Los problemas del giro a la izquierda de Sánchez

30 / 06 / 2017 José Oneto
  • Valoración
  • Actualmente 0 de 5 Estrellas.
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
  • Tu valoración
  • Actualmente 0 de 5 Estrellas.
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
¡Gracias!

El nuevo discurso del secretario general del PSOE desconcierta no solo a amplios sectores de su propio partido, sino a destacados líderes europeos.

Este martes ha tenido lugar la primera reunión en el Congreso de los Diputados entre el renovado secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, en lo que parece ser un remake de todos aquellos encuentros a tres bandas entre PSOE, Podemos y Ciudadanos, con los que Sánchez, después de la oferta real, intentó formar Gobierno, algo que frustró Pablo Iglesias, metido en plena operación Sorpasso, una operación frustrada que, todavía, no le ha pasado factura.

Ahora el que más ha presionado para que la reunión se concretase, ha sido, después del anuncio de Sánchez de que iba a intentar un acuerdo a tres bandas para sacar a Mariano Rajoy de La Moncloa, precisamente Iglesias, que ha venido insistiendo en que había que reunirse cuanto antes para hablar de economía, de plurinacionalidad, de corrupción y, sobre todo, de “una hoja de ruta para sacar al PP de las instituciones”. La prioridad de Sánchez es un plan de rescate a jóvenes, para el que ya había designado a sus interlocutores en el PSOE y, como anunció en su discurso de cierre del 39º Congreso Federal llegar a un acuerdo con Ciudadanos y Podemos para echar abajo gran parte de la legislación que ha venido aprobando el PP durante su primer mandato de mayoría absoluta.

Ante ese remake,Albert Rivera, que es incompatible con Podemos, ya ha anunciado (y se lo ha vuelto a repetir al dirigente socialista) que no va a entrar en el “bucle” de Sánchez, ni tiene interés en volver al pasado. Dice que está dispuesto a hablar con el PSOE de algunas medidas, como la limitación de los mandatos, la eliminación de los aforamientos o la reforma de la Ley Electoral, entre otras, pero nada de “mociones de censura-espectáculo”, como la que presentó Iglesias con el apoyo de Compromís y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) que, efectivamente, como espectáculo mereció la pena, pero que no sirvió para nada.

En el encuentro entre Sánchez e Iglesias, el secretario general del PSOE insistió en que no hay un proceso de “podemización” en su partido, sino la recuperación de unas señas de identidad que se habían perdido y de un discurso de izquierdas del que muchos dirigentes del partido se habían olvidado. Lo destacó el día de la clausura del congreso, delante de grandes pancartas que recordaban que el PSOE es la izquierda (“Somos la izquierda”) y que su principal objetivo es terminar con el Gobierno de Rajoy con la creación de un nuevo espacio contando con el apoyo de Podemos y Ciudadanos.

Sánchez, que ha prometido a los indignados del 15-M que sus peticiones de regeneración política serán escuchadas, ha asegurado que bajo ningún concepto apoyará el referéndum de independencia catalán. “Vamos a hacer una oposición de Estado, vamos a estar con el Estado, pero no con este Gobierno. Rajoy debe tenerlo claro: estaremos frente a este Gobierno, que corrompe todo lo que toca, empezando por la Constitución”. Su propuesta es la reforma federal, como solución al actual conflicto: “Defendemos que España es una nación de naciones con una única soberanía, la del conjunto del pueblo español”. Algo difícil de explicar sin entrar en conflicto con el espíritu de la propia Constitución.

Ese discurso ha desconcertado al sector histórico del partido, el que apostó por Susana Díaz en las primarias para la secretaría general del partido y, también hay que decirlo, a la mayoría del grupo parlamentario, dominado por el susanismo, pero que, por disciplina, votaba como responsable del grupo parlamentario a la magistrada en excedencia Margarita Robles, una de las personas más cercanas a Sánchez, que se ha refugiado en los que él considera más leales, los que le han acompañado en la travesía del desierto y los que, aun absteniéndose en la investidura de Rajoy, siguieron a su lado, frente a los barones y al aparato que terminó con él un 1 de octubre nada glorioso en la historia del partido.

Este nuevo discurso, que responde a un giro a la izquierda con el que Sánchez pretende recuperar un millón y medio de votantes socialistas que se han pasado a Podemos, ya ha producido algún que otro conflicto al ir seguido de decisiones como el repentino giro que el secretario general ha dado respecto al tratado CECA, entre la UE y Canadá, que ha dividido a los europarlamentarios españoles que ya habían votado a favor, a los parlamentarios que habían dado su visto bueno en la Comisión de Exteriores en el Congreso de los Diputados y a los máximos responsables de Bruselas, desconcertados por un cambio de opinión que no llegaban a entender.

El desconcierto era más que notable en el comisario de Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici, que se trasladaba a Madrid para convencer a Sánchez de que el CECA es el “acuerdo comercial más progresista que se ha firmado nunca”. Lo único que conseguía Moscovici es que el voto no fuese un “no”, sino una simple abstención, en tanto el responsable socialista sigue desconfiando de un tratado que se ha debatido muy en secreto, en cuyas 1.600 páginas solo hay cuatro sobre nuestros derechos medioambientales y que contiene diferencias “en el modo de resolución de las disputas, en el desequilibrio en la protección de los derechos laborales frente a los inversores y en la ausencia de penalizaciones en la violación al tratado”.

Pero como ya ha anunciado el portavoz del partido, Óscar Puente, alcalde de Valladolid, habrá muchos más cambios... porque esto no ha hecho más que empezar.

Grupo Zeta Nexica