Rociíto, David y Cristina Blanco

21 / 03 / 2017 Jesús Mariñas
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La bruja de los famosos se comprometió en su día a ayudar a los recién casados Rocío Carrasco y Antonio David Flores en su convivencia. La pareja acabó separándose, en parte, por culpa de la información que filtraba Cristina a la prensa.

Disfrazada de protectora, dándole amparo ante la ausencia de la más grande,  Cristina Blanco, la bruja de los famosos, hoy resucitada, resultó perniciosa influencia para Rocío Carrasco, recién casada con Antonio David Flores. Con solo 17 años se enfrentó a Pedro Carrasco y a la Chipionera. Veían al guardia civil como un trepador que la rindió. Para conseguir darle el “sí, quiero”, caprichosa y malcriada Rociíto incluso los amenazó diciendo que se iría a vivir con él cuando cumpliera 18 años. La conminación los asustó conociendo el temperamento de la cría. Tragaron y aceptaron, montaron aquel bodón y usando influencias maternas a David lo destinaron a la barcelonesa Argentona tras ser castigado con un compañero por quedarse 20.000 pesetas de una multa que habían impuesto.

Enseguida se les unió Cristina Blanco, supuesta hada madrina. Vendió que los ayudaría en su convivencia conyugal. Que allanaría dificultades incluso con ayuda económica. Dejó a los suyos por esta parejita prometedora y de auxilio y se transformó en desveladora de secretos cameros, presuntas infidelidades maritales, contando que él se entendía con una empleada del hogar que finalmente despidieron. De todo nos informaba con detalle: entradas y salidas, frustraciones, disgustos, la insatisfacción, el tedio y el cansancio que allí se respiraba. Nos tenía al corriente de todo. Yo lo escribía con voracidad informativa y poca lealtad aunque creyese obligado deber detallar las anomalías.

 

Un primer enfrentamiento

Eso causó mi primer enfrentamiento con la Jurado hasta entonces fraternal: “¡Con esa no te metas, que la he parío yo!”, me recriminaba. Pero Cristina no cesaba de enviarme datos telefónicos siempre atrayentes. Débil es la carne, y más informando de algo tan puntual. Acabamos distanciados y no se remedió mientras la bruja de los famosos fue mi inseparable al menos en el día a día y noche a noche de seis veranos marbelleros, donde no vi nada de lo que ahora cuentan: ni magia negra, encantamientos, brujería, yuyos, o vudú. Pero sí la amistad, relación o lo que fuese con adineradas jequesas árabes entonces inéditas en la Costa del Sol. Con ellas se forró, era generosa y mimosa, hacía paellas que me enviaba al hotel “porque ahí comeréis fatal”, decía.

Lara Dibildos y yo apadrinamos a Andrea, la mayor de las dos bolivianas que adoptó mientras Antonio David la prevenía de que “ese te dejará colgado”. Logró separarlos y como fijos estaban las dos Rocíos, José María García, la Campos, la esposa de Gil y Gil, Maripi Román, Mae Dominguín o Terelu Campos, con quien se fue a Londres comprándole zapatos de 140.000 pesetas. Ella era una encantada encantadora.

Acontecimiento escénico, sorpresa inesperada de un género que parecía envejecido como el plumerío de Celia Gámez. Toda una historia de España donde Matías Colsada impuso sus “alegres chicas que nos quitan el mal humor”. Un chinchín archifamoso, como los veinte temas recuperados donde curiosamente no figuran el Pichi ni Por la calle de Alcalá... siempre recurso eficaz. Alguno  está cambiado y hasta travestido como hoy está mandado, en antología esperada, nada que ver con aquella La estrella trae cola que la Gámez hizo en su época gloriosa. La paseó sobre la pasarela, aguantó varias temporadas y allí vimos a la inefable aún muy delgada Florinda Chico, convertida en La Lola que no duerme sola que obligaba al contoneo sin perder equilibrio. Aquí tocan los jóvenes músicos que animan ¡Qué tiempo tan feliz!, de ahí la cara sonriente de María Teresa Campos, que hasta sentada se agarra al brazo de Bigote. Inseparables. Sobresalió reapareciendo delgada sobre vaquero florido Rosa Benito y rubiales vestida de naranja Silvia Tortosa.

 

Noche de cumpleaños

Celebraba 70 que nadie le echaría. Resplandece como en sus mejores años y era la primera en dar besos mientras la televisiva y menuda Tina Sainz participaba al cumplir 75. Carmen Jara, ternura radiofónica y morenaza de la copla, las superaba con “esta mañana cumplí 80”. Guarda muchos secretos, y hasta humillaciones, de la Jurado cuando compartieron cartel en Pasodoble. Otra constante de noche que pudo ser melancólica y alegra las tardes madrileñas con el pasado modernizado donde asombra Rosa Valenty, superviviente de aquella legión de guapas. Aún tipazo y encanto sobre cara marcada por experiencias y años de lucha y hasta sirviendo de relaciones públicas en un bingo. Ahora en La Latina de Lina Morgan, Valenty le dedica un sentido homenaje.

Concurrencia a tono con la exhumación: encabezó Rappel que, aun en noche calurosa, paseó abrigo de visón blanco hasta los pies. Pepita Ródenas, antigua vedete de Celia, fue otra de las cumplidoras afirmando: “Cumplo 80”. Casó con el autor Manuel Paso, que acaba de tener homenaje. Las iraníes Nasrin y Massi Massumeh veían por vez primera un género tan nuestro, les encantó y lo compararon con el del Londres que tanto visitan extendiendo sus cremas faciales hechas de caviar. Marta Ortega las ve cada diez días. Beatriz de Orleans, antaño tan altiva como princesa, en capa de visón fucsia. Vivimos una primavera-verano de lo más rosa mientras Manuel Bandera tarareaba La luna es una mujer. Hace gira con la imponente Bibiana, Alaska y Mario Vaquerizo. Ya han actuado hasta tres veces en alguna ciudad. Solo cambian de teatro y tienen para años. Topacio destacó con pelo multicolor y Vanessa Klein por su desafío eurovisivo. Viendo rotunda a Marlene Morreau pareció extraño no contarla en el reparto.

Buscaron una vedete mayor por exigencias del papel. Valenty es perfecta, moderniza lo añejo, igual que la coplera María Vidal donde, cegada, la impuso Rocío con ordeno y mando, recordaba ante Antonio Arbeja a Encarnita Polo, pese al calor envuelta en zorros blancos. En Un chico de revista aparece muy mal anunciada igual que los descacharrantes Pepa Rus, Ángel Pardo, Andreu Castro y Amelia Font. Vidal provoca bravos en su recreación de “Nena, me decías loco de pasión”. Melancolía en muchos y rentrée de Mamma Mia, ya 14 años en Broadway y película genial de la enorme Meryl Streep igual que Susan Sarandon, ahora recreando televisivamente a la irreemplazable Bette Davis cuando con Crawford hicieron ¿Qué fue de Baby Jean? No existe duelo: Nina no es Meryl pero Mamma Mia es revelación para los jóvenes como Carla Hidalgo con sombrero, Elisa Matilla, Concha Galán, de roja cazadora, Emma Suárez elevando categoría en botines de charol claveteado, el risueño Potty y la maciza Loreto Valverde, que realzaron estreno frente a la exaltación revistera reveladora de Edu Morlans, solo ahijado de Jorge Javier que lo descubrió, y Cayetano Fernández. Distintas galanuras enfrentadas.

Será el suceso del año como no lo fue el pretendido “mano a mano” torero entre los hijos ya reconocidos por el Cordobés. Como ya sabíamos los más viejos del lugar, no acudió a la cita de Morón de la Frontera. Más que hazañas ante el bicho, tiraba el morbazo de la inventada reunión familiar, algo que Manuel Benítez ha evitado durante 48 años. No era caso de pasar hoja como los ilusos creían. Genio y figura no tienen que ver con su personalidad taurina. Eso diferencia al hombre distante del artista que creó el poco ortodoxo “salto de la rana”. Admirable en el ruedo, cuestionado humanamente.

 

Premios taurinos

Mucho se comentó en los premios de la juventud taurina reconociendo los “mejores de la temporada”. El triunfador de la temporada fue Enrique Ponce, que alarga su retirada. Como Padilla, vestido con clasicismo frente a la ambigua ropa de Óscar Higares, ya muy barbudo. Chocan con la modernidad atrevida de Morante o José Mary Manzanares, Ponce usa el mismo pañuelo de solapa. Quizá es fetiche, consideró la muchachada entusiasta ante un abatido Ortega Cano, ya facialmente ni sombra de lo que fue. José Fernando es cruz a cuestas, siempre rompiendo la legalidad. Está nuevamente prisionero por desobedecer la orden de alejamiento con la embarazada Michu. Penoso como cuando alteraba el magisterio de la Jurado orinándosele en las batas de cola que colgaban en su vestidor.

Victorino Martín fue distinguido como mejor ganadería. Adame, joven promesa, y Roca Rey, torero revelación. Está asombrando las Ventas como Diego Ventura rejoneando. Cristina Sánchez, trayectoria exaltada, más guapa que cuando toreaba, vistió fucsia y lo elogió igual que Samantha Vallejo Nájera. Sorprendió su nuevo look casi despistante. Preguntaban qué se ha hecho para parecer otra. Acaso más bótox del necesario, quizá efluvios o abusos de sus apetitosas recetas, algo impensable en el tipazo de Juncal Rivero, de Gucci negro con body plata a casi 51 años. Va camino de mantenerse y aguantar como las que se ufanan presumiendo de edad. Una forma de autoestima.  

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