La investidura de Rajoy y la gurú de San Francisco

22 / 07 / 2016 José Oneto
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Pasados 220 días y unas elecciones estamos donde estábamos el 20-D: una situación endiablada de la que ni siquiera Isabella Wright, estrella mundial en estrategia digital y contratada por el PP para el 26-J, sabría salir

La llaman la “gurú de San Francisco” y, dicen, medio en serio, medio en broma, que es la única que puede solucionar el sudoku en el que está España después de que, transcurrido casi un mes de las elecciones del 26 de junio, todo haya vuelto al bloqueo en el que se entró tras los comicios del 20 de diciembre. Pasados 220 días de aquello, estamos donde estábamos, con un PP que ha sido el único que ha ganado escaños (14, que suman 137) y votos (más de 650.000); con un Unidos Podemos que ha perdido más de un millón de papeletas aunque ha conservado los diputados que tenía; con un Albert Rivera que no comprende cómo su partido, Ciudadanos, ha podido perder ocho escaños y un porcentaje importante de votos; y con un PSOE que ha evitado el sorpasso pero que se ha situado en el perfil más bajo de su historia, con 85 diputados y un suelo de votos por debajo de los cinco millones y medio.

Este es el panorama que tendría que gestionar quien es reconocida en el PP como una verdadera gurú, la “gurú de San Francisco” (por ser en esta ciudad donde trabaja normalmente aunque tiene casa en Londres, los Ángeles y Washington), cuyo verdadero nombre es Isabelle Wright, oficialmente responsable de Estrategia Digital de The Messina Group (TMG), una de las mejores agencias de comunicación del mundo, hasta el punto de que ha llevado la campaña electoral de Barack Obama y David Cameron. “Un genio, una máquina de trabajar y, además, extraordinariamente atractiva”, dicen de ella quienes la conocen en el partido, y la han tratado en su trabajo de análisis y asesoramiento en el estudio de todo lo relacionado con las redes sociales, especialmente en los perfiles de Facebook, para lo que fue contratada en la campaña electoral de junio.

En su trabajo le ayuda Ben Mallet. Los dos con aspecto de veinteañeros se integraron rápidamente el pasado mayo en el equipo de campaña de Mariano Rajoy. La tarifa, según ha publicado el diario El Mundo, era casi un pacto de amigos: “Unos 100.000 euros, y su trabajo se reducía, casi exclusivamente, a la publicidad en Facebook”. Wright envió su primer tuit desde el palacio de la Moncloa, sin aclarar por qué estaba allí: “Palacio de Moncloa. Un maravilloso Miró y comida española #lavidaesbuena #Madrid”.

Ahora, casi dos meses después de su primera visita a Madrid, no parece que la vida sea tan buena para el inquilino de La Moncloa, que a pesar de sus 137 diputados y de ser el más votado por segunda vez en unas generales, en realidad se encuentra, como señala la prensa internacional “más solo que la una”, por la posición adoptada tanto por Rivera como por el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. En una semana Rajoy se ha entrevistado con los representantes de todos los grupos políticos, incluyendo a los nacionalistas vascos y catalanes, excepto con Bildu. Y de esas reuniones no ha sacado nada en limpio, sino todo lo contrario. Pero los dos únicos lideres que pueden desbloquear la situación, Rivera y Sánchez, se mantienen inamovibles en sus posiciones, frustrando la investidura del candidato, que solo ha conseguido sumar a su proyecto el voto de Coalición Canaria. Y la verdad es que con 138 votos no se puede ir muy lejos, dada la grave situación del país, en una Europa que nos está apretando para que se forme cuanto antes un Gobierno estable que haga nuevos recortes y que aborde con seriedad el déficit público, y que presente unos Presupuestos para el año que viene que recompongan las cuentas públicas y se ajusten a las exigencias de Bruselas.

Pero Rivera no quiere votar a favor de Rajoy en la primera ronda y, por ahora, en lo único que ha cedido es en abstenerse en la segunda vuelta, cuando cuentan solamente los votos a favor y en contra. Por su parte, Sánchez, tras reunir al Comité Federal de su partido, insiste en que votará No en la primera votación, el 3 de agosto, si Rajoy está dispuesto a presentar su candidatura en el Pleno que se convocaría el día 2, y No en la segunda votación. El juego está en que el PSOE intenta que Ciudadanos vote a favor en la primera vuelta, mientras que Rivera pretende convencer a Sánchez de que se abstenga en la segunda vuelta, consciente de que un Gobierno con 137 votos es un Ejecutivo de una extrema debilidad, que estaría en manos de Ciudadanos y de los socialistas en tanto tendría que pactarla con ellos toda ley importante, a cambio de continuas concesiones. Eso, si con esos apoyos Rajoy acepta ir a la investidura o vuelve a declinar, paralizando el reloj para unas nuevas elecciones.

Es decir, que volvemos a estar ante un bloqueo político, acentuado porque ni Ciudadanos ni el PSOE quieren negociar con las propuestas que les ha enviado Rajoy, que vienen a ser un resumen de lo que ofrecía tras el 20-D y parte del programa electoral del 26-J, sin referencias a la reforma constitucional ni a la regeneración democrática, con lo que no es descartable que de nuevo Rajoy no se presente a una investidura que sabe que va a perder y que solo serviría para poner en marcha el proceso para unas terceras elecciones. Es decir una situación endiablada que, cuando se la expliquen a Isabelle Wright, probablemente diga en su escaso español lo mismo que decía cuando preguntaba sobre los escándalos de corrupción en el PP y en un castellano sin matices siempre respondía: “Mí no comprender”.  

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