Campisábalos, el pueblo español con el tercer mejor aire del mundo

21 / 04 / 2017 Elena Box (DPA)
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Según el último informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Campisábalos no sólo es el pueblo con el aire más limpio de España, sino también el tercero del mundo.

Panorámica de Campisábalos, un pequeño municipio de la Sierra Norte de Guadalajara, a dos horas en coche de Madrid

"A veces pienso que deberíamos cobrar una tasa de tantos céntimos por inspiración", bromea entre risas Pedro José María de Pablo. Y no le falta razón al alcalde de Campisábalos, que según el último informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) no sólo es el pueblo con el aire más limpio de España, sino también el tercero del mundo.

A dos horas en coche de Madrid, este pequeño municipio de la Sierra Norte de Guadalajara cuenta con apenas 70 habitantes censados. "Pero que vivan aquí en el invierno puro y duro no llegan a 30", lamenta el regidor. Y esa bajísima densidad de población, con alrededor de 1,3 habitantes por kilómetro cuadrado, unida a sus más de 1.300 metros de altitud, son clave en la pureza de su aire.

Tan sólo la aldea finlandesa de Muonio, por encima del Círculo Polar Ártico, y la canadiense Norman Wells superan a Campisábalos en calidad a la hora de respirar. Así lo avala el informe publicado por la OMS hace casi un año, que recogía datos de cerca de 800 municipios en 67 países centrándose en las partículas finas en suspensión (PM2,5 y PM10).

Actualmente, la organización considera "seguros" valores anuales inferiores a 20 µg/m3 de PM10 y 10 µg/m3 de PM2,5, pues estas partículas -sulfatos, nitratos, etc.- penetran profundamente en los pulmones y el sistema cardiovascular, causando graves problemas de salud. En Campisábalos, la media anual registrada fue mucho más baja: 6 µg/m3 de PM10 y 5 µg/m3 de PM2,5.

"Aquí los vientos dominantes son del noroeste, vienen de una zona en la que apenas hay industria ni grandes ciudades, por lo que han tenido un largo recorrido sin contaminarse", explica De Pablo. Y habla con conocimiento de causa, pues este jubilado, físico de formación, trabajó durante años en cuestiones de calidad del aire en el Ministerio de Medio Ambiente.

Para el alcalde, que el nombre de Campisábalos haya saltado a los titulares es "una satisfacción". "Han venido muchas televisiones por lo del aire", apunta Severino, que espera sentado en un banco frente a la bonita iglesia románica del pueblo la llegada del carnicero. Y es que aquí no hay supermercado ni tiendas; vienen a vender en fugonetas desde municipios más grandes.

"Yo veo que viene gente a dar vueltas al pueblo, a respirar", señala también Antonio en el bar del Centro de Interpretación, una suerte de museo sobre esta comarca que alberga joyas naturales como el hayedo de Tejera Negra, en el vecino Cantalojas, y arqueológicas como el yacimiento celtíbero de Tiermes. "Hace poco vino una pareja de Palma de Mallorca porque se lo comentó un inglés". 

Y es que "vas a Madrid, ves la boina esa de contaminación... y el cuerpo lo paga", añade este albañil, que junto con dos ganaderos y un agricultor es uno de los pocos vecinos que no está jubilado. "Esa es la tristeza de esta zona", lamenta el alcalde. "Aquí la gente cada vez es más vieja y el pueblo va a menos", aunque en Semana Santa o el verano muchos regresen a pasar unos días.

"Cuando están achicharrados de calor en la capital, aquí se duerme con una mantita", explica sonriente De Pablo, que va ya por su tercera legislatura. Y ese viento libre de contaminación que refresca los días de verano es también el causante de que el pueblo cuente con un parque eólico nada desdeñable de 37 turbinas, que suponen una pequeña fuente de ingresos.

Sin embargo, salvo esos meses estivales el clima es duro, y hace mella. "Mi abuelo siempre tenía trigo en el granero, por si venían mal dadas", recuerda el alcalde. "La gente aquí es recia, trabajadora y ahorradora", añade. Y longeva. Su madre, sin ir más lejos, tiene ya 102 años. "Ya sólo viene en verano, pero está bien de la cabeza y de todo". 

¿Será el aire? "La gente aguanta, sea por el aire o por lo que sea", aunque antaño también morían muchos de niños, afirma. "Aquí los viejos es que no se mueren", bromea Antonio. "Es como si tuvieran un caparazón que les protege. Vamos, que son una ruina para la Seguridad Social", dice entre risas. Y eso que el médico, en el pueblo de al lado, sólo pasa consulta en Campisábalos una vez por semana. 

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