Paquirrín enfada a la Pantoja con su boda

18 / 10 / 2016 Jesús Mariñas
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El hijo de la folclórica se casa por lo civil con Irene Rosales, madre de su hija Ana. Isabel Pantoja hubiese preferido una boda tradicional por la Iglesia

Kiko impuso su voluntad de mimado. Dio otro cante desafinando de los deseos familiares de hacer una boda como Dios manda. No fue así y molestó a los padres de su ya mujer, católicos de casi comunión diaria, mientras Isabel alardea de devota, sobre todo con la Esperanza de Triana. Catolicismo más de exhibir que de practicar. De ahí que el treintañero rechazase el “ante Dios y ante los hombres” por algo más simple aunque fuese multitudinario o casi verbenero.

Es lo que priva superando emociones en los últimos bodones, y no sé por qué pienso en el de Rocío Carrasco, que le esta pasando cara factura socavando su credibilidad de heredera multimillonaria. Debe un pastón a Hacienda, todo podría tenerlo a nombre de Fidel. Dios permita que siga tan leal y entregado como estos últimos 17 años. Podría resultar debacle si el amor se tambalea, ella confiada al cuidado, protección y administración del sevillano que superó con creces lo producido por Antonio David, su primer marido y padre de dos hijos: la respondona Ro, que promete mucho y puede ser una revelación denunciadora de descuidos maternos, y el ya crecido niño, que, cuando el 17 de diciembre sea mayor de edad, marchará a vivir con su padre como ya hizo su hermana. La Jurado, Pedro y Ortega no soportaban a Fidel. La Carrasco escaldada tal gata sobre el tejado de zinc caliente.

Rompiendo principios

Curioso, como si no hubiera pasado el tiempo, Pantoja y Jurado copan la actualidad. Rejuvenece aunque Sevilla comparte el sentimiento materno por esa boda casi contra natura en gente tan de golpes de pecho. Les cuesta digerir lo que parece romper principios, me pregunto si Kiko los tiene. Ha lastimado convicciones y devociones en la bendita tierra de María Santísima. Imperdonable pero respetable aunque su suegro no levanta cabeza por considerarlo afrenta casi irreverente. Nunca fue partidario de estos dos años de amor-amor, “y me gustaría que Irene se casara con otro chico”. De ellos nació Ana como de Jessica Bueno es el Francisquito de apenas 4 años que demoró el enlace una hora porque tardó en el avión que lo trasladó desde el País Vasco, donde Jessica al fin es feliz con el futbolista gallego Peleteiro. “Ella no quiso dejarlo más tiempo que el justo”, me cuentan. No curó la herida, y tampoco es que Kiko se desviva por ver a este nuevo “pequeño del alma”. El jugador resulta físicamente antítesis de Paquirrín. Mejora la raza. Jessica tiene un acomodaticio repertorio de gustos físicos, no cabe duda. Se enamora, cierra los ojos y no ve más.

“Imponer el matrimonio civil ha sido decisión de Kiko”, desvela su entorno amistoso muy estable. No varía de panda, siete, como los magníficos del cine, como de novietas. Las suyas, insisto siempre cerrando los ojos, resultan incontables. Desoyó a los suyos que le amenazaban, supongo que en broma, con el “fuego eterno”. Aclaran conociendo las razones de algo para muchos injustificable “que resultará más fácil separarse si la cosa no funciona”. Todo calculado por encima de la ceguera apasionada esperable en enamorados. Una caja de sorpresas que ella comparte desde sus ambiciosos 25 años. Los realzó de novia tradicional de velo y cola en traje regalado por Pronovias que, con Rosa Clará, mantiene rifirrafe a ver quién engalana más y mejor estos casorios de medio pelo.

Isabel vistió gasas coral muy andaluzas en tarde otoñal de lo más agradable. Lo firmaba la clásica Lina, creadora de su estilo. No fallaron Chabelita pese a cuanto recientemente declaró sobre su hermano. Pelillos –que no faltan– a la mar. Hasta leyó una dedicatoria a su distanciado “hermano del alma” afirmando “que nunca me hubiese perdonado faltar”. Lagrimeó la abuela Ana y rebrillaron acuosos los de Isabel.

Control en la entrada

 Indignación en muchos invitados sometidos a bochornoso control de entrada incluso con detector de mentiras. Entregaban el móvil y el DNI pero no la invitación. Los empleados y doncellas de confianza vieron repasar su blanco remate del uniforme negro “de toda la vida”. Era lo que se imponía, como la elegancia de Cayetano Rivera, con tirantes bajo el negro chaqué, mientras un deformado Fran Rivera destacó por engorde, producto de algún tratamiento. Cojeó con pierna escayolada, un mal paso. Pero asombró verlo así, ya más parecido al abuelo Ordóñez que al arrebatador Paquirri. Fue evocado en un vídeo con sus mejores faenas, algo seleccionado por Isabel en sus siete meses recluida en su finca Cantora tras abandonar la cárcel. Un regalo superado al dedicarle A tu vera a su ya grandote pequeño del alma. Algunos aseguraron que Chabelita llegó a soltarle a su madre “estoy cumpliendo, dejad de presionarme”. Escamó. Tras un menú de bogavante con caviar, carne con verduras y coulant de chocolate. Fue aperitivo a lo más esperado. Casi opacó a los contrayentes cuando Isabel subió al tablado y, tras dos años sin cantar en público, retomó garbeos donde ganaba a la Jurado y lanzó el potente
chorro de voz. Parecía parada en el tiempo, superada la prisión traumática, castigo a sus desmanes mano a mano con Julián Muñoz.

Todavía indigna que ingresara presuntamente sin enterarse 3.000 euros diarios. Algo que canta como ella hizo durante una hora. Prodigó éxitos incluso haciendo dúo con su sobrina Anabel, esa que en las tertulias televisivas nunca dice nada. Le basta con cobrar poniendo su cara bonita, ese anochecer de muy generoso escote. Isabel sin duda pensaría en la vuelta todavía no se sabe si suspendida gira americana tras morir Juan Gabriel.

Su primogénito Álvaro Aguilera suelta en las teles latinas de Nueva York: “Mi padre murió sin testar”. Está a la greña con sus tres hermanos, que no conoce personalmente, y auguran batallitas. No entiende de dónde surgió el dice que inventado legado a Isabel, ese piso de la madrileña Chueca que compró aconsejado por la sevillana y Charo Reina.

Destacó el vestido de Eva González en gasa verde esmeralda. Raquel Bollo se abrazó con la diva tras un año sin hablarse, gesto aplaudido por Falete, con vestido rebordado en rojo. Otra vez ganó kilos. No podía decirse lo mismo de la mezcla de malvas sobre Lourdes Montes. Sigue emperrada sin méritos en llamarse diseñadora.

 

El estreno de la temporada

Pero hubo mas allá del casorio. Josema Yuste hizo el estreno de la temporada. Juntó a Tony Cantó y Felisuco, hoy señores diputados de ideas contrarias. El valenciano aseguró que en el Senado “más que política se hacen vodeviles”. Opinión de actor ante Millán, de llamativo caribeño floreado. Compitió con el encanto de Mar Regueras multiflorida. Millán abrazó nostálgico a María José, esposa ya cincuentona del protagonista. Conserva color de su agosto mahonés Se divirtió Coral Romero Márquez, adelgazada rubia hija del mítico Curro, y no faltó Óscar Higares con Jota Abril. Sonia Ferrer se repite como Alba Carrillo mostrando muslo tal salvavidas a sus repetidos lances televisivos. Grecia Casta empieza peli y Chencho Arias mantiene pajarita tan firme como su dignidad, mientras Marlene Morreau tornó explosiva remarcando en rojo sus curvas. Las repasó Carmen Lomana con aguijón listo al ataque en broche. Gabino Diego, por su parte, presumió de la buena facha materna pero ella esquivó posar como pródiga lo hizo para El Corte Inglés una Naty Abascal irreconocible, casi pepona. “En Francia le pusieron cachetes”, me reconoce o denuncia su íntima Maribel Yébenes.

Un penoso atentado al patrimonio nacional de quien fue la más y en París ha montado ridícula españolada con volantes, farolillos y lunares como no lo hace en la feria abrileña que “nunca visito porque me espanta”. Vistió de torero a su zapatero colombiano. Un carnaval espantando a Sevilla por tal desfasado exceso typical anticipado que luego bisó en Madrid exhibiendo pechuga de transparencias a sus setenta y algunos. Bizquearon al verla desde la serena Andrea Pascual contrastando el duro gesto de Nuria March mientras Mar Saura cautivó con pichi de terciopelo azul. Patricia Montero impresionó con modelo cóctel y Marta Hazas, casada el 1 de octubre, aún olía a azahar. Plaga de bodas otoñales rematada en Zahara de los Atunes por Paz Padilla. Secretismo ante la problemática del novio. Traje blanco de cola y escasa bulla a pie de playa.

A todas las llaman “la boda del año”. Aunque para cita, nada como los 40 Music Awards: David Bisbal demostró ser más sencillo que Bustamante. Mónica Cruz, delgadez; Carlos Baute, altivez; Rosario Flores ser más distante que Lolita; Dani Martín que es grande personalmente; Alaska, su encanto; Antonio Orozco, la rotundidad; Laura Sánchez, nuevo look rubio embobada con Mario Comas, como Fonsi Nieto tonteando nuevamente con Alba Carrillo. Ellos no se apuntan a otro sí, quiero, menos mal. 

Grupo Zeta Nexica