Jóvenes alcohólicos anónimos

27 / 11 / 2006 0:00 Fuencisla Muñoz
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El alcohol es la droga más consumida por los adolescentes. Sin embargo, ellos no perciben su peligro. Los expertos alertan sobre sus consecuencias.

25/09/2006

Juan M. empezó a beber a los 12 años con el grupo de amigos del barrio y del instituto. Ahora acaba de cumplir 18 y está terminando su tratamiento en un centro de deshabituación. Los fines de semana buscaban la borrachera rápida. Después vino el hachís: “Fumaba petas todos los días y a todas horas, como si fuera tabaco”, cuenta a “Tiempo”.

La cocaína vendría más tarde y el trapicheo y los robos acompañaron inevitablemente esta inmersión meteórica en el mundo de las adicciones. “Cuando estás metido en la droga piensas que es lo normal, que todos tus amigos lo hacen”, dice.

Panorama preocupante

El doctor Félix Poyo, jefe de la sección de adicciones del Hospital Rodríguez Lafora de Madrid, explica la adicción como un triángulo en el que en un vértice estaría el individuo; en el otro, la droga –sea la que sea– y en el tercero, el ambiente: “Se empieza por la aceptación dentro del grupo y por el afán de experimentar.Hay que reconocer que el alcohol siempre ha estado presente en nuestra cultura en el paso de niño a joven”.

El director técnico de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), Ignacio Megías, corrobora esta opinión: “No es que hayan bajado las edades de inicio en el consumo de alcohol respecto a lo que ha sido la historia de España, lo que sí se ha modificado es la forma en que los jóvenes acceden a esa droga. Antes se hacía en el ámbito de la familia, ahora la consumen ellos solos”. Los datos hechos públicos por el Ministerio de Sanidad reflejan que la edad media de inicio en el consumo de alcohol en España se sitúa en los 13,7 años. Un 64% de menores de 18 años lo hace de forma regular y el 35% se ha emborrachado en el último mes. Un panorama preocupante.

Todos los expertos consultados por “Tiempo”afirman que en los últimos años ha cambiado el patrón en la forma de beber de los jóvenes. Se alejan del modelo mediterráneo en el que los licores o el vino acompañan a la comida, para acercarse al modelo anglosajón, mucho más autodestructivo. Y es sobre todo en la franja de los 13 a los 15 años donde “hay una parcela de jóvenes que lo usan como una droga barata. Es un fin y no un medio. Se bebe mucha cantidad en muy poco tiempo, de manera compulsiva y eso hace que resulte más dañino para el sistema nervioso central”, asegura Félix Poyo.

El aumento en el número de comas etílicos en menores atendidos por las urgencias de todo el país confirma estos datos. “Recuerdo el caso de un chico de 14 años que se tomó una botella de coñac en 10 minutos. Fue por aquello de demostrar que era capaz de hacerlo. Se cayó redondo”, relata Josep Cornellá, que ha presidido durante varios años la Asociación Española de Medicina del Adolescente y en la actualidad coordina el programa Salud y Escuela en la provincia de Girona.

No sólo alcohol

Otra de las características de este fenómeno es el policonsumo de diversas sustancias. Lo refleja el testimonio de Juan M. y lo confirman varios estudios. Los datos de la FAD revelan que entre el 40 y el 50% de los bebedores habituales de fin de semana lo practican. La Asociación de Alcohólicos de la comunidad de Madrid realiza todos los años una encuesta en el mismo instituto.“En los cursos donde los chavales tienen 14 años, en 3º de la ESO, siempre nos encontramos con dos o tres que han probado otras drogas. Es un guión ya escrito”, confirma el presidente de la asociación, Antonio González Catena, quien sostiene que es un error centrar el problema sólo en los jóvenes: “Ellos hacen lo que el resto de la sociedad, y no se puede cambiar un segmento sin cambiarla en su conjunto”. En su opinión, lo que más influye en los adolescentes es el contagio o aprendizaje, la publicidad y la fácil accesibilidad a una droga legal. El nuevo proyecto de ley preparado por el Ministerio de Sanidad para “prevenir y reducir el consumo de alcohol entre los menores”prohibirá tanto la venta como su consumo en vías y zonas públicas y la publicidad de bebidas alcohólicas dirigida a los menores de 18 años.

Los expertos coinciden en que se trata de un sector de la población muy vulnerable al que hay que proteger.“No es lo mismo empezar a beber a los 14 que a los 20 –dice Félix Poyo–, su cuerpo se está desarrollando y el alcohol es muy tóxico para diferentes órganos, sobre todo para el hígado y el sistema neurológico. Cada vez que alguien se emborracha está matando neuronas”.

Aunque graves, los problemas de sa- lud no son los únicos a los que se enfrentarán los adolescentes que abusan del alcohol. Juan M. recuerda que perdió varios cursos de la ESO: “Suspendía todo, me portaba mal en clase y me pasaba todo el día en la calle. Mi familia se dio cuenta enseguida porque las botellas en casa no duraban ni una semana, pero también porque mi comportamiento era muy inestable. Me convertí en una persona irascible y violenta. La verdad es que pasaba de todo”. Después de más de un año en la Unidad de Alcoholismo del Instituto Spiral de Oviedo Juan ha recuperado su vida, está estudiando un módulo de Formación Profesional y ha cambiado de amigos y de aficiones.“Cuando veo a mis antiguos compañeros me doy cuenta de que cada día están peor. He visto tantas cosas... peleas con navajas, palizas, a uno que se le va la olla y quema un coche, hasta violaciones”.

Riesgos sociales

Según Eusebio Megías, de lo que menos se está hablando a la hora de situar el problema de los jóvenes con el alcohol es precisamente de cómo va a interferir en otros aspectos de su vida: “Hay que estudiar la relación de estas actitudes con las tasas de fracaso escolar o la violencia entre iguales y es necesario plantearse cómo será la futura integración laboral y social de estos muchachos”.Por no hablar de los accidentes de tráfico o los comportamientos de riesgo a la hora de mantener relaciones sexuales: el aumento de los embarazos no deseados y las enfermedades de transmisión sexual.

Carlos Sirvent Ruiz, investigador clínico y psiquiatra del Instituto Spiral, explica que no es fácil que los jóvenes pidan ayuda. “Cuando vienen es porque los padres intervienen. El alcohol está tan institucionalizado que todos pasan por ello, aunque algunos lo pasan tan mal con la primera borrachera que acaban aborreciéndolo”.

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