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Memorias de Alberto Corazón

30 / 07 / 2015 Nativel Preciado
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La exposición del diseñador representa la memoria visual del último medio siglo.

Visitar el edificio más emblemático de la Gran Vía madrileña, subir en el ascensor hasta el Espacio Fundación Telefónica y quedarse atónito frente a la exposición que representa, más que ninguna otra, la memoria visual del último medio siglo. Es muy impactante el poder evocador de la inmensa obra que Alberto Corazón ha creado a lo largo de su vida. Cincuenta años de trabajo de un diseñador gráfico e industrial, pintor, escultor y escritor cuyas creaciones son más conocidas por el público que el propio artista. El enorme tamaño de los muros de este colosal espacio están repletos de centenares de carteles, textos, imágenes, bocetos, maquetas y logos reconocidos internacionalmente. Para los visitantes de cualquier edad es fácil identificar su propia trayectoria visual con el logo de los libros de texto de Anaya, instituciones como la ONCE, la Biblioteca Nacional, la Casa de América, Paradores de España, el Círculo de Bellas Artes, la Casa del Libro, el Centro Cultural de la Villa, el Teatro de la Zarzuela, la Compañía Nacional de Teatro Clásico... además de otros objetos tan domésticos y familiares como sus teléfonos, sillas, lámparas, alfombras y relojes. Estamos tan acostumbrados a estos diseños que nos han acompañado gran parte de nuestra vida que pocos saben que nacieron de la mente inagotable de Alberto Corazón.

No quisiera ponerme demasiado enfática al definirle, así que prefiero dejarlo en manos maestro alemán Otl Acher cuando dijo que: “Difícilmente encontraremos un diseñador más completo, complejo y auténticamente creador que Alberto Corazón”. Podría añadir que es el único diseñador europeo que ha recibido la Medalla de oro del Institute of Graphic Arts, el premio internacional más importante de la comunicación visual, y llenar muchas líneas con otros galardones, medallas y reconocimientos por su labor, pero resultaría demasiado extenso e incluso tedioso. Sin entrar en más disquisiciones sobre la importancia de la obra y la discreción del artista, lo interesante es visitar la exposición para evocar placenteramente, con toda la calma del mundo, lo que con tanto acierto definió el profesor de Literatura italiana Nunccio Ordine, la utilidad de lo inútil, el valor esencial de la fantasía, la contemplación del arte, las divagaciones filosóficas, el sugestivo poder de la imaginación. He aquí la respuesta para quien se pregunte por la utilidad del diseño y hasta qué punto son necesarios los símbolos en un mundo de carencias y penurias. En caso de que algo de lo expuesto fuera superfluo, que a mi modo de ver no lo es, nos serviría para un fin tan esencial como proporcionarnos placer, salvarnos del agobio cotidiano y escapar de los problemas. El diseño es una herramienta para crear imágenes que cambian nuestra relación con el entorno y mejoran nuestra calidad de vida. Espero que disfruten tanto como yo cuando visiten la exposición Diseño: la energía del pensamiento gráfico (1965-2015) Hasta el 4 de octubre, aún les queda tiempo.

Grupo Zeta Nexica