Desconéctate

06 / 04 / 2017 Nativel Preciado
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El miedo incontrolable a salir de casa sin el teléfono se llama nomofobia.

Menos mal que ha sido absuelta la madre que quitó el celular a su hijo, para que se preparase el examen del día siguiente. De lo contrario, hubiesen proliferado las denuncias contra las mujeres que tienen el valor de enfrentarse a la educación de un hijo adolescente. El fiscal pedía nada menos que nueve meses de cárcel para la madre por un delito de malos tratos, ya que al quitarle el móvil se produjo un leve forcejeo entre los dos.

La tecnología enloquece a la gente, porque en el citado caso todo parece aberrante: la ley que ampara la denuncia de un hijo de 15 años por semejante necedad, el fiscal que se toma en serio el atestado de la Guardia Civil y el trámite posterior que obliga a la demandada a sentarse en el banquillo. La sentencia ha sido la única señal de sensatez, en un momento en el que se aconseja moderar el uso del móvil, sobre todo, entre los más jóvenes.

La nueva tendencia consiste en desengancharse del smartphone de una manera drástica. Como la moda es pendular y somos poco propensos al término medio, vamos a pasar de la utilización incesante del móvil a la supresión total. Muchos usuarios lo agradecen al ser conscientes de que su dependencia tiene nombre de enfermedad. El miedo incontrolable a salir de casa sin el teléfono que nos tiene conectados con el mundo virtual se llama nomofobia ¿Quién no ha sufrido trastornos de ansiedad cuando olvida el teléfono en casa y no lo recupera hasta que regresa después de su jornada laboral? Quedarnos sin cobertura o perder el aparato provoca estrés y una extraña sensación de aislamiento. Pasando al extremo opuesto, ya hay restaurantes donde se prohíbe hacer fotos y se recomienda a los clientes que prescindan del celular. En muchos colegios se les requisan a los alumnos para evitar que lo utilicen en clase. Una de las novedades más aclamadas en los congresos internacionales es la reaparición de los llamados dumbphones o móviles tontos, que solo sirven para enviar o recibir llamadas y SMS, sin Internet, ni fotos o mensajes en WhatsApp, Facebook, Instagram y Twitter. La medida más drástica es la que acaban de estrenar los franceses: la ley que garantiza el derecho a desconectarse fuera del horario de trabajo para obligar a las empresas a respetar el tiempo de descanso y las vacaciones de sus empleados. En defensa del “derecho a la desconexión”, se prohíben mensajes, correos electrónicos o llamadas que prolonguen la jornada laboral de forma ilimitada.

La norma no impide que se establezcan, de mutuo acuerdo, otras modalidades, como la posibilidad de ampliar la jornada por razones de producción o de localización. Ojalá se imponga pronto en España una ley similar que impida esta especie de nomofobia empresarial, que consiste en aprovechar la dependencia del móvil para llamar al trabajador fuera de su horario y hacerlo, además, de forma gratuita.

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