Tamara y Ana Boyer se enfrentan por trabajo

24 / 05 / 2016 Jesús Mariñas
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Tamará Falcó y su hermana Ana Boyer compiten publicitariamente en dos conocidas marcas con aires playeros. Ana sustituye a la sensual Gisele Bündchen como promocionadora de las chanclas hawaianas.

Es simple rivalidad fraternal, nada temible. Ni Caín ni Abel revividos bajo las siete estrellas aunque idean pugna como en algunos fiascos toreros en Las Ventas. La feria más importante y larga del mundo este año no tiene a los mejores. Impactó el peruano Roca Rey con su capote. Salió a hombros. Hizo enloquecer con sus 20 años recién cumplidos y un valor infrecuente. Lo ovacionó el rey Juan Carlos, con más méritos que de jubilado emérito. Conserva entusiasmos, devociones y escucha vivas al rey que deberían dedicar a su sucesor Felipe VI.

Juan Carlos conserva apostura, luce corbatas de juvenil color y se apoya en la infanta Elena, tan aficionada como él. Emocionó su nieta Victoria Federica abrazando al monarca. Humanizan la dinastía. Gestos infrecuentes pero espontáneos, sentidos y cálidos son respetados, agradecidos, compartidos. La proximidad es otra de sus admirables herencias, extendida a esa nieta que tiene pies grandes muy genéticos, como el chic de Sonsoles Díez de Rivera, que ni comenta la peli recién hecha sobre los amores extramatrimoniales de su madre la marquesa de Llanzol y Ramón Serrano Súñer el cuñadísimo.

“Ni nos pidieron permiso para llevarlo al cine”, se indigna. De ellos nació Carmen Díez de Rivera que luego generó un folletín en carne viva enamorándose de un hijo de Serrano que era su hermanastro. Iban a casarse y ante tal disparate descubrieron el parentesco. La luego mano derecha de Suárez se exilió a África. Y Emilio Romero creó un dramón con el lance. Lo estrenó Vicente Parra y pateó su estreno un público morboso y castigando sus propios pecados. Parra, más que amigo como sabe Lola Herrera, entonces su primera actriz, llamada Lolita cuando estrenaron Cherie, me contó apenado cuánto perdió.

Juan Carlos está siempre en su sitio. Apoya, da fuerza, respaldo y adhesión a la fiesta nacional. Ahora Ada Colau impone a los barceloneses otro puente aéreo porque su Gobierno municipal, que también destierra las emblemáticas terrazas de Plaza de Cataluña, clausuró Las Arenas y su céntrica Monumental donde en 1966 actuaron Los Beatles. Era dominio de Pedro Balañá cuando los empresarios hacían historia.

Feria de San Isidro

El diestro peruano que remoza carteles dos días más tarde no repitió semejante fortuna en trío con Talavante y Posada de Maravillas confirmando alternativa. Aburrieron durante tres horas soporíferas por descastados bichos de Juan Pedro Domecq, tres devueltos por imposibles. Ese gran día ferial permitió ver en barrera destacada a María Dolores de Cospedal estrenando rejuvenecedor recorte peluqueril aconsejado por su marido.

Igual también en futuro próximo moderniza la imagen popular como desde siempre hace una Cristina Cifuentes, resaltando en turquesa y rubia melena más corta, mientras Rappel infartó bajo visón de color verde Irlanda. Por su parte, Ana Botella lució lunares de lo más typical spanish arropada por un descamisado Miguel Ángel Rodríguez y la lealtad de Gómez Angulo. En ella reparó el cuarteto luminoso conformado por Sonsoles Díez de Rivera de mantilla marfileña cayéndole sobre la frente al modo antiguo. Igual la exhibían su hija y nietas Beatriz y Verónica, ansiosas de ver a Enrique Ponce en una sola tarde manteniendo lejanía.

El debut de Ponce

Él debutó cantando boleros, su otra pasión. Fue cita convocada por Lola Herrera, relaciones públicas del Ramón y Cajal, montadora de Materia flamenca. Mientras Paloma San Basilio presentaba su primera novela nada biográfica, allí reaparecieron Gema Ruíz Cuadrado y Elena Boyra, aún de alivio ante un Fernández Sastrón que ordena la Sociedad de Autores. Tal alarde torero lo aplaudieron desde Emiliano Revilla, de corbata igual a la de don Juan Carlos, a Pedro Trapote y una floreada y más rellena Marina Castaño. Evita entrar al trapo de la polémica generada por el centenario de su Camilo José. Ella lo llamaba así distanciándose del vulgo menos inmediato.

El Nobel padece la misma ignorancia oficialista que Miguel de Cervantes, somos un país incorregible con el genio. Esperanza Aguirre se indignó más que reír por que el ministro de Cultura ignorase que don Quijote se llamase Alonso Quijano. Y es la novela más importante del mundo. Mejor no preguntarle por La casa verde, de Mario Vargas Llosa, de donde el Nobel por fin recién divorciado de su prima Patricia extrajo La chunga. A la esposa durante 50 años cede su biblioteca de 30.000 volúmenes –casi todos dedicados–, un fortunón y la casa de Nueva York, ciudad donde seguramente se unirá pronto a una Isabel Preysler dispuesta a legalizar por cuarta vez el “sí, quiero”.

Anteriormente ya se lo dio a Julio Iglesias, Carlos Falcó y Miguel Boyer. De ellos hablé con su hija Tamara al debutar como imagen de Hawaiian Tropic. Eso la hace competir publicitariamente con Ana Boyer, que sustituye a la sensual Gisele Bündchen como promocionadora de las chanclas hawaianas. De no existir habría que inventarla. Incluso con imagen nada playera, ya no digamos su hermana siempre hierática, reservada, distante y escasamente sensual a ritmo de samba, seduce a la prensa, le ríe ocurrencias con su naturalidad, espontaneidad y comentarios ingeniosos y desenfadados, nada tensionada como la otra: “Quedé muy impactada al ver que, solo a los seis meses de morir tito Miguel, mami se enamoró de Mario y Ana se fue de casa para vivir con Fernando Verdasco. Flipé pero entiendo que la vida sigue y solo me importa que mami sea feliz”. Ana ahora dejó el trabajo en un bufete para seguirlo mundo adelante en sus campeonatos. El Nobel fue pretexto para irse sin alboroto, portazo ni ruptura.

Al tiempo, Tamara quedó como doblemente huérfana, con su mami volcada en el novelista que la pasea y exhibe cual trofeo envidiado. En nuestra charla bronceadora, donde reconoció haber ganado cuatro kilos –“porque la cocinera de mami cocina fenomenal”– la encontré necesitada de cariño. Tal me pareció aún risueña, ilusionada, confiando con casi 35 años en que el amor vendrá algún día: “No gusto a los que me gustan, no sé qué pasa. Mis padres desean que me enamore, pero no hay pretendientes”.

“Mario me encanta porque es muy suave de carácter. Da gusto hablar con él porque todo le parece bien”, dijo sobre el Nobel, y añadió: “Da gusto ver qué bien se entienden. Hasta le di a leer una cosita que escribí acompañando esta promoción de cremas. Fue muy amable”. “¿Te corrigió algo?”, inquirí. “Tan solo me hizo un par de sugerencias para que resultase más directo y, como hablo de mami, me preguntó si realmente la veía así. Se lo agradecí mucho, con el trabajo que tiene”.

“Y sin parar de viajar. Menudo tango el suyo, el primero pero no último”, dije. “Claro. Veo a mami muy enamorada. Me encantó con esos taconazos, aunque nunca se pone sombrero porque le aplasta el pelo. Les tendieron una trampa porque no sabían que se publicaría. Fue un montaje y a mami hasta le colocaron la pierna para que tuviera la posición correcta”.

A sus casi 66 años, Isabel Preysler no esperaba que la vida la compensara de esa manera. Fue una lotería sorprendente que no acaba aún de creer. Y lo mismo le ocurre al escritor, transformado en veinteañero todo el rato y sin soltar la mano de su bien amada, como si temiese perderla. Estimulante, no perdemos la esperanza de que nos ocurra algo semejante más rejuvenecedor que los masajes intensos a 190 euros sesión que en chez Massumeh reciben dos días a la semana.

Tamara y su familia

“¿Con cuál de tus siete hermanos te entiendes más? No debe de resultar fácil, cada uno de un padre y tú tan de tu madre”. “Con Ana, por supuesto, porque hemos convivido. También rio con Julio José, que ahora anda por Rumanía cantando con el tito Julio. Parece que mejoró de la ciática tras catorce meses mal. Julio solo vive para eso. Es un encanto y me rio con él. No tiene reparos en que hable de él mientras mami y Ana me prohibieron que lo hiciese. ¿Cómo hacerlo si estoy metida en el mundo rosa? Se lo hice entender y procuro no meterme en terreno pantanoso”.

“¿A cuál de tus padres aludes?”, pregunté. “A los dos. No sé muy bien en qué consiste ser pareja de hecho. Conozco muy poco a Esther Dona, solo nos vimos un par de veces”. “Puestos a ponernos morados y untarnos bronceador, ¿biquini, traje entero o top-less?”. “Depende de dónde estés y con quién. En top-less no me siento cómoda, aunque lo he probado ante el espejo. Me pesa todo Me aburre tomar el sol. En la playa necesito moverme, hacer algo, distraerme”.

Grupo Zeta Nexica