La investidura y el juego de las presiones

29 / 07 / 2016 José Oneto
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Para conseguir la investidura de Rajoy el PP presiona a ciudadanos, que presiona al PSOE, que a su vez presiona a los populares... y sobre todos ellos presiona Bruselas, cada vez más preocupada por la situación española

La semana pasada, en la que se constituyó la XII Legislatura de las Cortes Españolas, resultado de las elecciones generales del 26 de junio, comenzó a extenderse la versión de que había que estar preparado para la constitución de lo que puede ser, dentro de pocos meses, la XIII Legislatura, fruto de unas terceras elecciones. Una nueva ceremonia de constitución y apertura, que depende, en todo caso, del día en que se celebren unas posibles nuevas elecciones (se habla con insistencia del 27 de noviembre e incluso se barajan varios domingos de diciembre, incluido el día de Navidad), si no hay ninguna posibilidad de investidura de un presidente del Gobierno, que tiene que ser elegido tras un nuevo periodo de consultas del jefe del Estado. Esas consultas se han celebrado esta semana con los representantes de los partidos y, en esta ocasión, han durado apenas 48 horas, después de las que el Rey debe proponer, como está programado, a Mariano Rajoy candidato como líder del partido más votado.

Programado, pero no resuelto, en el momento en que escribe este cronista, en el que reina la confusión, porque, entre otras cosas, el presidente en funciones solo tiene garantizados los 137 votos de su propio partido, con los que parece difícil que pueda gobernar, a pesar de que ha insistido en que está dispuesto a gobernar en minoría, si cuenta con el suficiente apoyo para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado para 2017, algo que exige Bruselas, cada vez más preocupada por el elevado déficit de la economía española y por la falta de estabilidad política y proyectos económicos creíbles de los partidos políticos. Con el argumento de que necesita cuanto antes aprobar el techo de gasto y las líneas generales de las cuentas públicas, Rajoy ha presionado a Ciudadanos para que cambie el sentido de su voto y sume sus 32 escaños a los 137 del PP y al de Coalición Canaria, que harían un total de 170 diputados, a seis de la mayoría absoluta, una cifra que obligaría al PSOE a abstenerse.

Estamos pues ante el juego de las presiones. Rajoy presiona a Ciudadanos para que se unan a ellos. Ciudadanos presiona al PSOE para que sean ellos los que cambien el “no, no y no” por una abstención en la segunda votación, en la que el candidato no requiere mayoría absoluta para salir elegido. El PSOE presiona al PP para que cuente con los nacionalistas vascos y catalanes, como ha contado en las votaciones para la elección de la Mesa del Congreso la semana pasada. Y, por encima de todo, presiona Europa, cada día más inquieta por la situación española, dada la crisis que padece la Unión tras el brexit británico. Presionando, presionando, en este juego del verano, ha entrado hasta el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que ha empezado a meter miedo a los barones (especialmente a los socialistas) con el argumento de que si no hay acuerdo para los Presupuestos y para la financiación de las comunidades, la cosa se va a poner muy mal para las autonomías: “Tiene que haber Gobierno cuanto antes en agosto; si no hay Gobierno, las comunidades autónomas tendrán que hacer un ajuste más duro este año”, ha advertido. Y bajo la consigna “o Gobierno o más ajustes” el titular de Hacienda ha explicado que si no hay Gobierno ni Presupuestos, las comunidades deberán bajar el déficit al 0,3% del PIB este año (desde el 1,6%), algo que los expertos creen materialmente imposible. Por si fuera poco, desde Europa acaba de llegar un informe de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIRF) alertando sobre la posibilidad de que el déficit se vaya a un arco de entre el 4,1% y el 4,7%, algo que ha venido a colmar el vaso de las presiones. Eso significa que España incumpliría por segundo año consecutivo la consolidación fiscal pactada con Bruselas y correría el riesgo de volver al foco de los mercados. Las medidas de sociedades, los acuerdos de no disponibilidad por valor de 2.000 millones de euros en las autonomías y otros ajustes que pueden ser necesarios una vez que la Comisión imponga el 27 de julio la nueva senda fiscal para España, solo podrán ser aprobados si hay investidura.

Pero las presiones no han terminado ahí, sino que han llegado hasta el mismo palacio de la Zarzuela y se han quedado en la antesala del despacho del jefe del Estado. Así, los políticos, incapaces de ponerse de acuerdo y encontrar soluciones, quieren traspasarle esa responsabilidad al Rey. El PP quiere que sea el jefe del Estado quien convenza a Ciudadanos de que se sume a la investidura de Rajoy y aparque la abstención, y Ciudadanos pretende, y lo ha dicho públicamente, que sea Felipe VI quien le pida a Pedro Sánchez que abandone el No para evitar nuevas elecciones, y se abstenga en la segunda vuelta de votaciones.

Conforme escribo aumenta la confusión y parece que Rajoy, como hizo el 23 de enero, volverá a declinar la investidura que había programado para los días 2,3 y 5 de julio, al no contar con los apoyos suficientes y abrirá un periodo de reflexión en el que incluirá a todos los partidos para debatir qué hacer, partiendo de la base de que todos insisten en que no quieren terceras elecciones. Se baraja una nueva fecha para la posible investidura, entre el 9 y el 16 de agosto, con tiempo suficiente, si hay Gobierno, para aprobar los Presupuestos Generales, que deben estar listos el 23 de septiembre y, si no lo hay, evitar que las nuevas elecciones caigan en plenas navidades. 

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