El centro de amplio espectro

15 / 10 / 2015 Nativel Preciado
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El vaivén entre centro derecha y centro izquierda es lo que se entiende peor

Un joven, que vota por primera vez, me pregunta a quién le sugiero para las próximas generales. Me quedo desconcertada y, de entrada, no sé qué decir. Intento darle la mayor información, aunque procuro no transmitir ni sermones ni desengaños. Nunca me resultó tan difícil y comprometido proponer un voto. Si fuera militante de un partido no tendría dudas, se lo pediría para los míos. El problema de estas elecciones es el desconcierto que provoca la dispersión, la penosa desunión de tantas siglas que aparentemente defienden lo mismo, y también el empeño de la otra mayoría por disputarse el centro.
Los que se sitúan en dicho espacio suelen arrogarse la defensa del sentido común; una capacidad que hasta los más extremistas reivindican. Los sondeos parecen indicar que los indecisos, es decir, los votantes más perseguidos, están situados en la zona templada, entre el inmovilismo y la rebelión. Se entiende que ser de centro es defender ese codiciado territorio que busca la cuadratura del círculo: el equilibrio entre la solidaridad y la prosperidad, entre la seguridad y la libertad, en definitiva, algo que a casi nadie desagrada.

Lo que se entiende peor es el reciente vaivén entre el centro derecha y el centro izquierda. En medio de la trifulca que José María Aznar tiene con los actuales dirigentes de su propio partido, les advertía que la clara victoria en las elecciones catalanas de Ciudadanos sobre el Partido Popular le da la primacía en el centro derecha, lo que supone un serio aviso de cara a las elecciones generales. Pocos minutos después, el vicesecretario sectorial del PP, Javier Maroto, rectificaba a Aznar para advertir que Ciudadanos se ha escorado hacia el centro izquierda y en ese matiz situaba el peligro de su ascenso electoral, porque finalmente decida apoyar a los socialistas en vez de a los populares. Y, mientras tanto, Albert Rivera aprovecha con gran habilidad las ventajas de verse convertido en un referente de amplio espectro y se deja querer. No en vano apoyó la investidura de la presidenta socialista en Andalucía y de la popular en Madrid.

Cuando varios partidos se ven forzados a pelear por el mismo espacio alteran su discurso, modifican su estrategia y cambian con desenvoltura hacia donde indican sus omnipotentes asesores que más les conviene.

No hace falta advertir sobre la escasa fiabilidad de las palabras y las promesas en campaña que preceden a cualquier cita electoral. No recuerdo quién me dijo, a propósito de los disfraces semánticos de los políticos, que se presentan como lo que no son, dicen lo que no piensan, pretenden quedar bien con todos, hacen lo que no dicen y prometen lo que ni hacen ni piensan hacer. Y mira que lamento socavar la inocencia política de los que votan por primera vez.

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