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Incertidumbres electorales, Arriola y la rendición de IU

14 / 09 / 2015 Jesús Rivasés
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El futuro mapa político español y el independentismo en Cataluña, por este orden, vuelven a poner a España en el punto de mira de los mercados, mientras Pablo Iglesias está a punto de lograr la rendición de Izquierda Unida

Pedro Arriola, el gran gurú demoscópico de Mariano Rajoy, evita dar pistas, y en público todavía más. Dice con frecuencia que lo que es interesante no lo puede contar y que de lo que puede hablar no tiene ningún interés. Sin duda habría sido un buen discípulo de Ludwig Wittgenstein, el filósofo austriaco asentado en Inglaterra y autor del Tractatus logico-philosophicus, que concluye con la proposición “de lo que no se puede hablar, hay que callar”, que Arriola parece tener –haya leído o no al pensador– como norma de cabecera. Eso no impide que el gurú siempre haya sido un personaje de “conservación larga”, que es lo que le permite callar de lo que él diría que no se puede hablar. Sin embargo, siempre hay excepciones, que no casualidades, y Pedro Arriola, en la Universidad Menéndez Pelayo, acaba de decir que “la crisis se ha llevado por delante al Gobierno de un partido como el PSOE y se puede llevar a otro”. Por supuesto, el sociólogo, que ha anunciado su jubilación para final de año –ya veremos–, ha matizado sus palabras con la explicación de que no ve un vuelco y al PSOE por delante del PP cuatro o cinco puntos. Sin embargo, la advertencia queda ahí.

Las palabras de Arriola coincidían con el aumento de las incertidumbres –electorales y secesionistas, por este orden– sobre España, que han vuelto a  los mercados, en un momento en el que quizá los árboles catalanes impidan ver el bosque. La prima de riesgo de España, que durante meses fue inferior a la italiana, ya está 25 puntos por encima de la transalpina. Solo el martes 8 de septiembre, mientras que la española subía un 5,74% la italiana caía un 4,27%. Coincidía también con el hecho de que las bolsas europeas intentaban recuperarse de los batacazos de las últimas semanas, pero la española lo hacía un 50% menos, casi al mismo tiempo que se conocía que en junio los inversores extranjeros retiraron de España 21.000 millones de euros. La guinda la ponía la advertencia del Fondo Monetario Internacional (FMI), que dirige la señora Christine Lagarde, de lo que llama el “riesgo de reversión de las reformas” y que, traducido al román paladino, hace referencia al riesgo de que Podemos entre o sirva de apoyo a un Gobierno. Thomas Piketty, el economista francés icono del izquierdismo más radical, que asesorará al partido de Pablo Iglesias, lo ha resumido en muy pocas palabras: “Podemos no va a ganar sin el PSOE”. Un escalofrío añadido recorrió los cuarteles generales de los grandes bancos y de las multinacionales españolas en donde, calculadora y encuesta en mano, contemplan desde hace meses la hipótesis, si el PP no se recupera, de un Gobierno PSOE-Ciudadanos. La opción PSOE-Podemos no estaba en sus cálculos, pero algunos ya la empiezan a introducir en sus análisis, como por fin los principales empresarios y parte de la burguesía catalana se han puesto muy nerviosos ante las elecciones del 27-S. Lo imposible, como dice Rajoy, la independencia de Cataluña es imposible, pero está ahí, y significa, en el mejor de los casos, incertidumbre. Dos catalanes notables, José Luis Bonet, presidente de la Cámara España –uno de los pocos que siempre ha hablado claro–, y Joan Rosell, presidente de la CEOE –durante años más tibio en público–, no dejan dudas: “Una Cataluña independiente tendría peor calidad de vida”, mientras que Artur Mas y los demás independentistas que presumen de comunistas y anticapitalistas son incapaces de explicar cómo cumplirían sus promesas de menos paro, más pensiones y mayor bienestar social. Los mercados que tanto odian, pero que tienen el dinero, no les creen.

Pedro Arriola, que a pesar de todo trabaja para que Rajoy repita en La Moncloa, ha dicho que la economía ya no está en la UCI, pero tampoco para correr un maratón. La mejoría es tan evidente que hasta Pablo Iglesias, en su calculada moderación táctica, admite que la situación económica española es “completamente diferente a la de Grecia”. Todavía más allá ha ido Pablo Bustinduy, responsable de Relaciones Internacionales del partido morado, que ha escrito que en España “nos financiamos por nosotros mismos en los mercados. La solvencia de nuestro sistema financiero (ya) no depende de una decisión arbitraria del Banco Central Europeo. No tenemos más tutela en el ejercicio político de nuestra soberanía que la que dictan los tratados europeos”. Casi lo suscribiría el Gobierno de Rajoy. Heriberto Cairo, decano de Políticas de la Complutense, ya lo explicó: “Si Podemos tiene que cambiar su discurso para lograr sus metas, lo hará”. El círculo, nunca mejor dicho, se cierra con la rendición casi total de Izquierda Unida que Podemos está a punto de lograr, a pesar de la resistencia de Cayo Lara. Alberto Garzón, el candidato de IU, ya ha aceptado que su futuro político está al lado de Iglesias y los suyos que, a pesar de sus esfuerzos en parecer otra cosa, también han asumido que son la cara nueva de Izquierda Unida y solo esperan que muchos de sus teóricos votantes piensen que son algo diferente y no los mismos comunistas-leninistas con otro aspecto. Los mercados, desde luego empiezan a tener claras las incertidumbres españolas –la política general y el independentismo en Cataluña– y por eso sube la prima de riesgo y la evolución de la bolsa se divorcia de las europeas. ¡Ojo! No está claro que de lo que no se puede hablar, haya que callar. Es lo que algunos querrían.

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