Carta del director

Allá va la despedida

26 / 01 / 2018 Jesús Rivasés
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¡Gracias!

La historia continúa, sin TIEMPO, pero con periodismo y periodistas, un contrapoder imprescindible en las democracias.

Allá va la despedida” suele ser la estrofa final y festiva, repetida, de muchas jotas aragonesas. Una manera de constatar que, a pesar de todo, sigue la fiesta y que nada termina cuando calla la música. Podría, en la estela de Pablo Neruda, “escribir el artículo más triste”, pero no quiero. Si “la patria es el último refugio de los canallas”, como explicó Samuel Johnson, la melancolía tampoco puede ser el albergue de los periodistas. La historia continúa, ahora ya sin TIEMPO, pero con periodismo y periodistas, como contrapoder imprescindible en sociedades libres y prósperas como la española. 

El semanario TIEMPO, después de casi 36 años en la vanguardia del periodismo español, se despide. Ha sido protagonista directo de toda una etapa de la historia de España, de la que también forma parte. Apareció en el mundo analógico de la Transición con mayúsculas, aquel proceso político exitoso que asombró al mundo, que cimentó las bases del periodo más brillante y próspero de un país varias veces centenario. TIEMPO se retira en el confuso pero prometedor escenario digital de un siglo XXI en el que el gran peligro es el “gratis total” para la información independiente. Lo hace con el orgullo de dejar un trabajo bien hecho que se estudia en las escuelas de periodismo y del que es un ejemplo este número especial y último de TIEMPO que incluye una selección de los grandes hitos informativos y exclusivas de los 36 años del semanario. Queda como referente para nuevas publicaciones y para los periodistas de hoy y del futuro, porque habrá publicaciones –en papel y digitales– que recojan el testigo de TIEMPO y en las que tendrán cabida profesionales como los que han hecho posible esta revista. 

Una definición clásica dice que “noticia es algo que alguien quiere que no se sepa”. Ese, y ningún otro, es el secreto del periodismo y también de las democracias, que saben que son escrutadas permanentemente. Es lo que ha hecho TIEMPO durante casi 36 años y lo que harán sus herederos. Ahora, en el momento de la despedida, también es tiempo de agradecimientos. A Antonio Asensio Pizarro, el editor que hizo posible TIEMPO en 1982, a su hijo, Antonio Asensio Mosbah, que siempre la defendió, incluso en las circunstancias más difíciles, y sobre todo a todos los profesionales, periodistas y no periodistas, que han hecho posible esta espectacular aventura durante tres decenios y medio. Nada termina, empieza un nuevo tiempo, un futuro que “solo depende de nosotros”, como defendía Karl Popper. Solo tenemos que imaginarlo y hacerlo realidad, porque es posible y los pueblos, aunque a veces tropiezan, siempre avanzan. El mañana ya ha empezado y los periodistas tenemos que estar –y estaremos allí– para contar todo eso que alguien no desea que se sepa. “Allá va la despedida”, a pesar de todo alegre, como en las jotas. ¡Hasta siempre! 

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