Nueva legislatura de Rajoy con Sánchez en la carretera

04 / 11 / 2016 José Oneto
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Una vez que Rajoy ha sido investido presidente, la gran noticia es la retirada para volver del exsecretario general socialista

Con 315 días sin Gobierno, un récord solo superado por Bélgica, el viernes 28 de octubre se iniciaba en toda España uno de los puentes más largos del año, que terminaba el miércoles 2 de noviembre. Un puente que empezaba sin Gobierno y terminaba con la espera de la jura en La Zarzuela de ese nuevo Ejecutivo con el que Mariano Rajoy repite legislatura.

Por lo visto ha hecho falta ese largo puente para que comiencen a arreglarse las cosas. Y, así, recién iniciado el puente, el mismo sábado 29 de octubre, en un día otoñal de sol y playa, se producía la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno de España, por 170 votos a favor, 111 en contra y 68 abstenciones. La totalidad de las abstenciones, que provenía de los diputados socialistas, es la que le daba la victoria a Rajoy y lo que le permitía iniciar lo que será su segundo mandato. Un mandato complicado que lo mismo puede durar seis meses que cuatro años.

El nuevo Gobierno debe acompañar al recién investido presidente durante esta legislatura que acaba de comenzar en un escenario en el que hay que pactar casi todo, trabajarse el consenso, poner por delante el acuerdo y desterrar ese comportamiento y esa forma de interpretar la mayoría absoluta que tanto daño le ha hecho al Partido Popular. ¿Será capaz el recién nombrado presidente de elegir a los mejores, para una legislatura decisiva para el futuro del país, para el futuro de la oposición y para el futuro de las numerosas reformas, entre ellas, la constitucional, que, necesariamente, habrá que poner en marcha?

¿Volverá Rajoy a las andadas o realmente se ha dado cuenta de que las cosas han cambiado tanto que no se pueden repetir muchos de los excesos, engaños, abusos y corrupciones que han jalonado una legislatura durante la cual, partiendo de una mayoría absoluta, el partido ha perdido más de tres millones de votos? Minutos antes de que se produjese la votación definitiva que le iba a investir, Rajoy pronunció unas palabras inquietantes que diluyeron las frases razonables de 48 horas antes. “No pretendan imponerme lo que no puedo aceptar. No quiero dirigir un Gobierno al que le falten apoyos y le sobren obstáculos. Toda negociación tendrá limites. No aceptaré el derribo de las reformas”, dijo el presidente. Mal comienzo y fin de la cita.

Por su parte, Pedro Sánchez Pérez Castejón, que horas antes había entregado su acta de diputado, ha aprovechado este largo puente de Todos los Santos para lo que será su larga marcha para intentar recuperar la secretaría general del PSOE, de la que fue obligado a dimitir el pasado 2 de octubre, cuando parte de su Ejecutiva le abandonó a su suerte y el Comité Federal, en una de las reuniones más tensas y desagradables de la reciente historia del partido, le dejó absolutamente solo, rechazando sus pretensiones de que se convocase un “congreso exprés” para celebrar unas primarias que eligieran, según los estatutos, un nuevo secretario general del partido.

La pérdida de esa votación, en una vergonzosa reunión que marcará para siempre la reciente historia del partido, era considerada una desautorización de Sánchez, que se unía a la posición del Comité Federal, contraria a la del secretario general de votar en contra de la investidura de Rajoy y favorable a una abstención en la segunda votación de investidura.

Sánchez ha mantenido su oposición a la abstención hasta el final, hasta el mismo día de la votación (el sábado 30 de octubre), cuando decidía entregar su acta de diputado para no tener que enfrentarse con el Comité Federal votando no, ya que sería la primera vez que un alto dirigente del partido se enfrenta abiertamente a la máxima autoridad de la organización entre congresos, algo que le podría haber costado (al parecer ya estaba decidido por la gestora) la expulsión del grupo parlamentario socialista y su pase al grupo mixto.

Horas antes de la segunda votación, Sánchez decidía pues dejar su escaño e iniciar una “larga marcha” para, de acuerdo con la militancia que de momento parece seguirle, recabar apoyos a nivel nacional de cara a las primarias que tendrán que celebrarse, según él, lo antes posible. Sánchez anunciaba que volvía con su coche a la carretera para recorrer España de punta a punta y contactar con la militancia, a la que han dejado sin voz en esta gravísima crisis que no se sabe cómo puede terminar.

La de la retirada para volver ha sido la gran noticia de una jornada en la que todo estaba preparado para que, después de diez meses de bloqueo político, España, tuviese presidente del Gobierno. Lo venía exigiendo Europa, que ha vuelto a reclamar (incluso antes de hacerse público el nuevo Gobierno) el cumplimiento de los objetivos de déficit y, sobre todo, nuevos recortes cercanos a los 6.000 millones de euros. Lo exigía una opinión pública que no estaba dispuesta a ir a unas nuevas elecciones. Lo exigían, al menos cuando hablaban en público, los dirigentes de todos los partidos políticos. Lo exigían los poderes fácticos, a los que se les viene acusando de su participación en un auténtico “golpe de Estado” contra el candidato socialista Pedro Sánchez, defensor del no a Rajoy. Todo eso forma parte de esa historia de que comenzó a cerrarse el día que se inicio el gran puente de este mes de los Difuntos.

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