El Congreso ahorcado y las terceras elecciones

18 / 07 / 2016 Jesús Rivasés
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El actual Congreso de los diputados, ahorcado, como dirían los británicos, obliga a que alguien resuelva un sudoku parlamentario endemoniado si de verdad se quieren impedir unas terceras elecciones que, digan lo que digan algunos, en casi todos los partidos ya no descartan

El jueves 6 de mayo de 2010, los británicos votaron en elecciones generales. Ganaron los conservadores de David Cameron, con 306 escaños, frente a los 258 que lograron los laboristas de Gordon Brown. Los liberal-demócratas que lideraba Nick Clegg, casado con la española Miriam González, fueron los terceros con 57 escaños. Por primera vez desde 1974 –¡en 36 años!– ningún partido alcanzó la mayoría absoluta de 325 escaños. Es lo que en el Reino Unido llaman “Parlamento ahorcado” o “colgado” (hung Parlament). En aquella primavera de 2010, conservadores o laboristas necesitaban el apoyo de los liberal-demócratas para formar una mayoría parlamentaria, elegir primer ministro y formar Gobierno. Se cumplían 65 años desde que el Reino Unido tuvo, en 1945, el último Gobierno de coalición. Pues bien, el 11 de mayo de 2010, apenas una semana después de unas elecciones que no arrojaron mayoría, David Cameron visitó a la reina Isabel II para comunicarle que, con el apoyo de Partido Liberal-Demócrata ya tenía una mayoría y que estaba en condiciones de ser primer ministro. Cameron, por supuesto, fue nombrado y formó un Gabinete de coalición en el que el número dos fue Nick Clegg y ambos gobernaron durante cinco años. ¡Y solo necesitaron cuatro o cinco días de conversaciones para dar salida a un Parlamento colgado! El experimento, no obstante, tuvo ganadores y perdedores porque, en las siguientes elecciones, Clegg y su partido se estrellaron y Cameron ganó por mayoría absoluta, algo que tras el fiasco del brexit tampoco le ha servido para nada. Eso sí, el Partido Conservador británico ha resuelto en dos semanas su crisis, con la elección de Theresa May como nueva lideresa y primera ministra.

El Congreso de los Diputados español está ahorcado/colgado desde las elecciones del 20-D. La cuerda está algo menos tensa tras los comicios del 26-J, pero mantiene en el aire al Parlamento. Han pasado tres semanas desde que los españoles acudieron a votar otra vez y el único avance político es que Ciudadanos, el partido de Albert Rivera, que salió algo escaldado de los comicios, está dispuesto a abstenerse en una segunda votación de investidura de Mariano Rajoy. Para ello, en el partido naranja han tenido que hacer de tripas corazón y decir “digo” donde dijeron “Diego”. Sin embargo han dado un mínimo paso adelante, igual que Mariano Rajoy, aunque todavía muy lejos de lo que muchos –incluidos votantes y partidarios suyos– desearían, también ha ido algo más allá de lo que fue tras las primeras elecciones y ahora está dispuesto, incluso sin garantías de éxito, a someterse a una sesión de investidura, por ahora más que incierta. Pedro Sánchez y los socialistas insisten en que ni votarán a favor de Rajoy ni tampoco se abstendrán, algo que hace prácticamente imposible el que haya un presidente del Gobierno a corto plazo.

Todos los líderes políticos sin excepción, Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Albert Rivera y el resto repiten una y otra vez en público que descartan unas terceras elecciones. Parecía algo imposible la noche del 26-J, con los resultados calentitos, los 137 inesperados escaños del PP y el anunciado sorpasso de Podemos al PSOE que no llegó y que dejó helados a Pablo Iglesias y toda su tropa. Todos lo negarán, pero casi todos han barajado antes y después del 26-J unas terceras elecciones. Era uno de los escenarios que contemplaban en el PP antes de su avance en las urnas. Luego quedó en el limbo de los proyectos nunca desarrollados, pero que existen o han existido. Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera, cada uno por sus propios motivos, rechazan desde que se contaron los votos repetir elecciones por tercera vez, lo que significa que alguien tendría que apoyar al PP o que PSOE y Podemos articularan una muy enrevesada alternativa de izquierdas, independentistas incluidos, y que es algo que el líder socialista no parece descartar. Al mismo tiempo, ya hay quienes, incluso en las filas socialistas, admiten que la situación está tan trabada que no se puede descartar una nueva cita con las urnas.

Tres semanas después de que votaran los españoles, cuando solo faltan unos días para que se constituya –hay unos plazos legales más del siglo XIX que del XXI– ese Congreso colgado o ahorcado, el sudoku que permitiría la investidura de un presidente está atascado y sin que se vislumbre resolverlo. Rajoy y el PP necesitan 39 escaños que, por ahora, no encuentran, pero que además solo facilitarían la investidura de un presidente que tendría por delante una legislatura endemoniada, en la que PSOE y Podemos competirían por ver quién llevaba la voz cantante en una oposición feroz. Unos y otros, al mismo tiempo, rechazan volver a las urnas porque temen un resultado todavía peor. A pesar de eso, Pedro Sánchez descarta apoyar a Rajoy y al PP. Mientras, Albert Rivera y sus Ciudadanos son conscientes de que otras elecciones pueden condenarles a la irrelevancia. A pesar de eso, rechazan votar al lado del PP –serían 169 diputados– y eso lo complica todo. Nadie quiere volver a las urnas, pero en el horizonte empiezan a acumularse indicios de que cada vez es menos imposible, salvo que alguien resuelva el sudoku de un Congreso de los Diputados ahorcado. A veces, a pesar del brexit, el ejemplo británico quizá ofrezca alguna pista interesante.

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