La muy disputada herencia de Rajoy

Mariano Rajoy, a pesar de todo y de todos, aunque sabe que el PP puede sufrir otro varapalo en las próximas elecciones autonómicas y municipales, también está convencido -y además lo dice, aunque no sería creíble que explicara otra cosa– de que puede ganar las próximas elecciones generales y seguir al frente del Gobierno y en La Moncloa. Algunos aseguran que es la “teoría Arriola”, que habría esbozado por primera vez en una reunión de fin de semana con notables del partido y del Gobierno celebrada en septiembre pasado, a la vuelta de las vacaciones. “Es inevitable un traspié autonómico y municipal, pero el gran objetivo de las generales es alcanzable”, sería el resumen de esa teoría, convertida en estrategia a la que, desde el principio, se apuntó el presidente del Gobierno, en el caso de que no hubiera estado en su propia gestación. El revolcón andaluz, a lo mejor mayor de lo esperado, pero tampoco tanto, quizá introduzca algunos cambios en los planes del líder del PP, pero tampoco decisivos. Rajoy, que lo apostó todo a la economía, quizá porque también la economía le dio una espectacular mayoría absoluta, cree que todavía hay tiempo para que los efectos balsámicos de la recuperación lleguen a los ciudadanos, algo que, sin embargo, no comparten todos los populares, que reclaman algo más de política emocional, tal vez lo que le resulte más complicado al inquilino de La Moncloa.

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