Teresa Perales, una grande del deporte español

24 / 01 / 2017 Richi Esquilas
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Una grave enfermedad la dejó postrada, pero ha conseguido convertirse en la española más laureada.

Con 40 años el tiempo corre más deprisa para su cuerpo, inmóvil de cintura para abajo desde los 19 por una neuropatía. Un golpe brutal que removió sentimientos que nacieron tras perder a su padre con 14 años. “Ya entonces me di cuenta de que si no salía adelante era muy egoísta porque él ya no estaba pero yo sí. Y con la enfermedad parecía que mi vida era dramática. Pero tras esos dos momentos se termina el drama. Amo la vida y me gusta tener oportunidades”.

Ese mismo año, la oportunidad llegaría gracias al deporte. “Siempre había sido deportista pero odiaba nadar. Y ese verano fui con mi familia a un apartamento con piscina. Hacía tanto calor que al final me atreví a meterme. Mi madre por seguridad me compró un chaleco salvavidas, me tiré al agua, empecé a nadar y me gustó. Así que mi historia deportiva comienza con un chaleco y continúa con mucho amor propio y orgullo”. 

Medallero

Un orgullo responsable de 26 medallas en cinco Juegos Paralímpicos, 17 en cuatro mundiales y otras 37 en 17 europeos. Teresa es la mejor deportista paralímpica de la historia y la española más laureada. “Son solo metales. Lo bonito es el camino. Yo toco una medalla y no siento nada. El momento de la verdad es cuando tocas la pared, miras el marcador y echas la vista atrás.”

Hoy, Teresa asegura que no cambiaría lo que le pasó hace 21 años, porque si no jamás habría ido a unos juegos, ni habría conocido a su marido, ni tenido a su hijo, el motor de su vida. “Hace que entiendas la esencia de la vida al máximo y es quien me mantiene vivas las ilusiones. Lleva muy bien verme en silla de ruedas y lo ve hasta con ventaja, porque cuando se cansa se puede sentar.”

Una de sus mayores ilusiones fue llegar a los Juegos de Río en forma para que su hijo fuera consciente de lo que hacía. Y la mayor lección de su carrera se la dio él tras perder dos finales. “He tratado de enseñarle que lo importante es participar queriendo ganar, pero siempre me veía volver con medallas. Y esta fue la primera vez que no lo logré y me hizo ver que no había ganado medallas pero había ganado dos diplomas paralímpicos.” Y regresó de Brasil convencida de seguir. “Me falta ir a Tokio 2020. Por mí no va a quedar.”

Admirada por todos

No se considera un ejemplo, “porque hay millones como yo, solo que yo he ganado medallas”. Éxitos que han ayudado a que se hable del deporte paralímpico y que le valieron la candidatura al premio Princesa de Asturias. “Me sorprendió que Vicente del Bosque encabezara la petición y que tantos grandes deportistas la avalaran, que supieran quién soy. Es un premio complicado y creo que no soy tan grande todavía”.

Una modestia que siempre la ha caracterizado, junto con su contagiosa sonrisa y el mayor de los positivismos, que pone en práctica a diario para ser feliz. “Hay que descansar de los pensamientos negativos. Darnos solo diez minutos para estar de bajón. Y a partir de ahí, a pensar en positivo. Así, si soy capaz de generar una espiral positiva, seré capaz de hacer felices a los demás.”

Y así sueña Teresa Perales, con pasar el mayor tiempo junto a su familia y seguir creciendo. “Me haría ilusión dar conferencias en Latinoamérica y, en la parte deportiva, romper las barreras establecidas en cuanto a las leyes escritas sobre el deporte. Quiero aprovechar las oportunidades. Por eso casi nunca digo ‘no’, porque al decir ‘sí’ te puedes llevar buenas sorpresas...”, explica.

“Una discapacidad no es nada más que algo que te acompaña pero no te determina”. Algo que Teresa Perales aprendió hace mucho, sin perder nunca la sonrisa ni caer en el desaliento. “No tengo motivos para no sonreír. Y si los hay, me peleo a muerte con ellos”, afirma con convicción.

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