El cambio climático muestra su rostro en la Amazonía

27 / 10 / 2017 Rosmery Cueva Sáenz (DPA)
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Teófilo Ukuncham cuenta que años atrás sus ancestros awajún podían predecir las temporadas de sol y lluvia mediante el contacto con el bosque. Esa práctica es ahora imposible debido al cambio climático.

Un bote recorre el río Santiago en el distrito de Nieva, provincia de Condorcanqui (Amazonas). Las lluvias repentinas e interminables hacen difícil el traslado en río por esta zona. Foto: Flor Ruiz/DPA

El sol quema con más fuerza. Los tiempos de sequía son más largos. Las lluvias caen con mayor intensidad. Los ríos se desbordan y arrastran con furia sembríos que crecen a sus orillas, tumban árboles sin importar qué tan fuertes y grandes sean las raíces. Algunos animales parecen extintos en los bosques. 

"Este cambio se siente más fuerte desde 2014. Hay mucho sol, mucha lluvia. Los sembríos de yuca rápido se mueren. Varias cosas ya están cambiando", dice con un gesto de preocupación Ukuncham, nativo del pueblo amazónico Kachi de la Reserva Comunal Tuntanaín, en el norte del Perú.

Ukuncham sabe bien que esos cambios no solo afectan a su comunidad. Al trabajar como guardaparque de Tuntanaín, tiene que visitar con cierta frecuencia los otros 22 pueblos que conforman la reserva. "Esto se repite en todas las comunidades", advierte a dpa. 

En 2010, la cuenca del Amazonas, el río más largo y caudaloso del mundo, que atraviesa al Perú y otros países de Sudamérica, soportó una sequía sin precedentes. Apenas dos años después tuvo la mayor crecida jamás registrada en el departamento de Loreto, donde quedaron afectadas más de 190.000 personas. 

En Tuntanaín, la secuela más fuerte del calentamiento global se evidencia en sus ríos. En épocas de lluvia quedan cubiertos con todo lo que sus aguas arrasan a su paso: árboles, plantaciones, vegetación e incluso materiales como madera y paja que formaban parte de casas. 

"Tradicionalmente se hace mucha agricultura en la orilla del río para poder aprovechar las aguas de éste, pero el cambio climático y el aumento de las inundaciones hacen que los cultivos queden vulnerables y se puedan perder", explica James Leslie, especialista del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el cual ejecuta proyectos en Tuntanaín junto a las comunidades. 

La pérdida de plantaciones de maíz, yuca y plátano no son el único problema. La "palizada", como denominan los nativos a las ramas y troncos que arrastran los ríos, dificulta el tránsito de las pequeñas embarcaciones donde viajan los indígenas, quienes corren el riesgo de sufrir accidentes.

El Perú es un país muy desigual en cuanto a acceso a las oportunidades de desarrollo y el cambio climático intensifica esa realidad. Las comunidades de Tuntanaín viven en medio de altos índices de VIH y sida, pobreza, desnutrición, anemia y falta de acceso al agua y medicamentos.  

"En la medida que haya más períodos de calor y lluvias más intensas, se pueden propagar enfermedades que se transmiten a través de vectores (zancudos) como la malaria y el dengue. La seguridad alimentaria también es un problema por cómo se ven afectados los cultivos y los animales", detalla Leslie. 

Una gran variedad de ecosistemas y una alta diversidad biológica distinguen al Perú de otros países. Esas características, por las que muchos peruanos se dicen orgullosos, son un gran factor de vulnerabilidad cuando se habla del temido cambio climático.

En la comunidad Villa Gonzalo, habitada por indígenas de la etnia wampis, parece que los niños solo podrán conocer a los animales salvajes de Tuntanaín a través de ilustraciones, pues ya casi no se ven durante los viajes al bosque y los montes. 

"Antes aquí se veían añujes (roedores conocidos comúnmente como agutíes), venados, huanganas (cerdos del monte), perdices y guácharos (conocidos como aves de las cavernas). Si los he llegado a ver han estado muertos", reconoce Víctor Cobeñas, un nativo de Villa Gonzalo de 27 años. 

Debido a los cambios acelerados de temperatura y precipitación en la Amazonía, los animales pierden su capacidad de adaptación y muchas veces mueren. Lo mismo sucede con la flora. Los indígenas dicen que los árboles silvestres ya no dan tantos frutos como antes y en ciertas épocas se les hace difícil encontrar algunas hierbas medicinales. 

"El calentamiento global se produce por la mala acción del ser humano, los grandes empresarios, los países industrializados, las fábricas y los parques automotores. Algunos dicen que la selva absorbe todo el dióxido de carbono (co2) y aun así nosotros nos sentimos muy afectados por la contaminación", dice Cobeñas bajo un pequeño árbol con el que se protege del intenso sol. 

Algunas zonas de la Amazonía, considerada el pulmón del mundo, podrían estar convirtiéndose, según expertos, en emisores netos de co2 debido al efecto combinado del calentamiento global y de actividades humanas como la deforestación, la minería ilegal y la expansión agrícola. 

Los indígenas de Tuntanaín saben que deben prepararse para el cambio climático y la incertidumbre que les genera. Se sienten especialmente preocupados por sus bosques, su fuente principal de vida. "¿Cómo podemos soportar?", se preguntan.

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