Rajoy, “piel de elefante”, inicia otra etapa en el PP

28 / 11 / 2016 Jesús Rivasés
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Gobierna en minoría, pero Rajoy está en uno de sus mejores momentos políticos desde hace meses y al inicio de una nueva era en el PP. Sabe que tiene que pactar casi todo, pero tampoco aceptará una serie interminable de derrotas parlamentarias y puede utilizar el adelanto electoral cuando más le convenga. 

Rita Barberá falleció de repente en un hotel de Madrid, casi enfrente del Congreso de los Diputados, y minutos antes de que se celebrara la primera sesión de control parlamentario al Gobierno. Todo muy de repente y también el minuto que le dedicó la Cámara –era senadora– y en el que Pablo Iglesias y algunos de los suyos rechazaron participar, algo que sí hicieron, con Joan Baldoví a la cabeza, los diputados de Compromís. Al César lo que es del César.

La desaparición repentina de Rita Barberá eclipsó el control parlamentario e impidió comprobar, de verdad, cuál va a ser el tono de los enfrentamientos/colaboraciones entre el Gobierno-PP y el PSOE. Antonio Hernando, como estaba previsto, preguntó a Rajoy sobre el desempleo. El presidente contestó y el por ahora líder de los socialistas en el Congreso eludió cargar las tintas. No era el momento, algo que, sin embargo, añade confusión a un inicio real de legislatura algo deslavazado.

La formación del nuevo Gobierno y sus primeros pasos han reducido mucho los rumores que circulan por Madrid y que, desde luego, no son catastróficos como los de hace meses y los que Josep Pla desgranaba en sus crónicas de la República. Mariano Rajoy, “piel de elefante” –Angela Merkel dixit–, vive, sin ninguna duda, su mejor momento político desde hace muchos meses. De estar casi noqueado y sin prácticamente moverse del mismo sitio preside uno de los Gobiernos más estables y, a pesar de todo, más estables de Europa.

El inquilino de La Moncloa, que ahora más que nunca es incontestable e incontestado en su propio partido, volverá a ser reelegido, casi a la búlgara, líder del Partido Popular en el congreso que la organización celebrará a mediados de febrero. Abrirá también una nueva etapa del PP, en la que el fallecimiento de Rita Barberá quizá sea el símbolo de una era, en la que Rajoy podría seguir en primera línea una larga temporada. Desde luego, si hubiera que volver a adelantar elecciones, Rajoy sería otra vez el candidato del PP y también si esos comicios llegan dentro de un par de años, aunque en eso también influirá el cada vez más complejo escenario internacional.

Ahora, Mariano Rajoy, “piel de elefante”, deja hacer y encarga a sus ministros que saquen adelante los Presupuestos Generales del Estado y la vicepresidenta que mueva ficha en Cataluña. Lo urgente son los Presupuestos, responsabilidad del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, pero que en esta ocasión hay que negociar con los socialistas y con Ciudadanos. Y si Montoro habla con los diputados del PSOE Pedro Saura y Valeriano Gómez, Luis de Guindos lo hace con Luis Garicano, el hombre de la economía de Albert Rivera, y con el Financial Times, que también importa, y mucho. Rajoy, es la marca de la casa, ignora por una parte y por otra permite pugnas y rifirrafes en un equipo ministerial cien por cien marianista.

Felipe González amaga –y confunde a algunos– con un apoyo, que sugiere que no hace para no perjudicarle, a Susana Díaz. Mientras, entre los socialistas circula la broma de que Pedro Sánchez parece que ya ha reparado su coche y que, ahora sí, comenzará a recorrer España en su teórica pretensión de volver a ser secretario general del PSOE, porque –como añaden los mismos que bromean sobre su automóvil– él es el único que todavía no se ha dado cuenta de que no tiene posibilidades.

Rajoy, al frente de un país que, según la propia Angela Merkel, “va por una senda muy positiva”, necesita apoyos para sacar adelante los Presupuestos. Albert Rivera y sus Ciudadanos son fundamentales, pero no suficientes y los grandes acuerdos –pensiones, por ejemplo– son imposibles sin el PSOE. Por eso era tan importante intuir, en la primera sesión de control, cómo iban a ser las relaciones público/parlamentarias. La primera clave, en esta situación algo confusa, está en el tejado de Ciudadanos. La gran duda es si Rivera seguirá en líneas generales, aunque con matices, al lado del Gobierno. Si lo está sin colocar chinitas en el camino, la legislatura avanzará y los socialistas no lo impedirán. Si, por el contrario, Rajoy tropieza demasiadas veces con las exigencias de Ciudadanos no dudaría en pulsar el botón de otra convocatoria electoral, que llegaría después del próximo verano, algo que, ahora, ni al PSOE ni a Susana Díaz parece interesarles.

Mariano Rajoy, por muy “piel de elefante” que sea, no vislumbra una legislatura con derrotas parlamentarias permanentes, como las dos de la semana pasada. Por si acaso, y como urge la aprobación de los Presupuestos, los ministros que hablan/negocian con el PSOE y con Ciudadanos sobre todo, ponen encima de la mesa la fórmula de prorrogar los Presupuestos. No se paralizaría el país
–hay precedentes– pero sería imposible acometer ninguna reforma importante y también el principio del camino hacia otra cita con las urnas, con un Rajoy más sobrado, aunque tras los últimos fracasos de las encuestas nadie quiere correr riesgos. Mientras tanto, la vicepresidenta Sáenz de Santamaría afronta, por decisión de Rajoy, el gran reto de encauzar el llamado asunto catalán. Su futuro político, obviamente, ya está ligado a que tenga o no éxito. El futuro, el día después de Rajoy, “piel de elefante”.

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