Rehenes digitales

02 / 03 / 2017 Nativel Preciado
  • Valoración
  • Actualmente 0 de 5 Estrellas.
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
  • Tu valoración
  • Actualmente 0 de 5 Estrellas.
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
¡Gracias!

Cada vez estamos más controlados, las compañías procesan la información.

Confieso que las siguientes líneas iban a ser fruto de un ataque de furia, pero cuando logro sosegarme me queda una gran preocupación. Verán por qué. Hace unos instantes, al abrir mi correo encuentro más de cien remitentes indeseables que me ofrecen vinos, seguros de motos, tarjetas de crédito, servicios de móvil gratis... y también, por supuesto, la pareja ideal o servicios sexuales con scort, los llamados chicos de compañía. Solo se trata de correo basura que, a veces, se cuela donde no debe. El cabreo es similar al que cojo cada vez que me acosan telefónicamente a horas intempestivas para ofrecerme descuentos sobre diversos productos. Me dicen que la única manera de evitarlo es apuntarse en la lista Robinson, un servicio de exclusión publicitaria, o denunciar a los más molestos en la Agencia de Protección de Datos. Los trámites me llevan un tiempo que no tengo, así que al final ni lista ni denuncia. Y aquí estoy, cabreada de nuevo, porque creo que es inútil luchar contra los elementos. Cada vez estamos más controlados, porque las compañías procesan y segmentan la información para dirigirse a clientes potenciales.

Peter F. Drucker, el mayor experto de la administración (management) del siglo XX, sentenció hace tiempo que los medios de producción habían cambiado. Ya no eran los clásicos capital, trabajo y tierra; ahora lo era la información y, lógicamente, saberla procesar. Se refería a cómo las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, y la sociedad del conocimiento, estaban transformando drásticamente la estructura industrial, los productos y servicios, los mercados y, en fin, las economías; pero los pronósticos de Drucker han llegado a extremos insospechados, incluso han irrumpido de manera fraudulenta en la política. Les recuerdo el caso del político verde alemán Malte Spitz, del que se ocupó ampliamente el diario Zeit, cuando reclamó a la compañía Deutsche Telecom la información que de él tenía por el uso de su línea móvil durante seis meses; el periódico contactó con una agencia de visualización de datos que a su vez recogió toda la información en abierto de Spitz y elaboró un mapa detallado sobre los recorridos de Spitz, en tren, en avión, quién le llama, cuándo come, los mensajes que recibe y quién se los envía. Lo sabían todo sobre él.

Uno de los primeros políticos que utilizó esa clase de conocimientos fue Barack Obama, que en su momento entró con gran éxito electoral en la base de datos demócrata (Demzilla). También ha sido una de las claves de la victoria de Donald Trump, que supo dirigirse a los ciudadanos segmentando electoralmente sus mensajes a través de la base de datos republicana (Votervoult). Aunque me resisto a creer que lo de Trump sea solo por esto; más bien, como ha dicho con acierto Sean Illing “querían un hijo de puta duro que derribase al establishment”. Pues aquí lo tenemos.

Grupo Zeta Nexica