Merkel en la intimidad: ¿Cómo es la mujer más poderosa del mundo?

22 / 09 / 2017 Almudena de Cabo (DPA)
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¿Cómo es la mujer más poderosa del mundo? ¿Cómo fue su infancia? ¿Qué le gusta hacer cuando no está debatiendo sobre los principales problemas que azotan el planeta?

Angela Merkel y Mariano Rajoy durante un paseo por los alrededores del palacio de Maseberg en Berlín. A la canciller le gusta practicar senderismo. Foto: Stephanie Pilick/DPA

Angela Dorothea Kasner nació el 17 de julio de 1954 en Hamburgo, como hija de un pastor protestante y una maestra de inglés y latín. A los tres años su padre, Horst Kasner, decidió volver al otro lado, a la Alemania comunista, a pesar de la oposición de su mujer, Herlind, nacida en la actual ciudad polaca de Gdansk.

Merkel, que conserva el apellido de su primer marido, Ulrich Merkel, pasó así la mayor parte de su infancia con sus dos hermanos menores, Marcus e Irene, en Templin, en Uckermark, una de las regiones de la extinta República Democrática Alemana (RDA) con numerosos bosques, praderas y lagos, a una hora y media al norte de Berlín. 

En esa época, Horst Kasner se encargó de llevar unas instalaciones eclesiásticas en las que se ocupaban de personas con discapacidades, entre los que se criaron sus hijos. 

Merkel aprendió a caminar realmente tarde y las escaleras supusieron un gran desafío para ella en los primeros años. "Era realmente torpe", recordaría más tarde la canciller alemana. Por contra, su desarrollo lingüístico sobresalió desde temprana edad y llegó a ganar incluso una olimpiada de ruso, un idioma que sigue hablando con fluidez. 

"Como estudiante era muy aplicada. Angela hacía lo que se le decía. Nunca replicaba", recuerda su profesora de ruso de entonces, Erika Benn. "Sus compañeros la miraban porque sabía y podía hacer todo", agrega sobre "Kasi", como la llamaban sus compañeros. 

En su casa se debatía sobre las cuestiones políticas de actualidad que nadie debía escuchar fuera de esas cuatro paredes y se seguían todos los debates del Parlamento alemán (Bundestag) por la radio. La política era lo suyo. Con cinco años daba discursos ante su abuela. Con ocho se sabía los nombres de todos los ministros del gabinete de entonces. 

"La elección de Gustav Heinemann como presidente federal de Alemania (1969) la escuché escondida en el baño de la escuela", revelaría más tarde Merkel sobre su pasión por lo que ocurría al otro lado del muro. 

Como ciudadana de la Alemania comunista, Merkel decidió mantenerse al margen de la política hasta la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989, algo que la sorprendió saliendo de una sauna a donde iba habitualmente con una amiga. 

Si bien le hubiera gustado ser intérprete por su pasión por los idiomas, finalmente se decantó por la física, porque, según explicó ella misma, aunque el gobierno comunista de la RDA controlaba casi todo, "no podía inmiscuirse en las leyes de la naturaleza".

La joven física Angela Merkel se cruzó con su actual marido, Joachim Sauer, en 1981, en los pasillos del Instituto Central de Química Física en la Academia de la Ciencia de la RDA, en Berlín.

Ese fue el momento más especial de su vida, como la propia líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU) reconoció hace unos días en un encuentro con niños donde se sometió a un particular interrogatorio. Pero, ¿Qué le enamoró de él? "Me encanta su inteligencia", comentó en otra ocasión sobre "Achim", como lo llama en la intimidad.

Muy celosos de su vida privada se desconoce cuándo surgió el amor entre los dos. Ciertos rumores apuntan a que Merkel, separada de su primer marido en 1981, fue la causa del fin del matrimonio de los Sauer, que tuvieron dos hijos. Tras años de convivencia común en la capital alemana decidieron formalizar su relación el 30 de diciembre de 1998.

Juntos residen desde hace años en un piso en alquiler en el centro de Berlín, que no decidió cambiar tras ganar sus primeras elecciones en 2005, a diferencia de su predecesor en el cargo, el socialdemócrata Gerhard Schröder, que dormía en la última planta de la Cancillería, encima de su oficina. 

Su receta para desconectar de la política mundial: dedicarse a tareas de jardinería, especialmente cultivar patatas, y a cocinar comida casera, a poder ser en la casita que poseen en Uckermark y a donde se escapa siempre que tiene ocasión. 

"Me gusta mucho cocinar. Sobre todo rollos de carne rellenos y sopa de patatas. Mi marido no se queja casi nunca. Sólo le parece siempre que pongo muy poco 'Streusel' (migas de azúcar y mantequilla) en los pasteles. A fin de cuentas, es hijo de pastelero", comentó. 

Para la sopa de patatas, su plato estrella, "machaca" las patatas ella misma sin ayuda de una batidora de mano. "Así se consigue que haya trozos pequeños que den consistencia", explicó en una reciente entrevista con la revista alemana "Bunte". 

Aunque le gusta mucho esta sopa, su comida favorita es espaguetis a la boloñesa, como le reveló a los niños, a los que también confesó que los erizos, los elefantes y las liebres, son sus animales favoritos; que le gustaría hacer senderismo en las Rocosas (en Estados Unidos) y hacer el Transiberiano y que si no fuera política, le hubiera gustado ser astronauta "para volar alrededor de la Tierra y ver todo desde arriba".

¿Su máxima en la vida? "En la tranquilidad está la fuerza". ¿Su principal cualidad? "Permanecer tranquila también en situaciones tensas". Algo que sin duda tuvo que aplicar en su encuentro con el presidente ruso en su residencia de verano de Sochi, cuando Vladimir Putin dejó entrar en la sala a su perro, un imponente ejemplar de pelo negro. 

"No es miedo a los perros, pero sí una cierta inquietud porque un día me mordió uno. Lo que me pareció destacado entonces, en enero de 2007 en Sochi, fue que, aunque creo que el presidente ruso sabía muy bien que no estaba ansiosa por saludar a su perro lo trajo consigo", recordó hace varios años la mandataria alemana.

En sus visitas a su casita de campo, Merkel va "con toda normalidad" al supermercado, cuentan los residentes que hablan con ella sobre temas cotidianos. Nada de política. 

También le gusta nadar en los lagos de la localidad. "Antes lo hacía siempre desnuda", comenta el dueño de un restaurante de la zona a la revista "Der Spiegel". El nudismo era y sigue siendo algo muy extendido en el este de Alemania. 

Entre sus pasiones se encuentra también la música clásica, de lo que da fe su tradicional presencia en la inauguración del festival wagneriano de Bayreuth, a donde acude siempre con su marido al comienzo de sus vacaciones estivales antes de emprender rumbo a la montaña para practicar senderismo. "Me cuesta más bajar las montañas que subirlas", indica sobre sus caminatas. 

Mientras, en su día a día, intenta reír de vez en cuando a pesar de las responsabilidades. "Creo que no hay ni un día en el que no me ría de algo. El humor es muy importante", indicó en una charla organizada por la revista "Brigitte" durante la campaña para las elecciones del 24 de septiembre en las que concurre por un cuarto mandato consecutivo. 

Merkel, que prefiere comer salami que chocolate y llevar pantalón en lugar de faldas, admite que como cualquier otro ciudadano tiene alguna que otra pequeña debilidad: "Me gusta comer también algo por la noche tarde".

Si bien a lo largo de sus doce años como mandataria alemana ha conocido personalidades del mundo de la política, la cultura o del deporte -sus fotos en los estadios de fútbol animando a la selección alemana o cuando bajó al vestuario a felicitar al equipo tras proclamarse campeón del mundo se encuentran aún en las retinas de los aficionados- ante la pregunta de a quién se llevaría a una isla desierta lo tiene claro: "Me llevaría a mi marido". 

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Retrato oficial de Angela Merkel tomando en 1991 cuando era ministra para la Mujer y la Juventud en el gobierno de Helmut Kohl. Foto: BPA Schaack/DPA

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Encuentro entre Merkel y Putin en la residencia de Sochi en enero de 2017. El presidente ruso dejó pasar a su perro a pesar del miedo que siente la canciller por los canes. Foto: PhotoXPress

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La canciller y su marido Joachim Sauer en la inauguración del festival wagneriano de Bayreuth el 25 de julio de 2017. Foto: Frank Hoermann/ Sven Simon

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Merkel a su llegada a la inauguración de la nueva ópera de Oslo el 12 de abril de 2008. La música clásica es una de sus grandes pasiones. Foto: Royal Press Nieboer/DPA

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La canciller y el entonces presidente alemán Joachim Gauck animando a Alemania durante la final del Mundial de 2014 en el estadio Maracaná (Río de Janeiro). Foto: Marcus Brandt

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