El síndrome de la cama vacía

30 / 11 / 2016 Celia Lorente
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Un trastorno que afecta a mujeres que, pese a triunfar profesionalmente, se sienten solas si no están en pareja.

El llamado síndrome de la cama vacía tiene que ver con la sensación de desprotección, tristeza y soledad asociada al dormir sola. Deriva de los mensajes transmitidos tanto por las marcas en la publicidad como por las familias respecto a que la vida en pareja constituye el estado perfecto y natural para alcanzar la felicidad. Es por ello que muchas mujeres, sobre todo entre los 30 y 40 años de edad, independientemente de sus logros profesionales o intelectuales, sienten un impulso incontenible y una necesidad acuciante de vivir en pareja y de formar una familia como símbolo tangible e irrefutable de haberse realizado por la vía de alcanzar ese ideal que anida en los códigos de conducta tradicionalmente familiares.

Según un análisis de Coaching Club, centro especializado en terapias grupales, la sociedad actual se rige por normas y pautas generalizadas que afectan a las emociones de las personas en todos los ámbitos de la vida y en la mujer, en concreto en el síndrome de la cama vacía, un trastorno que sufren mucho más frecuentemente ellas que ellos. Verónica Rodríguez Orellana, terapeuta y directora de Coaching Club expone: “En nuestras consultas vivimos testimonios de mujeres que entienden la soltería como un hecho vivido por las mujeres como una especie de castigo divino, como una imposibilidad de lograr ser querida y aceptada, como una forma de incompleta existencia. La consecuencia de ello resulta evidente: muchas terminarán eligiendo una pareja por perentoria necesidad más que por verdadera motivación o deseo”. La mujer se siente atrapada sin salida. Tiene mucho que ver con la cultura, con las pautas establecidas: “La mujer tiende a enredarse en sus pensamientos y creencias que generan sentimientos negativos y de culpabilidad como de preguntas: ¿seré muy selectiva? ¿Me ven tan independiente que se asustan y se van? El amor es mi asignatura pendiente, puedo con todo menos con esto”, explica Rodríguez Orellana.

 

Un gran vacío.

Otras mujeres que están en pareja sufren también el fenómeno de la pareja ideal que no existe. Socialmente representan la pareja ideal pero no es lo que sienten, al menos hoy. “Continuamente acuden al centro Coaching Club con preguntas frecuentes: ¿por qué sigo? ¿Qué es lo que nos une? La única conexión consiste en los muchos años que pasaron juntos y que se transformaron en costumbre y hábito, el único impedimento para la ruptura es el miedo a la soledad y a perder una red social tejida con paciencia y dedicación”, explica la directora de Coaching Club.

Otro síndrome frecuente es el de la separación reciente. Un tipo de consulta habitual en las sesiones de coaching es la de mujeres que vivieron en pareja, se acostumbraron a tomar resoluciones juntos, a proyectar consensuada y conjuntamente y al separarse sienten un gran vacío. “Aunque la decisión está tomada y no se arrepienten, la sensación de incertidumbre es inevitable, porque han debido abandonar una zona de absoluto confort que facilitaba la resolución de cualquier problema, por arduo que pareciera. Y es que, a pesar de los desencuentros, de la fragilidad del amor a largo plazo, de las dificultades ciertas y contundentes de la convivencia, este modo de vida en común se sigue asociando socialmente con sentimientos de seguridad, realización y reconocimiento”, explica Rodríguez Orellana.

Desde Coaching Club aconsejan para evitar todas estas sensaciones negativas cambiar el modo de pensar. Aceptar que la soltería no es un castigo, sino una situación natural y saludable de la vida. Salir de la rutina y realizar cosas que en pareja no se hacían por falta de tiempo o porque no estaba bien visto o “permitido” en el ámbito de la convivencia. Conectar con las verdaderas necesidades y deseos más recónditos no depende en absoluto de vivir solos o acompañados. 

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