De Juego de tronos a Perdidos

30 / 01 / 2015 José Oneto
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Como a las series televisivas, a la lucha por el poder y al desconcierto reinante en los principales partidos españoles les quedan aún muchos capítulos por escribir.

Con un poco de suerte y, terminado el periodo medieval, en la quinta temporada que están preparando David Benioff y Daniel B. Weiss de la serie Juego de tronos (la preferida de Pablo Iglesias) se podrían incorporar personajes y tramas españolas. Habría que olvidar un poco las violentas luchas dinásticas entre familias para acceder al trono del poder y centrarse no en Poniente, sino en esta España de “charanga y pandereta”, que diría Antonio Machado, en la que, cuanto peor está el país, más dura y sangrienta es la lucha de todos contra todos, a la búsqueda de un poder que en los próximos meses cambiará de manos en ayuntamientos, comunidades autónomas y, probablemente, en muchas más instituciones de las previstas.

Es el final del bipartidismo, y la lucha entre José María Aznar y Mariano Rajoy, entre Mariano Rajoy y José María Aznar, entre Pedro Sánchez y Susana Díaz, entre Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero, entre Cayo Lara (que ya ha tirado la toalla) y Alberto Garzón, entre Tania Sánchez y la dirección de IU, llega hasta el extremo de que todo está a punto de saltar por los aires. Incluso la relación sentimental de Tania con Pablo Iglesias, probablemente el mayor experto en Juego de tronos, según ha confesado recientemente después de atribuirle a Pedro Sánchez su preferencia por la serie Perdidos.

Perdidos parecen todos. En el Partido Popular, que acaba de celebrar su convención nacional en Madrid, y cuyos 2.500 asistentes han tenido que oír cómo Aznar preguntaba en voz alta, en un discurso de la vuelta del hombre-hombre, dónde estaba el PP y añadía, para asombro de todos, si había intención y ganas de ganar las próximas elecciones. En la propia Moncloa no saben cómo librarse de la pesadilla del extesorero del partido Luis Bárcenas, que lo primero que ha hecho nada más salir en libertad provisional de la cárcel de Soto del Real es insistir en que el PP se ha financiado en negro, ilegalmente, durante más de quince años; que todo eso lo sabía Rajoy desde que asumió el cargo orgánico de Acción Electoral; que el propio Rajoy recibía sobres en negro, en su despacho de Génova primero y del Ministerio de Educación, después, de manos del extesorero Álvaro Lapuerta; que muchas de las sedes del partido se habían pagado con el dinero que los constructores donaban a cambio de concesiones de obras en ayuntamientos y autonomías...

 

Perdidos en el psoe, donde a los cinco meses de ser elegido secretario general Pedro Sánchez por la militancia ha comenzado una pelea fratricida en la que, sorprendentemente, están participando desde el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, hasta, indirectamente, la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, pasando por dirigentes como el exsecretario de Organización José Blanco y miembros de la propia Ejecutiva socialista, a los que se acusa de falta de nivel y de falta de proyecto.

Pero quizás lo que más daño le ha hecho a Sánchez sea el encuentro que el expresidente del Congreso de los Diputados José Bono ha montado en su casa entre los dos hombres clave de Podemos, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, y el expresidente Zapatero y el miembro de la Ejecutiva de Sánchez Emiliano García Page, que aspira a ocupar la presidencia de Castilla-La Mancha. El propio encuentro en estos momentos, cuando el PSOE se está desangrando por su izquierda con el trasvase de votos socialistas a la formación de Iglesias, el hecho de que no se informe al secretario general de esa reunión, que se guarde absoluto secreto y que se filtre, intencionadamente, cuando comienzan los rumores del distanciamiento de Susana Díaz y de sus supuestas pretensiones para competir con el actual secretario general en las primarias de julio por la presidencia del Gobierno, son algo más que un Juego de tronos.

Es esa tendencia al suicidio que, de cuando en cuando, surge en el socialismo español y que, ahora, parece inspirada por el expresidente Rodríguez Zapatero, el causante de muchos de los problemas que vive el PSOE, a raíz de su giro radical hacia el austericidio. Que un dirigente como Zapatero, que sembró de conspiraciones internas el PSOE de León, que empezó apostando en la sucesión por Carme Chacón para pasarse después a Eduardo Madina y convertirse, finalmente, en el patrocinador de Pedro Sánchez, esté cumpliendo ahora el papel de inspirador de esa tendencia al suicidio de muchos del PSOE, denota el grado de perversión de la política española en sus peores momentos desde la aprobación de la Constitución de 1978.

Para colmo, los que aspiran a sustituir a los que están se encuentran más perdidos de lo que ellos creen y son los ciudadanos los que ya están empezando a darse cuenta, en medio de nuevos chanchullos, peleas, acusaciones y hasta cuchilladas morales para ocupar algún puesto, que están en el mismo Juego de tronos, donde todo vale. Que alguien como Tania Sánchez, la dirigente de Izquierda Unida en la que muchos militantes tenían puestas sus esperanzas para recuperar para la izquierda la Comunidad de Madrid, pueda ser imputada por malversación de fondos públicos, prevaricación y tráfico de influencias por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, por haber beneficiado supuestamente a su hermano en determinados contratos cuando ella era concejal del Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid, ha provocado un auténtico terremoto político. Un terremoto que corre el riesgo de terminar con una práctica ruptura de relaciones con la dirección y hasta la posibilidad de un abandono del partido por parte de la candidata a la Presidencia de la Comunidad, para un mayor acercamiento al círculo de Podemos y Ganemos. Algo que da idea de esa guerra a muerte que se está librando dentro de Izquierda Unida, donde ya Alberto Garzón, cercano a Pablo Iglesias, ha desplazado a Cayo Lara.

Y eso que los expertos en series televisivas dicen que ese Juego de tronos solo acaba de empezar y que tendremos más capítulos, igual que en Perdidos.

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