Los zombis ya están aquí y han ocupado el Congreso y el Senado

21 / 04 / 2017 José Oneto
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Muchos han convertido la política en una pelea de zombis y en un espectáculo de fin de carrera universitaria.

Quien se haya incorporado tarde a la normalidad, tras unos días de vacaciones por la Semana Santa y la Pascua, se habrá quedado sorprendido, incluso alarmado, porque el curso político se haya reanudado con la preocupación por los zombis y por un autobús que ha empezado a recorrer las ciudades españolas denunciando que aquí gobierna la mafia, y haciendo lo mismo que la organización ultraderechista Hazte Oír, poniendo blanco sobre azul lo que Podemos llama la “trama”, un conjunto de intereses de empresarios, consejeros delegados del Ibex 35, periodistas y corruptos, que es realmente quien gobierna el país.

Mal está el país cuando en el Senado el Gobierno se ha visto obligado a manifestar sus dudas de que los “zombis” puedan llegar a provocar una situación de apocalipsis, “por muchos que sean”, aclarando además que no dispone de protocolos específicos para hacer frente a esa eventualidad, ya que, además, entendida como el fin del mundo, “poco se puede hacer, llegado ese momento”. Así figura en la irónica respuesta del Ejecutivo al senador de Compromís Carles Mulet, quien había preguntado por los planes previstos ante un posible apocalipsis zombi, como protesta por lo que consideraba “poca calidad” de las respuestas escritas del Gobierno a la oposición en el Senado.

En la respuesta, los asesores del Gobierno encargados de redactarla han recurrido al diccionario de la Real Academia Española para buscar la definición de “apocalipsis” y “zombi”. En ambos casos han encontrado dos definiciones. Para el apocalipsis, entendido como “fin del mundo” el Ejecutivo considera que no merece la pena hacer planes porque “poco se puede hacer llegado ese momento”, mientras que frente a la definición de “situación catastrófica”, recuerda que existen planes de emergencias tanto de Protección Civil como de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

La cosa se complica al buscar “zombi” en el diccionario de la RAE. El Gobierno reconoce que no tiene planes específicos para dar respuesta a una situación de alarma causada por “personas que se suponen muertas y reanimadas por arte de brujería, con el fin de dominar su voluntad”, ya que directamente no se cree que esto sea posible, y en su respuesta destaca “la dudosa probabilidad de que se produzca semejante circunstancia bajo tales premisas”. Más credibilidad da el Ejecutivo a la segunda acepción de “zombi”, la de “atontado, que se comporta como un autómata” pero, en ese caso, aunque recuerda los planes de emergencias generales de las administraciones públicas, duda de que un grupo de “atontados” pudiera llegar a protagonizar una situación de apocalipsis, “por muchos que sean”. “En definitiva –ha respondido Mulet indignado en un comunicado–, el Gobierno no tiene ningún protocolo de actuación ante el apocalipsis zombi, y de la respuesta se puede interpretar que el propio Gobierno es en sí un apocalipsis zombi... una catástrofe humana provocada por atontados o personas autómatas”.

En eso estábamos, preocupados y alarmados, cuando el mismo Lunes de Pascua, en que la mayoría de los ciudadanos se incorporaban a sus trabajos, en las calles madrileñas aparecía un autobús de Podemos, bautizado Tramabus, en el que, imitando a Hazte Oír (recuerden: “Los niños tienen pene, las niñas tienen vulva. Que no te engañen”) denunciaban a la mafia que maneja el poder en España, formada por corruptos, pero también por consejeros del Ibex 35, empresarios y hasta periodistas. Algo así como “los corruptos tienen pene y las corruptas tienen vulva”, pero con más garra y con mucho menos sentido del ridículo.

En este caso, en el autobús presentado por Pablo Iglesias e Irene Montero, se pueden ver las caras de los expresidentes de Gobierno Felipe González y José María Aznar; de la portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid, Esperanza Aguirre; de los expresidentes de Caja Madrid, Miguel Blesa; de la CEIM, Arturo Fernández; de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán; del dueño de OHL, Juan Miguel Villar Mir; del exvicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato; o del extesorero del PP Luis Bárcenas. Además, se incluyen a dos periodistas: Juan Luis Cebrián, presidente del grupo Prisa, y Eduardo lnda, el azote de Podemos. También aparece la figura del presidente Mariano Rajoy, con una hoja de WhatsApp que reproduce su célebre frase dirigida a Bárcenas: “Luis, sé fuerte”.

En eso han convertido muchos la política: en una pelea de zombis y en un espectáculo de fin de carrera universitaria, en el que se ha abandonado el Parlamento, en donde hay que ejercer la oposición y luchar por las promesas hechas a los electores, y se ha vuelto a ocupar la calle para informar al país de que nos gobierna una mafia y de que la “trama”, el nuevo concepto ideológico del que se ha enamorado Iglesias, después de leer a Rubén Juste, autor del libro Ibex 35, una historia herética del poder en España, y que ha sustituido a la “casta”, de la que han empezado a formar parte los dirigentes del partido morado.

Tiene razón el senador de Compromís cuando se lamenta de que el Gobierno no tenga un plan para combatir a los zombis, sobre todo ante la eventualidad de un apocalipsis, porque la realidad es que los zombis se han instalado tanto en el Congreso como en el Senado. Ya están aquí y... sin plan de emergencia.

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