Últimas creaciones de la moda ad lib

21 / 06 / 2016 Jesús Mariñas
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La tendencia ad lib es desde hace años un símbolo de Ibiza, que reivindica una forma de vestir de la isla y que nació en la década de los años 70. La pasarela cumple esta primavera su 45 aniversario.

Ibiza ha celebrado los 45 años de moda ad lib ya atestada de madrugadores italianos e ingleses sobre todo jóvenes, dándole al morro o el chunda chunda. Alarmante siendo críos no veinteañeros. Lo comenté al joven alcalde capitalino. No se inmutó ante Vicente Roig pero tomó nota de lo ya inevitable la vicepresidenta insular, Marta Díaz, que se revistió con propuestas desfiladoras.

Durante tres días sorprendió in crescendo: primero con mini roja, luego de favorecedor pelo recogido entonado con traje largo negro y finalmente, aireando melenita. Abundó la nada localista apuesta por el denim, donde Tanit Jeans presentó una voluminosa e incómoda falda de rectángulos vaqueros lo menos ad lib posible por el largo patrocinio y generosidad de Abel Matutes. Surgió en afán imitador de las payesas, con sus ingenuos y caseros puzles de retales, distinta es la magnificencia del traje original, que supongo que ahora llamarán modelo autonómico. Consideraron prodigar modelos transgresores que yo dejaría en traicioneros, porque no renuevan ancestros y raíces locales como hizo Beatrice San Francisco o como Pocholo Martínez-Bordiú, que monta mercadillos fiel al desenfado.

Son desenfadadas y ligeras túnicas blancas, que Sara Montiel enseguida adoptó disimulando kilos incluso para su boda mallorquina con Pepe Tous, que fueron imitadas mundo adelante. La dulce María León iba de rosas “pero no es lo mío, más sencillita”, reconoció retratándose. También lo hizo la más llamativa Almudena Fernández, que recibió de los Tous un donativo de 3.000 euros para los 800 críos que ayuda en distintas ciudades.

Y escotazos prodiga Isabel Preysler en su feliz etapa con Mario Vargas Llosa, y sabiendo cómo la favorecen, volvió a lucirlos para Mario. En ese aire, Almudena llevó hombro al aire multirrayada en diagonal en rojo, azul y ocre, en una creación de Juanjo Oliva.

Primera jornada

Con Lorenzo Castillo disfrutaron de la primera jornada desfiladora montada en las terrazas del ayuntamiento, desaprovechadas después en el sombrío recinto ferial, más capaz pero tristísimo y nada promocionador de las bellezas ibicencas. Ocasión de-
 saprovechada. Quizá algún día, con sus aceras agrandadas y sin tráfico, elijan como escenario el céntrico Vara del Rey que ahora reinaugura el Montesol, histórico hotel de la ciudad. Aceleran para que a finales de mes vuelva a ser escenario, punto de cita y repaso del multicolor ajetreo local en un establecimiento  hecho cartel promocionador que llevará la cadena Hilton. Mientras, Quique Sarasola negocia quedarse el antiguo cine Serra y Matutes recupera tras 26 años alquilándose a Pepe Rosell el Space, tan representativo e imprescindible de la disparatada noche ibicenca, nada que ver con Pachá el de las largas colas, igual que hay ya reserva de meses y de mesas para el Lío, casi otro Folies Bergère con el decorado único y real de la iluminada Dalt Vila. Matutes lo recupera para dar salida a la clientela de su hotel Usuahia en playa d’en Bossa, donde abundan las Polaroid presentadas por Vanessa Lorenzo.

El ayuntamiento tiene terrazas sobre el Mediterráneo y pocos se resistieron a posar en su murito. Eduardo Inda, tertuliano tan polémico desde su encorbatamiento, impactó apareciendo  en bermudas y por su pantalón morado que Cocó, su novia desde hace tres años, plasmó en selfies. Olivia Molina exhibió una sencillez común a todo el clan: “Estoy en nuestra casa de siempre pasando unos días. Luego me espera teatro, ya os diré”, anticipó oyendo despotricar a Carmen Lomana. Se quejaba de “estar metida en una casa rural cuando no soy nada  rústica”, sobraba la aclaración. “No tengo compañías y muero de hambre porque ni hay comida”. La mantuvieron enfadada, como si para eso necesitase dieta, a pan y agua. Pero no evitó lucirse en gasa de seda turquesa, más bien verde Nilo, con multicolores pulseras chocando con la sencillez del “viste como quieras”. Compitió multicolor con Fiona Ferrer, rayada en lana, nada que ver con los corsés de Maya Hansen tan requeridos por el mundo árabe e impensables en talles como los de Clara Alonso o Sheila Márquez. Lomana se pasó endomingada y mandó más de un mensaje telefónico lamentando sentirse “sola, perduta, abandonata” cual Violetta en La Traviata. Estando allí se inundó su casa madrileña y hacía llorar contando: “Tengo los visones con el agua al cuello”. Lamentable. Pero firme y sin dejar Ibiza, menudo temple.

Cita en Los Jerónimos

Resultó impactante bodón-bodón con mucho de revival político. La nostalgia no es un error ante el horror del momento que augura tiempos mejores. La cita en Los Jerónimos bajo un radiante atardecer velazqueño hizo añorar tiempos mejores y más de un ay nostálgico se adelantó a las muestras de júbilo ante la belleza de Ana Belén San Román vestida por Lorenzo Caprile para matrimoniar con Erik Oneto. Traje imponente cuello barco y cinturón plata vieja como exigen los gustos actuales, pero nada aparatoso, sin lazos recargadores, fiel a la estética de quien creó la imagen primitiva de una Letizia que impactó en su primera boda real revestida de rojo como aquí lo hizo Paloma Oneto con cintura rebordada en flores, exacta igual que la morena belleza de esta novia ya nuera de Pepe Oneto, maestro del comentario político. Su juvenil y cuidado flequillo plateado es el más desafiante y valiente tupé de cuanto tertuliano asoma en las teles.

Enlace con sol declinando que evitó las pamelas, que solo deben usarse hasta las tres de la tarde. Lo mantienen los expertos sosteniendo protocolo casamentero. A partir de las seis las alas anchas protectoras del sol –que para eso nacieron– pueden sustituirse por tocados o clips laterales. Reunión añorante de tiempos mejores que sin duda gozarán los jóvenes recién casados. En ella sobresalió el ramo de peonías rosas, flor japonesa poco usada en estas ceremonias más con gladiolos, calas o rosas. La concurrencia representó pasado orden gubernamental sin los  desencuentros actuales, a ver cómo acabamos.

Era problema recurrente y preocupado en todos los corrillos desde Marcelino Oreja con su inseparable Silvia a Isabel Alfonsín; Chencho Arias; Sánchez-Merlo con la discreta Giovanna Marone, prima de don Juan Carlos de más méritos que emérito; María José Suárez, guapísima con sus hijas Cristina y Marta, hijas de Isidoro Álvarez antaño tan unidos por El Corte Inglés a Santiago, padre y padrino de la contrayente; o el joven Francisco Ortiz, hijo de Gunilla y Luis, que en Marbella conocen como Melocotón.

Desagradecido Julio

Lo remarcó Juan Palacios en uno de sus relojes Viceroy que mantiene como imagen casi perpetua a Fernando Alonso. Lo hizo ante Domingo Martorell, comisario que liberó al doctor Iglesias cuando fue secuestrado. Agradecido, Julio lo contrató como vigilador y hombre de confianza luego reconvertido en mánager. Acabaron más que regular porque el cantante madrileño más internacional aún es constante en su encono a los más abnegados. Con el comisario Domingo Martorell repitió la faena todavía sangrante en fieles como Alfredo Fraile; el extinto José María Castellvi, al que fustigaba constantemente siendo su fotógrafo y celestino mayor; Ferrán Martínez, su último jefe de prensa; o el sufridor Tonxo Navas, hombre que veló los últimos años de mamá Charo de la Cueva. Llegó a necesitar tratamiento para superar sus treinta años enloquecidos cuidando al amigo más truhán que señor.

Pesadillas escalofriantes

Son historias para no dormir. Casi pesadillas imagino que muy bien pagadas, reales, continuadas, repetidas. Merecerían un libro de relatos escalofriantes. Tuve la suerte de vivirlo y padecerlo sin poner el cazo y cuando gracias a mi amistad con Ketty Corsini, con el periodista Luis del Olmo y Protagonistas organizamos en Barcelona y Madrid conciertos patrocinados por la reina Sofía, no dio ni las gracias. El doctor Iglesias siempre nos lanzaba a Jaime Peñafiel y menda un despistado “mi hijo os está haciendo millonarios”, qué cosas.

Irrepetible resultó el del Nou Camp con Plácido y Maradona cantando a trío “volver, con la frente marchita”. Años en que el campeón argentino hoy tan desmadrado era ídolo azulgrana. Martorell estaba allí como en esta boda-bodón con los cuatro padres en el altar mayor al costado de la pareja que ofició el inefable cura Lezama, que usa sus restaurantes como escuela de formación profesional. Citaba para su próximo ochenta cumpleaños que celebrará en Amurrio, su patria chica. Funcionó el aviso.

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