Tacones de vértigo

09 / 06 / 2016 Nativel Preciado
  • Valoración
  • Actualmente 0 de 5 Estrellas.
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
  • Tu valoración
  • Actualmente 0 de 5 Estrellas.
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
¡Gracias!

Hay quien sostiene que no sabe andar si no lleva tacones de 13 centímetros. Mujeres que dicen estar acostumbradas a las alturas y son incapaces de ponerse zapatos planos. Es posible que ellas se lo crean, pero yo lo dudo, porque he visto a compañeras mías en algún acto oficial con los pies torturados buscando desesperadamente un asiento para aliviar el dolor. No puedo hablar por experiencia propia, pero me cuentan que no se puede aguantar un tacón de más de 12 centímetros permaneciendo de pie durante dos horas y, menos aún, caminando con naturalidad sin perder el equilibrio.

Pensé que los stilettos, también conocidos como tacones de aguja, se convertirían en
una moda fugaz, pero lejos
de eso permanecen y cada vez se elevan más, desde los clási-cos diez centímetros hemos pasado a los vertiginosos 15 o incluso 18 con ayuda de plataforma. Estilizan la figura y alargan indefinidamente las piernas, pero las modelos que los usan han tenido ya varios accidentes en plena caminata por la pasarela.

Caerse desde las alturas no es el único peligro, también advierten los traumatólogos que producen lesiones de espalda, deforman los pies y terminan provocando osteoartritis.

Describo los daños minuciosamente para acreditar que los tacones de vértigo son una tortura a la que algunas mujeres se someten de forma voluntaria. Más allá de mi perplejidad, no tengo nada que objetar sobre la gente a la que le gusta sufrir. Otra asunto es que se lo impongan.

La feminidad es una elección, pero jamás debemos permitir que se convierta en una tiranía. Ninguna empresa debe obligar a las mujeres a que lleven tacones o cualquier otra indumentaria que pueda ser considerada sexista o discriminatoria. Demasiadas servidumbres tiene ya el mundo laboral como para aceptar más coacciones arbitrarias. Lo digo porque se están dando demasiados casos últimamente de discriminación sexista en el trabajo.

Es inaceptable que las mujeres cobren de media casi un 20% menos que los hombres o que solo un 31% consigan acceder a los puestos directivos, pero lo que clama al cielo es que, además, se les exija trabajar con tacones altos. No me lo invento, ha sucedido con enfermeras españolas o guías e intérpretes del Patrimonio Nacional, que fueron sancionadas por negarse a llevar uniformes que atentaban contra su dignidad, acudieron a los tribunales y ganaron.

El caso más reciente es el de la recepcionista londinense de 27 años que fue despedida por negarse a llevar tacones. La joven ha pedido apoyo en las redes sociales para que se impida por ley obligar a las mujeres a llevar zapatos altos en sus puestos de trabajo. Ya tiene recogidas 142.000 firmas, entre otras, la mía. No es una frivolidad, ni mucho menos, se trata de plantar cara a las crecientes medidas discriminatorias que tratan de imponernos en todos los frentes. 

Grupo Zeta Nexica