Tomar partido

11 / 10 / 2017 Nativel Preciado
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La posición de los equidistantes es difícil de mantener durante mucho tiempo en momentos de máxima tensión.

La escritora feminista afroamericana Chimamanda Ngozi Adichie ha dicho que en una época como la que vivimos estamos obligados a tomar partido. Qué más quisiera yo, murmuré para mis adentros, mientras escuchaba declaraciones extravagantes a propósito de la tempestuosa crisis institucional que nos ocupa desde hace demasiado tiempo. Nada me resultaría más cómodo y satisfactorio que integrarme en un partido, un grupo o una secta, cualquiera que fuera su naturaleza, con los que pudiera compartir ideas, símbolos y maneras de actuar y que me ofrecieran la debida protección, pero me es imposible porque no lo encuentro y bien que lo siento. Me sorprende, sin embargo, que en los últimos días, las ofuscaciones cometidas por los dos Gobiernos, más el de la Generalitat que el de La Moncloa, han engrosado las filas de los que reniegan de ambos, aunque estoy convencida de que dicha posición no durará excesivamente y luego me explicaré mejor.

La actitud más generalizada desde el exterior coincide con la de Bruselas: comparten la unidad constitucional, apoyan al Gobierno de España y consideran ilegal el referéndum, pero censuran enérgicamente el uso de la fuerza y condenan la violencia de la Policía. Mira que la opinión era favorable al Gobierno Rajoy, porque las instituciones europeas en bloque estaban de su parte, pero la desproporcionada actuación policial ha roto el apoyo sin fisuras. No solo han sido incapaces de evitar, como prometieron, que se distribuyesen las urnas, se formasen las mesas electorales y se realizara un simulacro de referéndum por muy ilegal que fuera, sino que, además, han perdido la batalla mediática internacional. No creo que se hayan producido dimisiones antes de que estas líneas lleguen al lector, pero, como mínimo, deberían alcanzar a quienes dieron la orden de reprimir a los ciudadanos a golpes, patadas, empujones, porrazos, disparos de fogueo y pelotas de goma. En el supuesto improbable de que la actuación policial no respondiera a órdenes superiores sino a la propia iniciativa de los mandos inmediatos, deberían haber sido desautorizados públicamente para evitar un mal mayor para todo el Estado. Las imágenes de violencia que han llenado las portadas de la prensa internacional son inadmisibles. Es dramático que, por culpa de una cadena de errores evitables, se haya agrandado la fractura social y aumenten los partidarios de la propaganda a favor de la “República Catalana Independiente”. Las personas, en última instancia, toman decisiones emocionales en función de un símbolo, un estímulo, una respuesta o una provocación.

Me refería, al principio, a las grandes ventajas de tomar partido frente a los muchos inconvenientes de quienes rechazan la actitud de todas las partes involucradas en el conflicto. Insisto en que la posición de los equidistantes es difícil que se mantenga durante mucho tiempo, porque en momentos de máxima tensión, como el que vivimos, te obligan a tomar partido. Y si no lo haces te arriesgas a ser víctima inocente del fuego cruzado. Es el riesgo que corren los que van por libre. 

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