Trabajo 2018: Una buena intención NO es lo mismo que un objetivo

23 / 11 / 2017 Tobias Hanraths (DPA)
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Se va aproximando el fin de año e, inevitablemente, el comienzo de un nuevo calendario en el que cargamos deseos y esperanzas, ideas y ansiedades, a veces no sólo en la vida personal, sino también en la laboral.

Michael Fridrich trabaja en Alemania como asesor laboral y coach de talleres. Foto: Melanie Fredel.fotografie/DPA

Sea para el ámbito que sea, lo esencial es no quedarse en las buenas intenciones ni en las cosas que uno "se propone" sino ir más allá y sentar objetivos claros. 

Eso es lo que nos recomienda el coach Michael Fridrich, que asegura que las intenciones pueden ser buenas porque nos motivan y generan cambios en nuestra actitud hacia el trabajo, pero que es fundamental que vayan de la mano de objetivos concretos porque, en caso contrario, uno corre el peligro de volver a caer en la frustración y el enojo por haber sido demasiado vago y no haber sabido formular qué es lo que quiería cambiar.

P_ ¿Cuál es la diferencia entre una intención y un objetivo?

R_ Imagíneselo en la vida privada. No es lo mismo decir "a partir del 2 de enero arranco en el gimnasio dos veces por semana" que decir "podría volver a hacer algo de deporte". Lo mismo sucede en el trabajo. Si uno quiere encarar el año con las ideas claras, servirá pensar, por ejemplo, "quiero tener un aumento del 10 por" y no "quiero un sueldo mejor".

P_ ¿Es cuestión de cómo uno lo formula?

R_ Sí. El modo de formularlo impacta en nuestra actitud. Hay que evitar expresiones irritantes como "tengo que", que meten mucha presión. Pero, al mismo tiempo, no hay que caer en las palabras etéreas al estilo de "podría", "eventualmente" o "tal vez", que nos presentan demasiadas opciones para que nos fuguemos por la retaguardia. Fijarse un objetivo claro genera un marco de acción concreto y nos motiva a desprendernos de la mentalidad del "sí, pero...", que nos bloquea, para acercarnos al "¿por qué no?".

P_ ¿Existe alguna fórmula secreta para sintetizar el objetivo?

R_ Hay un principio llamado SMART que es bastante conocido y funciona. Quiere decir S = específico; M = medible, algo que pueda controlar; A = atractivo, cuestión de que pueda renunciar a algo o que valga la pena el esfuerzo para lograrlo; R = realista; T = con un término, es decir que tenga una deadline, un momento de finalización en el tiempo.

P_ ¿Y cómo es eso de ser realista? ¿No pueden ser objetivos demasiado altos?

R_ Ni demasiado altos ni demasiado bajos. Mi experiencia me indica que es mejor ponerse objetivos un poco ambiciosos y en todo caso no castigarse si uno no los logra del todo, porque al fin de cuentas lograr ocho de diez siempre es más que lograr tres de dos.

P_ ¿Cómo "retener" los objetivos?

R_ Si uno trabaja en una empresa, puede hablarlos con su jefe y fijarlos claramente como objetivo anual. Es más, si uno apunta a hacer determinadas cosas que luego le permitan ser ascendido o le generen un aumento salarial, fijar estos objetivos anuales puede ser una buena herramienta. Otra opción es apuntárselos para uno mismo. Yo suelo tener una tabla en la computadora con ocho objetivos laborales y cuatro objetivos privados. Los veo cada vez que enciendo la computadora y eso me recuerda en qué punto estoy en relación con esas metas.

P_ ¿Pero eso no puede llevar a que uno esté permanentemente enfadado consigo mismo?

R_ Depende de la franqueza con la que uno se maneje. Por supuesto que no hay que estarse mintiendo o engañando a la hora de explicar por qué se falló en ciertos objetivos, pero tampoco es cuestión de negar los motivos evidentes. Si uno atraviesa una enfermedad o si hay otros factores que generan inevitablemente un cambio, puede adaptar los objetivos a mitad de año o redefinirlos.

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