No sin mi coach

07 / 02 / 2013 16:58 Macu Llorente
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Se ha convertido en la profesión de moda. Son capaces de crear líderes y triunfadores. Muchos deportistas, directivos y personajes famosos ya cuentan con un entrenador personal.

Qué tiene en común Rafa Nadal con el matrimonio de Nicolas Sarkozy y Carla Bruni? Además de haber llegado a lo más alto, los tres cuentan con la ayuda de un entrenador personal, una profesión que surgió hace 50 años en Estados Unidos y que se empezó a introducir en nuestro país hace 20, aunque ha sido en la última década cuando se ha puesto realmente de moda. Pero, ¿quiénes son y qué labor hacen estos profesionales, que nada tienen que ver con un mánager o un psicólogo, aunque en determinados casos pudiera parecerlo?

Maite Gómez Checa, directora del curso superior de Coaching ejecutivo que imparten ICE Coaching y la Universidad Autónoma de Madrid, explica que son “una ayuda para cualquier persona que necesite mejorar o que sienta que está pasando por dificultades profesionales y personales”. Puede resultar complicado situarse en medio de la nebulosa de los coach, cada vez más numerosos y en boga. Las variantes de esta profesión que pega con fuerza son considerables: coach del amor, deportivo, laboral o para impulsar las relaciones personales. En todas las esferas el coach puede ejercer su talento. Y parece que funciona, porque es un mercado que mueve casi 2.000 millones de euros al año en todo el mundo y más de 7 millones en España, así que, aunque cuente con sus críticos, algo debe de tener.

Una de las primeras en utilizarlo fue la princesa Letizia, quien recibió el apoyo de un asesor personal desde meses antes de su boda con el príncipe Felipe. Las nuevas responsabilidades y el comienzo de una nueva vida en el entorno real hicieron necesaria su intervención. Fueron muchas cosas a las que la experiodista debía enfrentarse: normas de protocolo y nuevos conocimientos que añadir a su formación. Durante meses doña Letizia recibió un duro entrenamiento que comenzó con las clases de inglés británico a cargo de un profesor del mundo de la diplomacia. Además, el proceso incluyó distintas sesiones en las que la Princesa de Asturias pasaría por cada uno de los departamentos para asimilar el funcionamiento de la Casa del Rey. Y dio su fruto, ya que, con un pasado plebeyo, ha logrado desenvolverse entre la realeza sin desentonar, pasando a ser una de las mejor valoradas en su función de princesa heredera.

Comunicación y credibilidad.

Pero Letizia Ortiz no es la única que ha tenido que entrenarse para la vida pública. Elvira Cordero, socia fundadora de Report Comunicación, empresa que imparte cursos para portavoces, nos explica que la locuacidad y la buena oratoria es algo que los personajes públicos y otros profesionales deben aprender: “Lo básico es que comuniquen bien sus ideas. Un buen portavoz debe transmitir credibilidad, exponer los conceptos o sus pensamientos con seguridad y claridad y ofrecer un discurso ameno. No hablo del uso del humor, que es arriesgado, pero sí de concisión y brevedad”. Pero los políticos no solo acuden a un coach para mejorar habilidades en la esfera pública, también en la privada.

A nadie se le escapa que José María Aznar rejuveneció como por arte de magia al quitarse el traje y ponerse el chándal. Parte de ese milagro se lo debe a su entrenador personal, Bernardino Lombao, la persona encargada de preparar los ejercicios físicos al político. Gracias a su ayuda y motivación, Bernardino asegura que Aznar llega a hacer hasta 2.000 abdominales diarios. Desde que estaba en La Moncloa, el coach se encargaba de preparar y supervisar el entrenamiento del entonces presidente del Gobierno, y ahora continúa trabajando con él.

En el país vecino, Nicolas Sarkozy fue también el primer presidente francés en contar con un entrenador personal. Tras conocer a su actual esposa, Carla Bruni, se puso en manos de Julie Imperiali, una joven de 26 años, artífice de su proceso de coach. Parece que vivir junto a una mujer deseada por la mayoría de los hombres provocó en Sarkozy la necesidad de no relajarse ni bajar la guardia. A partir de ese momento han sido numerosas las instantáneas captadas por la prensa en las que se le podía ver practicando deporte. La técnica utilizada por Imperiali está basada en el trabajo de los músculos y la contracción del perineo, de tal manera que incluso la prensa contó que, gracias a su entrenamiento, el expresidente francés logró mejorar su vida sexual. Con tan buenos resultados que la exmodelo decidió seguir los pasos de su marido y se puso en las manos de la misma coach. Y no son los únicos. En Nueva York el coaching sexual para enseñar a las parejas a resolver situaciones específicas y a recuperar el placer es una tendencia que crece a pasos agigantados.

Los deportistas de élite son de los profesionales que más presión tienen que soportar, por eso no es raro verles rodeados de expertos que les infunden confianza en sí mismos. Cada vez son más los que cuentan con un especialista para entrenar no solo el cuerpo, sino también la mente. Uno de los casos más conocidos lo tenemos en Rafa Nadal. El tenista tiene en su tío Toni a su coach, que le ayuda a controlar las emociones, el estrés y el miedo al fracaso. El mallorquín lo cita siempre como una de las grandes claves de su éxito debido a su enorme capacidad para controlarle y motivarle. Toni ha ayudado a su sobrino a sacar todo el potencial que tiene como deportista, con sus consejos dentro y fuera de la cancha, hasta conducirle a ser un número uno mundial. A nadie se le escapa el papel realizado en su exitosa carrera, marcando su carácter y disciplina.

Un negocio en tiempos de crisis.

Al igual que sucede en el deporte, pero sin sudar la camiseta, son cada vez más numerosos los hombres de negocios, prestigiosos bufetes y ejecutivos de empresas que cuentan con un coach para resolver crisis personales y laborales, y potenciar el liderazgo. En el complicado mundo de los negocios, empresas como Coca-Cola, Nike o Adidas contratan a estos profesionales para que mantengan a su personal motivado. El refuerzo del entrenador personal se ha convertido en una pieza fundamental para que los ejecutivos obtengan mejores objetivos, se desbloqueen mentalmente en momentos de tensión y saquen provecho de todo el potencial con el que cuentan.

Mediante el coaching se trabaja además para que las relaciones laborales sean productivas. Está comprobado que en las reuniones de empresa no solo es importante el tema a tratar, sino que la planificación resulta determinante. ¿Quién no ha salido de una reunión sintiendo que ha perdido el tiempo? Algo tan sencillo como no convocarla cuando la gente llega al trabajo o le queda poco para salir puede ser clave para mejorar el rendimiento. Además, fijar una reunión en lunes o viernes es otro error, porque los participantes pueden estar desconcentrados pensando en el fin de semana pasado o en el que les espera.

Entre los casos que trabaja la coach Gómez Checa con el coachee (cliente) están: “Me cuesta delegar, porque tardo más en explicarlo que en hacerlo yo”; “me pongo muy nervioso cuando tengo que hacer presentaciones en público”; “quiero ascender y no sé cómo hacerlo”; o “me trasladan a un nuevo país y no sé si estoy preparado para ello”.

José Miguel Herrero, subdirector general de Estructura de la Cadena Alimentaria del Ministerio de Industria, es uno de los directivos que ha acudido a estas sesiones para mejorar en el trabajo y después, por cuenta propia, ha recibido un entrenamiento personal. “Me ha servido para tener más confianza en mi vida, en el día a día. Me siento mejor y me conozco mejor. Es caro pero compensa”, nos cuenta el coachee. El precio medio de un entrenador a medida va de los 750 euros las tres sesiones, hasta los 3.000 euros por doce sesiones. Una inversión que parece que cada día están más dispuestas a asumir las empresas para apoyar a sus altas esferas.

Moda o no, lo que parece claro es que el coach es un negocio a prueba de crisis. De hecho, se puede decir que es de las profesiones que pueden salir fortalecidas de este crítico periodo por el que estamos pasando. Para muchas personas que se quedan en paro estos duros tiempos se traducen en un momento de reciclaje y cambio de profesión. “El coach trabaja a favor del cambio. Hay gente que no sabe cómo hacerlo o bien se encuentra perdida en un momento de su vida y necesita descubrir aquello para lo que vale y le motiva”, explica la coach Maite Gómez Checa. En el lado contrario también hay quienes viven situaciones emergentes y deben adaptarse rápidamente a una nueva realidad de bonanza. Son nuevos ricos que han amasado fortunas en muy poco tiempo y les surgen necesidades acordes con su nuevo estatus. Y aquí es donde recurren también a este profesional para evitar desentonar en sociedad. Durante semanas o meses el coach acompaña las 24 horas al cliente para que aprenda todo lo necesario: normas de protocolo, cómo vestirse y cómo hablar. En definitiva, le da los mandamientos para estar a la altura en su nueva vida.

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