Más de 200 días (y 200 noches) sin Gobierno... y lo que queda

15 / 07 / 2016 José Oneto
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No parece que el 26-J vaya a poner fin a la situación de interinidad que padecemos desde el 20-D, una vez que el PSOE ha decidido que votará contra la investidura de Rajoy.

Aunque muchos no lo creían, se puede estar sin Gobierno. Según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), no es el problema que más preocupa al país ni mucho menos, frente al paro, y la corrupción, aunque los encuestados confiesen su cabreo y enfado con la clase política. Se puede estar sin Gobierno y la prueba es que, Luis de Guindos, el ministro de Economía, sostiene que el crecimiento irá mejor este año que el pasado, y que la ministra de Trabajo acaba de colocarse una medalla por los últimos datos del paro, que en junio baja en 124.349 personas, con lo que la cifra de desempleados se queda en 3.767.054 personas, la más baja desde septiembre de 2009, en plena crisis económica.

Se puede estar sin Gobierno, mientras Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda, sigue ingresando, metiendo mano hasta al dinero negro de discotecas y locales nocturnos, y todos sus compañeros de Gobierno gastando, sin hacer caso a los llamamientos de Bruselas para que el Gobierno en funciones entregue algún papel en el que se explique cómo va a hacer frente al déficit del 5,2% del PIB, un punto más de lo que marcaba el Plan de Estabilidad, del año pasado, y al también descuadrado que se espera para el año que viene. Se puede estar sin Gobierno, mientras los señores diputados del 20-D siguen cobrando y los que tomarán posesión el 19 de julio empezarán a cobrar, sin importarles que hay que aprobar el techo de gasto para el año que viene y los Presupuestos Generales del Estado para 2016.

Más de 200 días sin Gobierno en los que el presidente del Ejecutivo no puede proponer al Rey la disolución de alguna de las Cámaras o de las Cortes Generales, plantear la cuestión de confianza o elevar a Felipe VI la convocatoria de un referéndum consultivo. Así, la ley obliga al Ejecutivo a limitar su gestión al despacho ordinario de los asuntos públicos y determina expresamente que deberá abstenerse de adoptar, salvo casos de urgencia debidamente acreditados o por razones de interés general cuya acreditación expresa así lo justifique, cualquier otra medida. El Gobierno no puede adoptar ninguna decisión ajena al día a día, ni puede presentar proyectos de ley al Congreso o al Senado, ni aprobar el proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado.

Llevamos pues 200 días (y 200 noches) con un Gobierno en funciones y, por el momento, no parece que se vaya a poner fin a esta interinidad, después de que la semana pasada el Comité Federal del PSOE (pese a las presiones internas e internacionales, al llamamiento de Felipe González a “una investidura inminente”), decidió dar un “no” a la posibilidad de un acuerdo con el PP y a una posible abstención en la segunda vuelta de la investidura de Mariano Rajoy.

“El Partido Popular como primera fuerza política en número de escaños tiene la obligación de intentar la investidura y articular una mayoría parlamentaria sobre la que descanse un Gobierno estable, por eso le exijo a Rajoy que se ponga a trabajar de verdad, que anuncie cuanto antes su voluntad o no de ir a la investidura, que construya una oferta programática que le permita ganarse apoyos entre sus aliados naturales (entre los que no se encuentra el PSOE), y que no espere que resolvamos su investidura. Nosotros nos comprometemos a liderar la oposición, y de las tres opciones: abstención, voto a favor o voto en contra, los socialistas votaremos en contra”, ha afirmado Pedro Sánchez.

El calendario que Rajoy tiene en la cabeza pasa por iniciar el proceso de investidura el martes 26 de julio, con la primera votación el día 28 y, si no hay mayoría absoluta, la segunda votación el 29, en la que el PSOE tiene que decidir si se abstiene o no, teniendo en cuenta que a partir de esa fecha correrá el plazo para unas terceras elecciones. Si la investidura resulta fallida y no hay otro candidato, Rajoy puede intentarlo de nuevo si además tiene la garantía de una abstención del PSOE tras un nuevo mandato de su Comité Federal, y tras negociar al alza las condiciones de esa abstención que puede pasar por una serie de medidas de regeneración política, económica y social (algo que puede contribuir además a un apoyo de Ciudadanos) y un compromiso de reforma constitucional, que puede influir en la actitud de los nacionalistas.

Si, a última hora, un nuevo Comité Federal del PSOE decide no abstenerse tendremos que ir a nuevas elecciones. Algo que, al menos con la boca pequeña, no quiere ningún partido, a menos que, a última hora, como pretende algún que otro barón socialista, Sánchez acepte la oferta envenenada de Pablo Iglesias: un Gobierno con Unidos Podemos, que ya ha sido bautizado como “Gobierno a la tramontana” por el apoyo de la dirigente balear Francina Armengol. La tramontana es un viento de las islas que produce trastornos varios. Es decir, que estaríamos ante el sueño de una noche de verano: entre los 85 diputados del PSOE, los 71 de Unidos Podemos, los seis del PNV, los de los nacionalistas catalanes y la abstención de 10 diputados de Ciudadanos estamos ante un escenario que superaría cualquier propuesta de Gobierno minoritario de Rajoy. Olvidan un dato fundamental: que en las segundas elecciones del 26-J, el frente anti-Mariano perdió 17 escaños y más de 1.700.000 votos y Rajoy ganó 14 escaños y más de 650.000 votos.  

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