Abuelos japoneses al rescate de la economía

26 / 07 / 2016 dpa
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Chikayoshi Gonda permanece en pie, en medio de la humareda de sus fogones. "Si no trabajo todos los días, mi cuerpo se resiente", afirma sonriente este japonés de 92 años. Lleva toda su vida cocinando "oyaki", un pastel tradicional a base de verduras o judías dulces. "Cada vez que nuestros clientes alaban lo ricos que están me hacen feliz", afirma sartén en mano.

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A su lado se sienta su colega Fujiko Matsumoto, que como Gonda se muestra resplandeciente. "Aquí todos somos amigos, es reconfortante estar a su lado", afirma la cocinera japonesa. Ésta es algo más joven que su compañero: "apenas" tiene 86 años. 
Ningún país industrializado del mundo envejece a un ritmo tan acelerado como Japón. Según los últimos datos del Ministerio del Interior la población mayor de 65 años aumentó hasta el récord de un 26,7 por ciento del total. Es decir: por primera vez, más de un cuarto de los habitantes de la tercera economía mundial está en edad de jubilarse. 
Aunque los japoneses gozan de la mayor esperanza de vida mundial -se prevé que para 2050 las mujeres vivan más de 90 años-, las bajas tasas de natalidad hacen que la tasa de población activa se derrumbe. Y para hacer frente a esa tendencia, Japón necesita según los economistas más abuelos como Chikayoshi Gonda y Fujiko Matsumoto.
Su patrón se propone predicar con el ejemplo. "Me gustaría ofrecer lugares a los que la gente mayor pueda ir y trabajar", dice Koryu Gonda, que dirige la empresa como tercera generación. La compañía tiene sucursales en tres localidades de la provincia de Nagano y, de sus 84 empleados, 30 superan los 65 años.
"Cuanto más mayores son, más experiencia poseen y pueden trasladar sus conocimientos de generación en generación", explica Gonda en su restaurante decorado a la manera tradicional nipona. No hay otra provincia del país con tantos trabajadores en edad de jubilación como Nagano, donde los mayores de 65 años son el 38,5 por ciento entre los hombres y el 19,7 por ciento entre las mujeres.
Para que la población de esta montañosa región en el centro de país pueda seguir disfrutando de una elevada esperanza de vida, sus ciudadanos se muestran orgullosos de comer 370 gramos más de verdura al día que la media del país, que se sitúa en 80 gramos. Sin embargo, les gusta comerla con mucha sal, lo que no es muy sano. 
Así, para explicar a la población cómo cocinar de manera más saludable, unos asesores, los llamados "shokkai-san", recorren escuelas y centros sociales. Actualmente hay unos 150.000 de estos asesores en todo el país, entre ellos muchas amas de casa de avanzada edad. Sólo en Nagano suman alrededor de 3.500 y están financiados por aportaciones de las comunidades y los gobiernos locales.
Pero eso no es todo. Los japoneses también se someten con regularidad a chequeos médicos y, de nuevo, el hospital central Saku de Nagano es pionero. "Anualmente realizamos aproximadamente unos 300 chequeos en grupos para unas 80.000 personas", declara Shusuke Natsukawa, director honorífico de la moderna clínica. 
Bajo el lema "más vale prevenir que curar", la clínica comenzó con esta práctica ya desde poco después de la Segunda Guerra Mundial, enviando a médicos y enfermeras a los pueblos para que llevaran a cabo chequeos regulares. Hoy en día, a este tipo de chequeos en grupo se puede acceder en empresas y comunidades de todo el país.
En parte gracias a estas medidas el porcentaje de japoneses que trabajan pese a su avanzada edad es más alto que en otros países. En 2015, según "The Japan Times", había 7,3 millones de empleados mayores de 65 años, lo que supone un 21,7 por ciento de la población en ese grupo de edad. Aunque según los economistas, esto no basta para hacer frente a la falta de mano de obra.
De acuerdo con el Japan Institute for Labor Policy and Training, el número de personas en edad de trabajar descenderá de los 64 millones de 2014 a 56 millones antes de 2030. Sumado al factor de que Japón no realiza una política de inmigración activa, el país debe confiar según los expertos en sus saludables abuelos. Y para ello es necesario cambiar urgentemente las estructuras empresariales.
Aunque en Japón no existe una edad oficial de jubilación, en muchas empresas puede hacerse a los 60 o incluso antes. Más del 80 por ciento siguen no obstante formando parte de la plantilla, pero a menudo con salarios que se reducen drásticamente. Como las pensiones no suelen pagarse hasta a partir de los 65, hay muchos abuelos que se ven obligados a seguir trabajando.
Y lo cierto es que muchos están en forma como para poder hacerlo, por ejemplo Chikayoshi y Gonda. "Mientras mi cuerpo siga moviéndose, me gustaría continuar", dice el nonagenario cocinero. Todos en la empresa piensan como él. "Quieren estar aquí, en casa se sentirían solos". 

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