Ya no más excusas

Firmo innumerables peticiones cuyo objetivo es proteger la vida de todas las especies del planeta, incluida la nuestra, pero lo hago cada vez con menos expectativas desde que Donald Trump, presidente electo de los Estados Unidos, prometió no invertir más en la lucha contra el cambio climático. Los tuits de Trump dejan clara su postura: “El calentamiento global es un concepto creado por y para los chinos con el objetivo de hacer la industria estadounidense no competitiva”. Suponen un jarro de agua fría para el histórico acuerdo de París con el modesto objetivo de mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 2ºC. Aún nos queda la leve esperanza de que no cumpla sus promesas amenazantes, sin embargo, el hecho de se haya rodeado de varios negacionistas nos hace temer lo peor. Que para Estados Unidos, el segundo país del mundo en emisiones de gases de efecto invernadero, no sea una prioridad frenar el deterioro medioambiental puede tener un efecto demoledor en el resto del planeta.

Con semejante panorama, aunque las firmas no sirvan de mucho, deberíamos involucrarnos de todos modos. Informes científicos alertan de que dentro de tres años dos tercios de la fauna salvaje del planeta habrán desaparecido, a no ser que les demos espacios seguros para que se desarrollen. Varios Gobiernos se reunirán en unos días para discutir cómo atajar esta extinción masiva; un objetivo que sería factible si evitáramos la deforestación, el uso de energías sucias y la agricultura y la pesca industrializadas. Con un objetivo más inmediato, la ONG Oxfam Intermon promueve la campaña #YaNoMás Excusas, para pedir al Gobierno español que reduzca sus emisiones de carbono. España es el tercer país de la Unión Europea que más ha aumentado sus emisiones desde 1990. Solo en 2015 se incrementó un 3,2% respecto al año anterior. La cuota justa que el Gobierno español debería asumir, según las estimaciones de dicha ONG, es de cerca de 500 millones de euros, sin embargo, ni siquiera ha cumplido su compromiso de aportar el 1% de lo que le corresponde, para que los países más pobres puedan adaptarse a las consecuencias del cambio climático.

La realidad es que en la reciente cumbre de Marrakech hubo buenas palabras, pero pocas decisiones resolutivas para ampliar el Fondo Verde del Clima. La campaña pone un ejemplo específico, el de Burkina Faso, uno de los países más pobres del mundo, de los que no contaminan apenas pero sufren sequías, inundaciones, pérdidas de cosechas y hambre, los peores efectos del calentamiento global. Las personas más afectadas no tienen la posibilidad de participar en las cumbres internacionales, por eso tenemos la obligación moral de recordar su situación y hacer valer sus derechos. Para lograrlo nunca está de más reunir todas las firmas posibles (http://bit.ly/NoMasExcusas) y llamar la atención del Gobierno.