El factor humano, pero Sánchez no es Mandela

19 / 09 / 2016 Jesús Rivasés
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Los que conocen a Pedro Sánchez esgrimen el “factor humano” de un político de 45 años que quizá esté ante su última oportunidad y que estaría decidido a intentar un pacto con los independentistas que le permitiera una investidura, aunque tuviera que apechugar con el llamado gobierno Frankenstein.

El periodista británico John Carlin, ahora radicado en España –colabora en El País–, escribió en 2008 un libro que primero se convertía en best-seller, El factor humano, y luego inspiraría una película, también de éxito, Invictus. El factor humano es la versión del periodista de cómo Nelson Mandela logró el “milagro sudafricano” de una transición pacífica tras el final del apartheid y evitar una “venganza” –de negros sobre blancos– que algunos hubieran considerado justa.

Pedro Sánchez, obviamente, no es Mandela ni parece haber grandes aspectos coincidentes en sus biografías políticas. Sin embargo, socialistas más o menos próximos al líder del PSOE y que han hablado con él las últimas semanas, apelan al “factor humano” para intentar discernir cuáles pueden ser los próximos pasos de un político de 45 años cuestionado en su propio partido y que puede ser poco más que una nota a pie de página en la centenaria historia de los socialistas españoles o llegar a la presidencia del Gobierno.

Carlin, en el prólogo de su libro, tras hablar del “genio político de Mandela”, afirma que “la política, reducida a sus elementos esenciales, es persuasión, ganarse a la gente. Todos los políticos son seductores profesionales. Viven de cortejar a la gente. Y, si son listos y hacen bien su trabajo, si tienen talento para conectar con el pueblo, prosperan”. Sánchez tiene un cierto aire de seductor profesional y procura cortejar a su clientela, aunque hasta ahora no ha tenido demasiado éxito y los problemas, internos y externos, se acumulan a su alrededor y su gran activo es su capacidad de supervivencia.

Pedro Sánchez sobrevive, por ahora, en medio de la “guerra civil”, Alfredo Pérez Rubalcaba dixit en privado, que padece el PSOE. Partidarios y adversarios del secretario general de los socialistas corroboran la tesis de un enfrentamiento agrio en extremo entre el secretario general y los barones/baronesa autonómicos del partido. “Ni Pedro los soporta ni ella ni ellos aguantan a Pedro, aunque en público intenten guardar las formas”, explica uno de los colaboradores del líder del PSOE. Sin embargo, por ahora, tampoco nadie está dispuesto a ponerle el cascabel al gato y casi todos esperan que el jefe socialista se cueza poco a poco en su propia salsa. Unos y otros invocan que está en peligro el futuro del partido ante la amenaza de Podemos, ahora algo más controlada, y ante el riesgo de fractura interna.

Los socialistas que hablan del “factor humano” de Sánchez no evocan a Mandela –para cualquiera que conozca el libro o la película estará muy claro–, sino la faceta y las aspiraciones más personales del líder de los socialistas que, humanamente, aspira sobre todo a presidir el Gobierno y piensa que solo tiene dos alternativas: llegar a La Moncloa o dar carpetazo y por la puerta de atrás a su carrera política, lo que no excluye algún tan modesto como oscuro puesto político en el futuro.

Pedro Sánchez, según su entorno más próximo, trabaja para lograr un acuerdo con Ciudadanos y Podemos y con esos apoyos –podría servir la abstención de Albert Rivera y los suyos– ser investido presidente, lo que evitaría unas terceras elecciones. Esa opción, sin embargo, parece poco probable, ante la incompatibilidad, reconocida una y cien veces por los líderes de Ciudadanos y de Podemos, aunque nadie rechazaría un apoyo o una abstención “gratis”. Rivera, no obstante, tiene claro que no puede participar en un proyecto que sustente Podemos y Pablo Iglesias se ha cansado de repetir que Ciudadanos es otra versión del PP.

“El factor humano” de Pedro Sánchez hace, según quienes tratan con él, que en ocasiones se le ilumine la mirada cuando, como hipótesis de trabajo, surje la de un acuerdo del PSOE con Podemos y con los nacionalistas e independentistas catalanes (ERC, con Joan Tardà y Gabriel Rufián, y el PDC, con Francesc Homs). Sería un Gobierno Frankenstein, pero “un Gobierno” al fin y al cabo, como apuntan los que abogan por cualquier opción que expulse a Mariano Rajoy de La Moncloa.

Muchos socialistas, sobre todo los líderes autonómicos y los críticos con Sánchez, descartan esa hipótesis. “Rompería el PSOE y sería la guerra total”, dicen. Otros, más sutiles, aunque opinan que es prácticamente imposible, también llaman la atención sobre el hecho de que la catalana Nuria Parlón, rival de Miquel Iceta y aspirante a primera secretaria del PSC y en teoría bien vista por Susana Díaz, ha sugerido que los independentistas podrían posponer su exigencia de referéndum hasta que haya una reforma constitucional. No parece fácil, pero es una opción, porque Carles Puigdemont y Oriol Junqueras –y Artur Mas–, saben que han llegado a un callejón sin salida. Los puentes tendidos desde ERC y el PDC al PSOE significan algo. Todos son conscientes de que un referéndum inmediato es imposible. Y los independentistas también necesitan ganar tiempo.

La hipótesis de un Gobierno Frankenstein alarma a muchos en el PSOE, pero es algo más que el sueño de una noche de verano africano. Pablo Echenique lo ha sugerido: “Entre un Gobierno dialogante y otro que agita el miedo, los grupos catalanes y vascos preferirían un Gobierno PSOE-Podemos”. Nadie quiere admitirlo, pero forma parte del “factor humano” de un líder político como Pedro Sánchez, que lo intentará todo y que, claro, además, no es Nelson Mandela.

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