Multar a los jubilados

17 / 12 / 2015 Nativel Preciado
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El éxito no depende tanto de la edad como de la capacidad de soñar

Cuando alguien me habla de emprendedores doy por hecho que se refiere a los jóvenes. Últimamente, sin embargo, leo cantidad de noticias sobre los “oldpreneurs”, jubilados que invierten su pensión en emprender nuevos negocios. Aunque habrá que estudiarlo con más detenimiento, en principio parece una gran idea para los que están preocupados por tener pocos recursos para su jubilación. Hace tres meses se ha creado en el Reino Unido un servicio financiero con una serie de ventajas fiscales para capitalizar las pensiones y convertirlas en un fondo de inversión. Durante los últimos tres meses se han retirado unos 2,5 millones de libras (3,4 millones de euros) de los fondos de pensiones y se calcula que 500.000 pensionistas más se reconviertan en empresarios, lo que supondría un aportación considerable para la economía británica.

Además de estas cifras tan sugestivas, la noticia va acompañada de ejemplos de emprendedores tardíos que triunfaron con sus empresas cuando ya habían cumplido los 50. Casos de personajes tan famosos como los fundadores de McDonalds, KFC o el Huffington Post. Y otros menos conocidos que prosperaron con negocios variopintos, alguno tan tradicional como las bufandas gigantes de lana tejidas con las manos por una ucraniana, que las exporta a los cinco continentes a través de Internet.

Hasta ahora dábamos por hecho que el mundo de la innovación pertenece en exclusiva a los menores de 30. Es cierto que Mark Zuckerberg triunfó con Facebook con solo 20 años. También eran veinteañeros Steve Jobs y los creadores de Tuenti y otras startups cuando se hicieron multimillonarios. Son personas soñadoras y arriesgadas a las que moviliza más la pasión por llevar a la práctica una idea o sacar adelante un proyecto, que la ambición de ganar dinero. Pero el éxito en este terreno no depende tanto de la edad como de la capacidad de ilusionarte, de soñar y también de la necesidad de reinventarte para sobrevivir. La crisis ha espoleado la imaginación de quienes son prematuramente excluidos del mercado laboral y tienen por delante demasiada vida para quedarse cruzados de brazos. Convertirse en emprendedor a partir de los 50, además de fomentar la autoestima, es más rentable que el mejor plan de pensiones con vistas a la jubilación. No dudo que el deseo de innovar es más propio de la juventud, pero las historias de los oldpreneurs vienen a compensar el conocido como “efecto Zuckerberg”.

No me resisto a añadir un último apunte. Mientras el Gobierno británico ofrece ventajas fiscales para mejorar la vida de sus jubilados, el Ministerio de Empleo español exige hasta el último céntimo que cobraron unos jubilados por trabajar de extras en la película Ocho apellidos catalanes. El fisco les reclama unos 126 euros. Así de mezquina e injusta es nuestra legalidad tributaria.

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