La posverdura

11 / 07 / 2017 Luis Algorri
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Chuletón: posverdura, porque la vaca come hierba y, por la propiedad transitiva, cuenta como ensalada.

Don Darío Villanueva, un gran tipo, director de la Real Academia Española, ha anunciado que no llegaremos a Santa Prisca sin que en el Diccionario se incluya el término posverdad. El anuncio ha provocado cierto revuelo y yo no sé por qué: en el DRAE anidan palabros como almóndiga, murciégalo, otubre, toballa, albericoque, bluyín, papahuevos y la misma “palabro”, entre otros apechusques (que también viene), y nadie se ataraza por ello las lúnulas ni los padrastros, así que a ver.

Veamos, ¿qué es la posverdad? Pues una formulación en la cual los hechos tienen mucha menos importancia que las emociones. O, por decirlo con algo más de claridad, que la verdad vale menos que aquello que uno quiere creer, o que quiere que otros crean.

Todo esto se llamó, de toda la vida de Dios, mentira, embuste, trola, falsedad, paparrucha, cuento chino, falsificación, calumnia, camelo, chisme, infundio y cosas parecidas, pero ahora se llama posverdad. ¿Y por qué? Pues porque suena más limpio, huele mejor, es un término aún sin desprestigiar y los sinvergüenzas pueden usarlo sin descomponer la figura. Pongamos algunos ejemplos, queridos niños.

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