestro automóvil.

En su penúltima película, Will Smith huye hasta que un hacker estrella su coche a distancia. Eso ya se podía hacer cuando la cinta se rodó: en 2016. No es una película de ciencia ficción, sino una realidad tecnológica de hoy. Los adelantos informáticos del presente ya permiten tomar el control remoto de un automóvil conectado a la Red, y eso no es una película. En algunos casos, incluso se podría manipular el comportamiento de los coches que no están conectados a Internet, pero tienen sistemas informáticos internos independientes. Solamente hace falta que un especialista pueda acceder a ellos o que nosotros mismos introduzcamos en su memoria actualizaciones piratas para ahorrarnos unos euros. Lo cierto es que quien manipula maliciosamente un sistema informático no es un hacker, sino un cracker, palabra inglesa que indica intención de hacer daño.

La inquietante posibilidad de que alguien interfiera en la trayectoria o en la velocidad de nuestro automóvil mientras estamos viajando en él, con nuestros familiares a bordo y con todas las vidas más queridas en juego, procede de una base técnica: los automóviles del siglo XXI están llenos de sensores. Engañando a esos ojos del coche, se puede conseguir que este crea que circula a 50 kilómetros por hora cuando va lanzado a más de 200, o también que piense que el conductor ha ordenado un giro brusco dándole un cuarto de vuelta al volante. Las consecuencias pueden ser las que usted imagina. Pero, ¿cómo llegar hasta esos sensores? Permanecerá seguro el automovilista que siempre acuda al servicio oficial, pero el que tome atajos económicos, el que ahorre con programas o actualizaciones piratas, se arriesgará a que alguien aproveche para entrar en la fortaleza. Para introducir un caballo de Troya que, desde dentro, permitirá a desconocidos manipular las sensaciones y también las reacciones del auto.

Tomar precauciones

Si instalamos programación pirata nosotros mismos, o si dejamos el automóvil en manos de cualquiera, las puertas para acceder a su control serán múltiples. Por ejemplo: las pantallas, los reproductores de CD o DVD, los puertos USB o sencillamente cualquier entrada para música. Hasta el sistema de radio RDS puede servir para obtener información del auto o para introducir información en él. John Deere ha introducido un sistema que impide que sus tractores arranquen si se les instala cualquier pieza no oficial.

Hay piratas que compran en el mercado negro los fallos informáticos que pueden convertirse en coladeros. No hay un antivirus ni un escudo informático que nos pueda proteger por completo. Aparte de acudir solo al fabricante y a talleres oficiales, siempre es posible recurrir a un especialista que revise nuestro vehículo. Como a Antonio Fernández Basilio, de la Asociación Nacional de Tasadores y Peritos Judiciales Informáticos, que nos obliga a pensar: “Hackear es como retirar pestillos electrónicos de bloqueo. Puede hacernos recuperar posibilidades deshabilitadas informáticamente en vehículos de gama baja, mejorar prestaciones y consumo”. Pero Fernández Basilio insiste en que no nos coloquemos en manos de profesionales dudosos ni de talleres de poca confianza, porque eso puede salirnos muy caro. Asegura que el crackeo de coches a distancia “no es una película, no es fantasía: realmente parece que los automóviles cobran vida propia”. Tanto, que Wikileaks llegó a denunciar que la CIA planeaba precisamente crackear coches y camiones inteligentes para, a través de sus sistemas operativos, cometer asesinatos de manera encubierta e indetectable. Los hackers siguen encontrando nuevos modos de burlar la seguridad. Solo en el pasado año, el Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe) gestionó un total de 115.000 ciberataques en España.

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