Menos humos

26 / 11 / 2015 Nativel Preciado
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Las encuestas confirman la tendencia entre la juventud a no tener coche propio

El día que la alcaldesa de Madrid prohibió aparcar en el centro de la ciudad a los no residentes, pocos reaccionaron en contra. A pesar de que lo hizo de modo sorpresivo, la mayoría de los ciudadanos, de mejor o peor gana, comprendieron la medida. Parece que los mensajes en defensa del medio ambiente van calando hasta tal punto que la industria del automóvil empieza a sentirse amenazada. Y no solo a consecuencia de la crisis o del fraude de las irregularidades en las emisiones de Volkswagen, sino porque los coches han dejado de ser una prioridad. Encuestas realizadas entre altos directivos del sector del automóvil confirman que aumenta la tendencia entre la juventud a no tener coche propio. Prefieren compartirlo, alquilarlo ocasionalmente y utilizar medios de transporte alternativos. Ni siquiera se molestan en obtener el carnet de conducir. Tener un coche es excesivamente caro, no solo por lo que cuesta su adquisición, sino por los seguros, la gasolina, el aparcamiento y los impuestos. Quizá la crisis económica fuera el origen de este cambio de hábitos, pero el gasto inasumible no es el motivo primordial, preocupan más los atascos y la contaminación que hace irrespirable el aire de las grandes ciudades. De hecho, los jóvenes que todavía compran coches, tienen cada vez más en cuenta si contaminan. La concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera alcanza niveles históricos.

Los fabricantes de automóviles ensayan otras fórmulas de negocio para buscar salidas y ofrecen mejores condiciones de financiación, inversiones en coches híbridos para las distancias cortas y modelos eléctricos asequibles que, además, no contaminan. Pero sus clientes potenciales prefieren utilizar bicicletas y el transporte público. El coche ha dejado de ser símbolo de la emancipación juvenil para convertirse en un estorbo. Como la tendencia va en aumento, la industria automovilística ha previsto dirigir la mayor parte de su producción de coches grandes hacia los mercados emergentes, como Brasil, Rusia, India y China, donde existe menos conciencia medioambiental. Lo mismo hicieron las compañías tabaqueras cuando empezó a disminuir su negocio en Estados Unidos y la Unión Europea: enfocar sus esfuerzos publicitarios hacia los países donde las autoridades impedían que los consumidores estuvieran bien informados y aún no fueran muy conscientes de que fumar mata. Sin embargo, cuando los ciudadanos, a pesar de las dificultades, logran informarse mejor de lo que les conviene, su cambio de hábitos es irreversible.

Aprovecho este preámbulo para recordar, una vez más, que la próxima semana se realizará la marcha global contra el cambio climático para presionar a los participantes de la cumbre del clima que se celebra en París el 30 de noviembre. Llevan 20 años de fracasos. Ojalá esta vez se pongan de acuerdo.

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