Cómo sobrevivir a un verano en pareja

04 / 08 / 2016 Celia Lorente
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Tradicionalmente, tras las vacaciones las separaciones aumentan un 31%.

Todos los años tras el verano se abre el periodo en el que más divorcios y separaciones se suceden según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). La terapeuta Verónica Rodríguez Orellana, que lidera un equipo pionero en técnicas de coaching grupal en Madrid explica: “Durante todo el año esperamos las vacaciones con ansia y pensamos que será el momento de poner las cosas en orden, que todo resultará mejor y por eso suelen ser tan esperadas e idealizadas. Pero, según se encuentre nuestra relación de pareja, las vacaciones pueden ser o todo un éxito o la antesala del infierno”, explica.

Si la pareja se encuentra en un momento muy conflictivo, entonces es muy probable que las vacaciones se conviertan en el desencadenante final de la relación: “Pueden precipitar la decisión pospuesta de ponerle punto final. Sin embargo, la culpa nunca será de las vacaciones, sino de los conflictos previos o de lo que se encontraba latente y que quizá se puso de manifiesto al tener que compartir mucho tiempo con el otro”.

Es común que las parejas idealicen las vacaciones y piensen que tendrán más tiempo para hablar o incluso aumentar el número de relaciones íntimas. Se crean unas expectativas que son perjudiciales y se vuelven precisamente en contra de la propia pareja. “Estas expectativas, cuando no se cumplen, llevan a la frustración y al germen de los futuros conflictos. No se comunica, no se cumple lo esperado y empiezan a surgir los problemas, es como una bola de nieve que hay que saber parar a tiempo para que no empeore la situación”, explica Rodríguez Orellana.

Planes conflictivos

 Los seis puntos clave para evitar acabar divorciados tras el verano pasarían en primer lugar por pensar bien el destino. Es importante que si no hay coincidencia se aprenda a negociar o bien elegir un lugar del que los dos puedan disfrutar. Otra alternativa es que se turnen cada año para elegir sitio. Otro punto clave es ¿qué hacer durante el veraneo? Regla número uno, respetar las necesidades o gustos individuales. Por ejemplo puede darse que uno quiera dedicarle tiempo a alguna actividad deportiva, pesca, navegación, golf, etcétera. Si bien esto puede quitarle tiempo al estar en pareja, es muy saludable permitirse ese espacio con generosidad y reconociendo las diferencias.

Otro punto importante son las familias respectivas, que pueden ser un motivo de conflicto. La tuya, la mía, si se la incluye o no, y ni que hablar si hay convivencia, en tu pueblo en el mío, etc., etc. En la actualidad se suman variables como las de los hijos provenientes de matrimonios o parejas previas. Las opciones pueden ser variadas: vacacionar cada uno con sus hijos y compartir algunos días con las nuevas parejas o familias o bien mantener las mismas en forma separada, son alternativas que cada uno manejará según sus circunstancias.

Otra cuestión son los amigos, que suelen ser un comodín no explicitado cuando la pareja no se encuentra bien, y puede funcionar, pero una vez más será “meter la tierra bajo la alfombra”. En el caso de las parejas que no estén en crisis y deciden compartir sus vacaciones con amigos, es muy importante que el grupo no haga que desaparezcan los espacios de pareja, de familia e individuales. Y también es importante el tema de las tareas y responsabilidades. Las vacaciones son para todos y se deberá generar una dinámica diferente a la que se tiene
 durante el año. Repartir responsabilidades en forma consensuada evitará reproches y enojos.

Y por último, el tema de la sexualidad. La exigencia de disfrutar afecta directamente a la posibilidad de lograrlo. Las vacaciones pueden ser un momento de reencuentro y acercamiento, pero es importante respetar la espontaneidad y que el deseo surja naturalmente sin presiones.

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